Había una vez, una ciudad donde sus habitantes mantenían el recuerdo efímero de días grandes y ascendientes pujantes, de hombres y mujeres honestos, donde la palabra era verdaderamente importante, un lugar en donde la “platica” se invertía en el desarrollo de la creciente industria y con ello el desarrollo de las autopistas, de la infraestructura y uno que otro viento liberal olvidado con el tiempo, en donde lo social era verdaderamente importante.

Por: Juan Caval *

En aquella ciudad de antaño, no existía la pólvora, ni alcaldes que quisieran convertir en un circo con transmisión por canales de televisión, la quema burda de impuestos y donaciones, tampoco existían mandatarios que pretendían convencer a la gente de un trabajo hecho, si engañaban a la gente, como lo continúan haciendo hasta los políticos más “transparentes” y correctos, con la diferencia de la “pena”, hoy hasta modelan en las vallas, con la mano en la cintura cual señorita Colombia.

Muchos llegaron del campo, de esas tierras que creyeron suyas, pero lo único que tenían en ellas, eran acciones en la carrera de la muerte, desplazamientos y un futuro lleno de miseria en las montañas de la ciudad del temor.

Otros llegaron de afuera, de los “exteriores” de esos lugares inimaginables para muchos coterráneos que se dejaron meter el cuento que detrás de esas hermosas montañas (hoy destruidas por las explotaciones de canteras) no existía más que mal monte. De allá llegaron otros a buscar nuestra coca, nuestra marihuana, nuestras niñas y niños, nuestra creciente industria pornográfica que parece ser un problema que no les importa a los nuevos héroes de la salvación.

Otros familiares de los primeros por su origen, llegaron aquí, hicieron sus negocios, destruyeron lo que sus abuelos y los míos construyeron hasta con sangre y se fueron, pero no empacaron los problemas, aquí nos dejaron su resentimiento y sus malas costumbres, convirtiéndolas en una nueva “cultura” juvenil.

Otros, también de afuera, llegaron para hacer negocios y vieron lo que a nosotros se nos olvidó ver, la belleza de nuestra villa, la calidad de nuestro clima, el aroma de nuestras mañanas y el buen trato de la gente, por eso se quedaron.

Y otros vienen de afuera a querer gobernar mal gobernado lo que no les pertenece, lo que nos les duele, uno aprende a poco amar el lugar en donde no tiene recuerdos, en donde no corrió cuando era niño, en donde no lloró cuando le rompieron el corazón, en donde no se dio su primer beso incluso en lugar en donde no describió los efectos del alcohol, ese lugar no son las calles de la ciudad del temor. Otros dirán que es relativo que muchos aprender el amor por el lugar en donde no crecieron, quizás sea verdad, mi cariño por la capital es grande, pero que difícil sería gobernar el lugar en donde las costumbres son diferentes y el sentimiento popular, ese que olvidan la mayoría de los llamados de turno olvidan.

Otros que nacieron aquí, parecen haber nacido allá.

Otros prefieren callar, así tengan ganas de hablar, de protestar y hacer sentir su voz, prefieren callar ante los atropellos, desmanes y humillaciones, quizás sienten que jamás serán escuchados.

Otros, saben que pueden ser escuchados, pero sienten terror (no es el mismo que siente Elmo Cosquillas) de equivocarse, de perder, de no ganar en la contienda de ideas, esos son los que permiten que personas no deseadas, incompetentes y faltos de amor por la responsabilidad de administrar una ciudad y un departamento en graves problemas de orden público y social, lleguen al poder con su discurso aprendido, a la larga pagado, falso y ridículo. (Estos son los que no votan por hombres como Carlos Mario Estrada, así tengan la convicción y la seguridad, que de esos señores que quieren el poder, quizás sea el único capaz de lograr la anhelada transparencia y rectitud en la administración pública, pero sienten temor de perder y no creerle a las ARREGLADAS encuestas)

Y otros, nos dedicamos a la crítica, a mencionar que lo que está mal, lo que no nos convence, lo que no nos gusta, incluso con muchos equívocos y es de personas honestas reconocer cuando las críticas se convierten en asuntos personales, pero a pesar de eso, somos muchos a los que nos duele la ciudad, a los que nos duelen las mentiras, a los que nos duele la prostitución de las madres, de las niñas, a los que nos duele los niños con 11 años, cargando armas, incluso fusiles.

Así la gran mayoría estén escondidos en sus críticas callejeras, en el temor de perder de la vida por hablar más de la cuenta, cuanta admiración siento por los que no comen callados, así estén equivocados.

