Paola Guevara habló con Efe sobre su libro "Mi Padre y Otros Accidentes", en el marco de la XXX Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) en Bogotá (Colombia). EFE

Paola Guevara habló con Efe sobre su libro «Mi Padre y Otros Accidentes», en el marco de la XXX Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) en Bogotá (Colombia). EFE

La periodista y escritora colombiana Paola Guevara reivindica el papel del padre en la sociedad moderna con una novela intimista en la que se desprende de cualquier prejuicio para narrar una «experiencia de ruptura personal» que es también la de otros miles de personas.

Guevara participa en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), donde en una entrevista con Efe explicó el trasfondo del drama familiar que dio origen a «Mi padre y otros accidentes», editado por Planeta, sobre el choque que supone para cualquier ser humano descubrir a los 34 años quién es su verdadero progenitor.

«Estamos en un país que calla, silencia y oculta las historias familiares, un país donde la regla es ‘la ropa sucia se lava en casa’. Este libro es una ruptura con todo eso, para mí era necesario escribirlo», afirma.

La autora califica como «impactante» desde el punto de vista personal el acontecimiento que da origen a la novela, un frío mensaje de texto en el que Alma, su madre, una mujer «sin contacto aparente con la realidad» que siempre estuvo movida por la ambición, decide revelarle el nombre de su padre y al mismo tiempo avisarle que le dio a ese hombre su número de teléfono y que recibirá una llamada suya.

«Eso ya implica un punto de ruptura en la vida, y le ocurrió a una periodista, a alguien que como yo vive a través de las palabras. Lo más lógico es que alguien que pertenece al universo de la palabra decida escribir una experiencia tan intensa como esta», señala Guevara, editora de Cultura y de las revistas del diario El País de Cali.

Para fortuna suya, el encuentro con Fernando, su verdadero padre, resultó ser no solo menos traumático de lo que podría esperarse, sino una experiencia «liberadora» que puso fin a una angustia permanente en la que la figura paterna, por diversas razones, fue siempre un enigma.

«Es una historia que resultó ser no solo la mía, sino la de millones de personas», afirma.

Es en este punto en donde la autora inicia su defensa de la figura paterna que, según dice, para muchos «es amputable, extirpable, poco importante en la vida de los hijos», a diferencia de la materna.

«Pero resulta que la figura del padre es supremamente importante para el equilibrio psíquico de las personas», enfatiza.

A renglón seguido añade que «hay unos discursos dañinos sueltos en la sociedad que desempoderan al padre», mientras que para la madre está reservada «la sacralidad», algo que ella, mamá de dos hijos, cuestiona en su libro.

Guevara considera que el mundo está lleno de «historias de familias disfuncionales o en desorden» o como en su caso, «con los roles alterados» a partir de una mentira para mantener ante los demás el buen nombre de la familia.

«A mí me obligaron a llamar padre a mi abuelo, madre a mi abuela, hermana a mi madre y sobrino a mi hermano…
Entonces el libro era una forma de reescribir la vida, de ponerle orden a lo que otros hicieron en desorden, de poner palabras donde otros pusieron silencios, evasivas y misterios y también una forma de empoderarme de la historia», afirma.

A la pregunta de cómo reacciona el público que lee su libro, que ya va por la tercera edición, Guevara cuenta que al comienzo sintió «terror de romper ese tabú», pero ahora le emociona saber que su historia ha servido para que otras personas que tenían dudas sobre sus orígenes se hayan animado a hurgar en su pasado.

«Me ha tocado incluso aconsejar y convertirme en psicóloga de las personas que se me acercan» tratando de encontrar respuestas, como hombres que le han escrito para contarle que después de leer su novela se decidieron a buscar a un hijo al que nunca quisieron conocer o hijos a quienes el libro les dio fuerza para iniciar la búsqueda de su padre.

Es el caso de una lectora que le escribió desde Nueva York para contarle que buscó a su padre y encontró que ya había muerto y le dijo: «Entonces imaginé que tu historia me ocurrió a mí, que tu padre es mi padre, que tu final es mi final… porque me imaginé que tú no eras tú sino que tú eras yo».

El suyo es un caso con final feliz porque encontró «una figura muy redonda de héroe», pero como si le faltaran ingredientes, el esposo de su madre, el hombre que en una época de su infancia le hicieron creer era su padre, desapareció misteriosamente en los años 80 en un viaje a España y nunca más se supo de él, otra historia que tiene para descubrir y contar. Bogotá, 3 may (EFE) | Jaime Ortega Carrascal

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