Colombia además de Macondo y su realismo mágico tiene unas particularidades que asombran a propios y extraños pues desde que nos independizamos, hemos promulgado casi 6 millones de leyes y vivimos en el reino de la impunidad; lo sabemos, lo vivimos, lo sufrimos y seguimos haciendo leyes para incrementar el N°, pero nada que las aplicamos con eficacia y lo peor con JUSTICIA.

Cuando nos han pedido reducir el tamaño del Estado como en el 2003, los interesados en mantener el estatus quo se encargaron de boicotear esa iniciativa y ahora muchos de ellos pretenden hacernos creer que la corrupción se acabará con una consulta anodina, costosa e inicua llamada anticorrupción; nos hacen preguntas, una de ellas para reducir el sueldo de los congresistas como cereza del postre o como el cascabel del gato, para seducir al votante desprevenido pero a sabiendas de la inutilidad del resultado, puesto que esa sola requiere una reforma constitucional que deberá pasar por el congreso.

Ya sabemos lo que sucede cuando los resultados le son adversos a los intereses de esas camarillas incrustadas en el alto gobierno y experiencia cercana la tenemos cuando en el 2016, en un plebiscito organizado para conseguir el resultado esperado por ellos, el pueblo expresó su opinión contraria y se la pasaron por la galleta.

En conclusión esa consulta y sus resultados son un canto a la bandera que solo servirá para exposición mediática a quienes la promueven con reguetón incluido o mostrando partes impúdicas de un enfermo con párkinson muy avanzado que, como idiota útil, les hace el juego a personajes siniestros y despiadados.

Tenemos una corte constitucional que no merece las mayúsculas para denominarla puesto que sus fallos o sentencias, como quieran llamarse, son contrarias a humanidad y a JUSTICIA y es que el hecho de convertir la perversidad sexual de los integrantes de las bandas narcoterroristas en delitos conexos con la rebelión política, revictimizando a quienes fueron objeto de todo tipo de abusos, como los niños, las mujeres que embarazaban y las obligaban al aborto, muchas de ellas en más de una ocasión, la pederastia, el homosexualismo y en fin todas esas prácticas no naturales, que ahora quieren entronizar esos pregoneros de las modas destructivas de la moralidad pública.

El golpe es demoledor y fatídico para una sociedad que ha sido castigada por sus jueces ímprobos y sesgados hacia la benevolencia con el delincuente y la dureza con sus víctimas cuando se volteó la ecuación (hay que demostrar la inocencia y no el aparato judicial demostrar la culpa, como se estilaba en os inicios). Lo vemos a diario cuando el que se defiende del atraco o el fleteo queda encartado por usar las herramientas que tenga a mano para hacerlo. Vienen las acusaciones, usan figuras como violencia desmedida, si los atropella le caen además las autoridades de movilidad, y si está armado y la emplea se complica y mucho la situación judicial de la víctima y se facilita la defensa del victimario. (Un mundo extraño)

Para rematar en esta semana sale el consejo de estado, otra vez en minúsculas, con la perla más horrenda al declarar al estado colombiano como responsable del carro bomba del Club el Nogal en febrero 7 del 2003 al estado colombiano aduciendo negligencia de parte del mismo pues pudo prevenir dicha acción y no lo hizo y por ende lo sentencia a reparar a las víctimas y a pedir perdón por su supuesta negligencia.

Esta si es la corona de la estupidez pues con esta doctrina sin ir muy lejos, nos está condenando a todos los colombianos a responsabilizarnos por las voladuras de oleoductos, los daños al medio ambiente, las violaciones a los derechos humanos de los narcoterroristas, los secuestros, las extorsiones, las violaciones, la pederastia de las bandas criminales y también la de Garabito y todos sus admiradores, los cilindros Bomba, los collares explosivos en las mujeres indefensas y en fin todas esas atrocidades que perpetraron los narcoguerrilleros del partido innombrable y las que faltan por ejecutar por sus pares, que aún continúan delinquiendo con su nombre u otras siglas que en resumen los diferencian de banda, más nunca de accionar.

Huele muy mal esa sentencia y hay más mugre que probidad, no ahondo en el tema pero esos hechos son del 2003 y a pesar de que los narcoterroristas aceptaron la perpetración de ese atentado, dieron sus razones para su ejecución y pidieron perdón a las víctimas, se viene esa cofradía de individuos a sentar doctrina de responsabilidad del Estado.

Aleluya para todos los reos y condenados pues ahora es el estado, como quien dice toda la sociedad colombiana, la responsable de sus delitos puesto que sus depravaciones son el resultado de la negligencia del estado que no los educó, ni les dio las herramientas suficientes para llevar una vida acorde con las normas de convivencia aceptadas por toda la sociedad. La última revolución de la justicia se acaba de proclamar en Colombia. Nadie es culpable individual pues la culpa se socializa y todos somos responsables de los delitos de cada uno de los delincuentes.
Postre: Los abogados deben estar relamiéndose con esta sentencia tan absurda.

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Redacción Minuto30

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