Así somos, un montón de otros, donde nos rotamos la balota de la culpa y nunca la balota de la responsabilidad, es un síndrome que llegó y se quedó para gobernar en la ciudad, desde el momento en que la responsabilidad de las obras de evolución y transporte masivo se quedaron quietas, en nombre del presidente de la república, excusas van y vienen, culpas manifiestas, con discurso incluido en los Estados Unidos. Un gobierno que jamás sintió responsabilidad real por la situación grave y preocupante, a cambio nos donó culpas.
El paramilitarismo, culpa del gobierno nacional.
La inseguridad, eso pasa en todo el país.
El desplazamiento interurbano, eso pasa en todo el país.
La falta de control policial, eso es culpa de la policía.
La falta de seguridad para el transporte público, eso es culpa de los transportadores y de los pobres por ser pobres. (Decretar libertad de rutas en una ciudad, que se hace llamar la más educada y la más imparable, tiene un único nombre: irresponsabilidad administrativa)
La educación de calidad, culpa de los docentes.
La mala calidad en las obras, culpa del contratista.
La sopita con gusanos, culpa de Bernardo Guerra, por enterarse.
El metro plus, culpa del ex presidente Uribe, que no mandó la plática (para hacer campaña con su mujer, si era el mejor presidente de todos los tiempos)
Las estaciones del metro, culpa del contratista.
Los desórdenes en el estadio, culpa de los hinchas y la policía que no controla.

A la final, la culpa de todo, está en los demás.

¿Entonces para qué fue elegido como gobernante de la ciudad del temor?

Pensé que se trataba de asumir responsabilidades en nombre de esos miles de votantes, que depositaron la confianza en un hombre incapaz de afrontar problemáticas reales y no ficciones.

En el momento en que maltrataron, abusaron y violentaron los derechos de los habitantes del ahora parque bicentenario, en ese momento, como ciudadano entendí, que gobernantes así, tienen la capacidad de sobre poner el interés de las cifras en construcción, sobre costos y belleza, sobre el interés de una población con dignidad y esperanza de un mejor mañana.

Los abogados de la alcaldía, señalaran el famoso procedimiento administrativo, hablaran de expropiación y de la fuerza del estado, para hacer cumplir la norma, y es verdad, ellos tenía el derecho a entrar con sus tanquetas, con sus policías llenos de gases, tenían derecho a maltratar a los padres, que defendían la casita, tenían el derecho a pegarle a las mujeres que querían dar su vida por esos viejos muros, es verdad, lo podían hacer.

Pero como siempre me hablaron del acalde de lo social, el que sentía una necesidad de entregarlo todo por los pobres, pensé que la reubicación de estas familias, buscaría la dignidad y no el odio que continua creciendo en cada comuna, esos niños señor Elmo Cosquillas, a los que usted les quitó, les arrebató su casa y humilló a sus padres, crecerán con el mismo odio que usted siente, en contra de todos los ácidos, pepeas, etc…

La ciudad del temor, aquí todos sienten miedo, de tener dinero, de no tenerlo, de vivir en un barrio popular, de vivir en un barrio de rico, de comprar un celular, de no tenerlo, de cobrar su salario por ventanilla, de no tener salario.

Aquí todos quieren hacer, pero nadie hace, por miedo, nunca pasamos del temor a la esperanza, quizás en esas encuestas que hacen en el octavo piso de la alcaldía, con los funcionarios más condecorados en mentiras y engaños a los ciudadanos.

(Parte 2)

El fin de semana me preguntó un gran amigo, hoy candidato al concejo de Medellín, qué sentiría, si el señor Fajardo quedará de gobernador de Antioquia y Anibal de alcalde, en ese momento no le contesté, quizás por el temor de ciudadano, saber que esa calidad de gobernantes con la magnitud y estima con su departamento y capital, dirija nuestros destinos, produce temor fundado, pero hoy después de haberlo pensado y haber perdido el miedo, aquí púbicamente le contesto a mi buen amigo.

Buen amigo candidato al concejo:

En usted me inspiré para escribir la columna de esta semana, usted me hizo recordar que todo el tiempo, los que padecemos Medellín, (no los que la viven, esos andan con escoltas en la superior, sonriendo en cámara y diciendo que la ciudad está muy bonita, que todo lo que pasa son hechos aislados) soportamos el temor de no poder contestar el celular en el centro, hasta nos da temor contestar en la Alpujarra, soportamos horas interminables de trancones, no tenemos una moto de la policía que nos da paso en cada semáforo, de esos que se instalaron por una presunta orden judicial, pero que no conservaron el carácter de necesidad de obras públicas y mucho menos se pensaron dentro de la planeación de ciudad, esa que desde hace 8 años se está improvisando.

Temor al llegar a casa, y pensar que al abrir la puerta unos maleantes, van a poner un revolver en la cabeza, para obligarnos a invitarlos a entrar, para que se lleven como regalo a su pobreza, incluso intelectual, esa que les regaló con mucho cariño la ciudad más educada de Colombia, nuestras pertenencias, que con tanto esfuerzo hemos conseguido, incluso la mayoría de esas cosas las debemos en Flamingo, Alcosto, etc…

La ciudad de las fronteras invisibles, las que existen desde el momento en que se hicieron negocios con los paramilitares de la ciudad, pero que jamás fueron escuchados en procesos judiciales, incluso se archivaron las investigaciones por falta de pruebas, las mismas que alias el Cebollero quiere aportar, pero que no quieren escuchar.

