Cuando hace ya varios meses, durante la convención del partido Centro Democrático, un hombre desconocido, con una camisa blanca y un jean, de corte informal pero con una imponencia de formalidad enorme, tomó el micrófono y dio un discurso brillante sin haber recurrido a hojas previamente preparadas con lo que debía decir, las expectativas aumentaron por saber quién era ese joven rostro poco conocido en la política.

Finalizado el discurso y oficializada su precandidatura a la presidencia de la República, no hubo vacilaciones entre bastantes jóvenes que no dudaron en buscarlo y manifestarle que les gustaría acompañarlo en la campaña y trabajar a su lado. Rafael Nieto, sin haber hecho política electoral nunca antes en su vida, cautivó los corazones de muchos militantes e inició una travesía por Colombia para consolidar sus aspiraciones a ser el candidato único del Centro Democrático.

Su carisma, su forma de ser, su entrega al diálogo popular y coherencia con los cinco pilares del partido, rápidamente lo convirtieron en un candidato que se tornaba como la nueva cara del uribismo, un refresco en la política y, sobre todo, un candidato por el que gran parte de las bases del partido sentían una afinidad enorme, pues veían en él al Álvaro Uribe de la histórica campaña del 2002.

Rafael recorrió el País de Sur a Norte y de Oriente a Occidente con los otros cuatro excelentes precandidatos, se dio a conocer en escenarios públicos y en pocos meses consolidó un apoyo enorme que abarcaba importantes capitales y departamentos de todo el País. No me cabe la menor duda de que este fenómeno no era algo repentino y sin razón, sino que fue fruto del arduo esfuerzo que hizo él con su equipo.

No todo tendrá siempre una explicación, pero Rafael realmente revivió la esperanza de muchos colombianos cuando avivó la llama de la existencia de un precandidato con sólidos principios, férreamente incorruptible y que no caía en el juego de lo políticamente correcto con tal de conseguir adeptos. Su liderazgo es admirable, su vocación es envidiable y ni hablar de su oratoria que nos hizo recordar y revivir grandes discursos de magnitudes comparables a los de Laureano Gómez o su hijo Álvaro Gómez.

En todo caso, Rafael Nieto, un abogado constitucionalista cuya única función pública visible fue ser viceministro de justicia, logró en muy poco tiempo dar la competencia por la candidatura del Centro Democrático, llegando hasta el final de la contienda y en una competencia donde había figuras de peso y con popularidad enorme en el País.

Seguiremos de cerca sus pasos, pues este es un hombre prometedor y de seguro auguran muchas cosas positivas para Colombia contando con personajes así. Si en sólo unos meses logró todo esto, imagínense lo que podrá hacer en unos años. Mil gracias Doctor Nieto por entregarle este tiempo a Colombia.

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio