Foto: Secretaría de Educación de Bogotá

En la localidad de Sumapaz no olvidan a Edwin Gamba, el niño que murió en hechos que aún investigan las autoridades. Su partida dejó un gran vacío en esta comunidad educativa que aún se pregunta por qué los más pequeños siguen siendo víctimas de la violencia.

Foto: Secretaría de Educación de Bogotá

Foto: Secretaría de Educación de Bogotá

En la cancha de fútbol de la sede Auras del colegio Gimnasio Campestre Jaime Garzón, los partidos ya nunca van a ser lo mismo. Las gambetas y goles de Edwin Gamba abandonaron antes de tiempo esta institución de la localidad de Sumapaz que hoy llora su trágica partida.

Confusos hechos que detuvieron de manera fulminante el corazón de este niño de 12 años, que amaba el deporte y la música, tienen de luto a la población de este alejado lugar de la capital donde sus habitantes se preguntan por qué las niñas y niños tienen que ser víctimas de la violencia.

Tras su partida queda en los corazones de compañeros y profesores los momentos felices que compartieron con ‘Motas’, como le decían cariñosamente a Edwin por su ensortijado cabello que se movía caprichosamente cuando corría detrás del balón.

“Edwin es un niño muy servicial, siempre está diciendo ‘profe, ¿en qué le ayudo?’. No le gusta mucho hacer tareas porque a él lo que le gusta es estar jugando”, dice Nélida Patiño, profesora de Edwin en cuarto grado que todavía no se acostumbra a su ausencia y habla de él como si aún estuviera entre nosotros.

Para Edwin siempre fue fácil entablar amistades con los demás, su energía y sus ganas de aportar lo dieron a conocer en diferentes ámbitos de su vida escolar. Además de ser un consagrado deportista, también hacía parte de la emisora escolar y ya contaba los días para entrar al grupo de música, su otra gran pasión.

“Edwin quería cantar porque su papá tiene un grupo de música campesina y él deseaba poder acompañarlo en sus presentaciones, especialmente en el Festival que se hace aquí todos los años”, comenta Nélida.

Edwin, uno de los más chicos de la casa Gamba Rojas, tenía muchos planes para este año. Estaba muy emocionando porque ahora en quinto de primaria iba a poder disfrutar de las salidas escolares que él y sus compañeros habían esperado durante toda la primaria.

“Profe ya somos grandes, ya estamos en quinto ahora si nos tocan las salidas grandes”, le decían los niños a la profe Nélida, pues sabían que sus otros compañeros habían montado en avión para ir a diferentes sitios turísticos del territorio nacional.

Entre una profunda tristeza y un tajante rechazo a todo acto de violencia contra las niñas y niños, familiares, estudiantes y habitantes de esta comunidad marcharon este fin de semana para solidarizarse con la familia Gamba Rojas, que aún no se repone de esta tragedia, y darle el último adiós a Edwin.

“La Dirección Local de Educación de Sumapaz lamenta y rechaza los hechos ocurridos que nuevamente atentan contra los derechos de los niños. En esta ocasión, uno de nuestros estudiantes que pierde su vida y enluta a una familia campesina. Exigimos respeto por los niños, sus familias y la escuela como territorio de paz. A los entes judiciales les solicitamos investigación inmediata de los hechos hasta llegar a una absoluta claridad”, comentó al respecto el Director Local de Educación de la localidad de Sumapaz, Luis Alfonso Rivera.

En los salones y pasillos de la sede Auras del colegio Gimnasio Campestre Jaime Garzón sigue viva la huella de Edwin, el niño que se ganó el corazón de todos en la comunidad con su alegría y amabilidad. Su historia tuvo un final precipitado, uno que no se merecía, pero ahora es una razón más para pedir a gritos: “¡No más violencia contra las niñas y los niños!”.


Fuente: educacionbogota.edu.co

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