La ciudad del hurto, de la muerte, donde los funcionarios del piso 8, hacen fiesta cada 4 meses, cuando un único día dejan de existir muertes violentas, el problema es que no cuentan cuantas de las muertes violentas de los municipios vecinos, se las deben a Medellín, o cuántos de esos cadáveres, fueron llevados por los delincuentes, hasta esas apartadas laderas.

Si el señor Fajardo gana, no me quedará más que aceptar su triunfo, claro que él ya se cree ganador, desde hace mucho tiempo, incluso anda buscando como loco los empalmes, ya tiene su gabinete armado y escribió su discurso para el primero de enero del año entrante, tendré que entender así sea difícil, que será quien gobierne los destinos del departamento, el cual recorro en mi moto y en bus y no en helicóptero, quedará desearle suerte y buen viento, pero sobre todo desearle que se aleje de las amistades con los curadores y constructores que tanto daño le hicieron al medio ambiente de la comuna 8, que se aleje de las conductas de politiquero que está heredando de su coequipero, pero sobre todo, que respete a quienes durante todo ese tiempo, estaremos en la constante crítica constructiva de una Antioquia realmente educada.

Espero que no gane, entre él y Vásquez, sería como ir al médico y que preguntara,

Señor paciente, ¿usted que prefiere, el sida o el cáncer?

Tengo un agüero con los que se creen ganadores, siempre terminan de segundos, cosa que deseo profundamente.

Amigo mío, (no Mío del partido, ese jamás sería un buen partido para ser de uno) si el señor Anibal, lograra llegar a la alcaldía, estaría muy preocupado, no sería fácil soportar otros 4 años de mentiras administrativas, tampoco sería fácil, ver hablar a un alcalde de hacer un festival musical, cuando la ciudad tiene tantos, lo que falta es recursos para potenciar esos festivales, y sacar de la rosca a los mismos del AltaVoz, sin dejar de reconocer el gran trabajo que hace este último, estaría preocupado por tener un alcalde al cual, en cualquier momento pueden recluir en Yarumito, ya tenemos la experiencia con el alcalde de Bogotá, y al día de hoy, se están destapando cositas, esperemos que no se encuentre allá con Elmo Cosquillas, cuando salga a la luz pública los sobre costos en obras y en infraestructura, pero sobre todo, me preocupa esa PRESUNTA relación y amistad con DON Cebollero y Don Báez, hombres impolutos y transparentes que marcaron la política departamental.

Me preocupa que quiera privatizar, o vender lo que queda de UNE Bogotá, amparado en las multimillonarias perdidas que le deja como legado su buen amigo Alonso, quien cumplió correctamente con las cuotas burocráticas de los Valderrama, hoy trabajadores incansables por la causa del modelo de las vallas en toda la ciudad, a ese hombre lo deberían de contratar en una marca de ropa interior, con la mano en la cintura, lograría reconocimiento incalculable, y más con las mujeres que disfrutan de su presunta masculinidad y que votan por él, más por un gusto personal que por un gusto electoral real, pregúntele a una fan enamorada que hizo él por Medellín, para que vea una persona gagueando más que Elmo.

Si queda alcalde, que más le vamos hacer, tocará desearle suerte por el bien de la ciudad, y tener mucho cuidado con las críticas, más por sus amistades que por él mismo, yo le aconsejaría, alejarse mucho de los intereses privatistas que ya demostró en la gobernación, alejarlos de EPM y UNE, quizás el único patrimonio que tenemos los que vivimos en la ciudad del terror, no sobra decir que ya estamos cansados de la cuota burocrática de los Valde en esa entidad y que se lo deje a su nuevo mejor amiguis, para ser secretario o algo así en donde pueda seguir haciendo campaña.

Tengo un agüero, los hombres que tienen miedo y rabo de paja, siempre terminan por ocultar su orgullo en obras, pero sobre todo olvidando lo social.

No es más por hoy queridos lectores, y sobre todo amados contradictores encapuchados y troll, no saben cuanta publicidad le hacen a mi columna, cada vez que dejan un comentario, nuevamente repito que esas palabras cargadas de elocuencia y verdades para conmigo, son mi alimento semanal para seguir escribiendo, sin ellas no tendría sentido hacerlo, escribir para que la gente diga que está muy bien me aburre, ustedes los que escriben esas cosas hermosas sobre mi personalidad y mi profesión, me hacen recordar que aquí todo si puede estar peor, pero además alimentan mi ego y mi fama como mal escritor.

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Redacción Minuto30

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