Una de las cosas que más me gusta hacer en la vida es opinar. He tenido la muy grata oportunidad de empezar a hacerlo con mayor alcance durante un año especialmente desafiante.

En línea con mi columna más reciente, he podido sentir con mayor realismo que la oportunidad de exponer mis opiniones, conlleva responsabilidades enormes.

Y un primer recaudo que tomo es escribir siempre con la idea de estimular la reflexión y de aportar elementos que la enriquezcan. No de imponer ideas o visiones.

Aunque tengo convicciones férreas, aún algunas políticamente incorrectas, creo que una de mis convicciones más férreas es la tolerancia.

He escrito sobre el tamaño del Congreso, sobre la pandemia, sobre populismo, sobre regulación ágil, sobre discapacidad, sobre aborto y hasta sobre la reforma tributaria que se avecina.

Muchos temas que tocamos son sensibles y es verdad que todavía algunos requieren pensarlo más de dos veces antes de decidirse a escribir.

Aunque no percibí ese peligro por mi primera columna, donde he hablado de las versiones sobre los responsables del magnicidio del doctor Álvaro Gómez, sí recibí comentarios expresándome esa preocupación, lo cual debería haberse desterrado de cualquier país contemporáneo por el solo hecho de expresar opiniones.

En ese sentido, puede que opinar sobre ciertos asuntos, siga constituyendo en Colombia una actividad de alto riesgo. Y ahí la verticalidad de los medios es fundamental.

También el ejercicio del columnista implica ser crítico. Creo que lo importante no es criticar sino saber criticar. Y eso requiere una gran humildad y un exigente método. No podemos llevarnos por delante aquel principio que dice que para opinar antes hay que conocer y para conocer primero hay que investigar. Pero antes de todo, debemos tener algo serio qué preguntarnos.

Cuando dejamos de valorar que la autonomía intelectual y moral consiste en recorrer un largo y duro trecho de búsquedas en pos de la verdad, podemos caer en el ensimismamiento.

En cuanto al método para evitar convertirme en un “opinónano”, también ha sido importante procurar que cada crítica conlleve a una proposición o por lo menos, a las inquietudes correctas para proponer. He intentado proponer más que únicamente criticar.

Sin embargo, también he confirmado que la crítica a secas y la polémica son más atractivas que la actitud propositiva. Lamento haber llegado a la convicción que a ese incentivo perverso se deben buena parte de nuestros problemas como sociedad.

Siempre es más rentable una intención destructiva, un tono agrio y un destinatario personal. De allí el reto que nos cabe a todos hacia la construcción que no renuncia a la crítica, pero que para ser propositiva debe concentrarse en ideas, no en personas. Por eso, esta columna es un llamado a la madurez política que incluso me hago a mí mismo.

Pero la propensión a polarizar es a la vez un desafío permanente. Arriesgarnos a opinar, en el espacio que sea, sin sucumbir a la tentación de agradar a la mayoría, de sumarse a las tendencias de cada día y de sembrar sentimientos e ideas destructivas. Al fin y al cabo, para eso ya están las redes sociales.

Sobre todo, he querido aprovechar esta oportunidad decembrina, para hacer llegar a todos quienes leen esta columna mi gratitud por sus constantes mensajes y retroalimentación y mis mejores deseos para el próximo año.

Mi compromiso para seguir ofreciéndoles visiones que permitan reflexionar y por establecer diálogos en torno a temas que superen la coyuntura sin ignorarla y que espero, más que pretensiosas respuestas, les resulten útiles para generar nuevas preguntas, como me las genera a mí mismo.

Es uno de los mayores provechos personales que he derivado de este arriesgado ejercicio, pues los espacios de opinión son en esencia lugares a la orilla del agitado camino de la realidad social para hacer un alto. Para contemplarla con serenidad, con curiosidad y libertad de criterio y para tratar de conversar como hago con ustedes, sobre el rumbo de los temas que nos interesan.

El columnismo es un oficio que se soporta en la intención que tenemos personas como ustedes y como yo, de escuchar lo que otros tienen para decir.

Solo ese sano interés, permite afirmar que son exageraciones los pronósticos de quienes dan todo por perdido y permite trabajar con la fe de seguir poniendo cada semana, un granito de arena en el fortalecimiento de la democracia y en el avance hacia una sociedad deliberante, más consciente y más responsable de su propio devenir.

@ortegasebastia1

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Redacción Minuto30

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