Desde el inicio de las negociaciones en La Habana y las primeras advertencias sobre el proceso y sus evidentes fallos, los colombianos hemos sido víctimas, por parte del Gobierno, la Unidad Nacional y las Farc, de innumerables chantajes en nombre de la paz.

Quienes manifestamos dudas sobre las negociaciones, fuimos catalogados de “enemigos de la paz”, “mano negra”, “gatos” y “aves de mal agüero”, elpor mencionar algunos de los tantos calificativos de los que fuimos víctimas, como si expresar preocupaciones sobre el decisiones que afectan al país, significara que no se quiere la paz o se está en contra de ella.

Pero no quedó ahí. Durante el plebiscito, los colombianos fuimos amenazados por Santos con guerra urbana si el No ganaba. Esta amenaza la hizo durante la Cumbre del Foro Económico Mundial en Medellín frente a cientos de empresarios internacionales que salieron asustados frente a tal afirmación. ¡Toda una lumbrera el presidente!

El afán de ganar el plebiscito, llevó a los «amigos de la paz» a continuar con las extorsiones a los colombianos. El mismo Humberto de la Calle llegó a afirmar que de ganar el No, el proceso de acababa y las Farc volverían a la delincuencia. Mintió. El No ganó, el proceso no se acabó y las Farc siguieron delinquiendo sencillamente porque nunca dejaron de hacerlo.

Hoy los colombianos somos víctimas de una nueva extorsión. Después de la captura de Jesús Santrich por narcotráfico, el sobrino de Iván Márquez viajó como testigo protegido de la DEA para declarar en contra de las Farc. Esto originó que Iván Márquez se trasladara a una Zona de Normalización en Caquetá y anunciara que no se posesionará con Senador el 20 de julio argumentando falta de garantías y que Alias El Paisa se volara de la ZVTN fingiendo solidaridad con Santrich.

Desde la cárcel, Jesús Santrich denomina a la extradición como una extorsión, mientras Márquez y El Paisa amenazan con seguir delinquiendo si no se libera a Santrich. La «paz» de Santos ha sido, y sigue siendo, un continuo chantaje a los colombianos. Gobierno y Farc acuden continuamente a la «paz», para que los ciudadanos acepten todas las injusticias derivadas de un pésimo acuerdo.

¡Basta de extorsión! La agenda del país no puede estar condicionada a cumplir los caprichos de un puñado de criminales, modificar los acuerdos es necesario y de ninguna manera significa ser guerrerista ni mucho menos estar en contra de la paz. La paz no debe imponerse apunta de chantajes. La verdadera paz es el resultado de la verdad, la justicia, la reparación y el compromiso de no repetición.

@andresportillo_

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Redacción Minuto30

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