El 27 de abril de 1997, en un «Contraescape» titulado ¿»Qué negociar con la guerrilla»?, el ‘disco duro’ de la propuesta de paz modelo 2012, Enrique Santos Calderón, hermano mayor del actual Presidente de la República, le puso el siguiente colofón a su artículo que ahora cobra plena vigencia:

«Pero como no hay violencia que dure cien años, ni pueblo que la resista, el momento de sentarse a la mesa de paz llegará y más vale estar preparados». Sostenía, además: «Aunque a algunos pueda parecerles derrotistas, todos son temas que ya toca comenzar a contemplar, de cara a una eventual negociación con los alzados en armas. Hay otros aún más delicados como el de la convocatoria de una nueva Asamblea Nacional Constituyente».

Secuestro y narcotráfico.

En la misma columna, el notable periodista subrayaba: «Tampoco parece muy realista seguir insistiendo en que la deslegitimación política de la guerrilla por su vinculación a crímenes como el secuestro o el narcotráfico, impide hablar con ella». Y recomendaba: «Habría que comprometerla más bien en la formulación de propuestas negociables y en la definición de lo que quiere para la Colombia del siglo XXI».

Los pactos posibles.

«La guerra (planteaba el mayorazgo de los Santos de la camada de don Enrique) solo termina por la paz impuesta por el mando victorioso o por la paz negociada, que es el fruto del pacto entre ambos bandos. Se trata entonces de definir qué se puede pactar con la guerrilla».

Reformas sociales.

Proponía también «negociar conjuntamente reformas sociales; conocer el poder local, dónde lo tenga (¿el Mono Jojoy como gobernante del Putumayo o el Guaviare?); involucrarla en planes de desarrollo en sus regiones de influencia; elaborar con su concurso un plan de reforma agraria integral; acordar políticas realistas sobre manejo de recursos…

Y se preguntaba: ¿Para qué insistir en los errores del pasado? ¿Para qué crear una burocracia de la paz en el aire? ¿Por qué no idear fórmulas más audaces, menos engorrosas?

Todo lo formulado.

Ahora que se presenta la oportunidad de plasmar todo lo que había formulado encuentra con su hermano, el Presidente, terreno abonado para sacar adelante su proyecto de paz. Primero: amplía la mesa de Unidad Nacional incorporando la oposición armada a temas como las reformas política, judicial y agraria.

Carambola a cuatro bandas.

El ex codirector de El Tiempo tacó una carambola a cuatro bandas, cambiando la agenda de la seguridad por la agenda de la paz; logrando sacar al Gobierno del travestismo político que sin darnos cuenta cambia el plumaje del halcón por el de la paloma, anticipando un calendario electoral con un experto en el tema como Humberto De La Calle Lombana, pasando del escenario del Congreso a la Constituyente.

Otro efecto de la misma carambola sobre la mesa de diálogo es poner en cabeza de los alzados en armas la competencia para una gran reforma agraria, amarrada a la política y a la justicia.

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Redacción Minuto30

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