La peor sentencia que uno podía escuchar cuando niño empezaba a dibujarse en el rostro de la mamá, quien poco a poco se iba transformando en medio de unas muecas horribles y su tono de voz cambiaba a medida que apretaba los labios y su voz menudita decía: “en la casa arreglamos”. Sin lugar a dudas se sabía que ni el mejor abogado anularía aquella sentencia y que la nalgoterapia sería algo irreversible.

Con relación a este tema, hace un par de días, leí en los periódicos que cursa en el Congreso de la República un proyecto de ley que busca prohibir el maltrato infantil en todas sus formas, quedando atrás la correa, la chancleta, el matamoscas, la verbena, las palmadas, y, otros instrumentos formativos de índole casero. “Colombia busca legislar sobre la prohibición explícita al maltrato infantil, a través del castigo físico, por medio de un proyecto de ley. Ya lo hicieron vecinos como Venezuela y Brasil”. Periódico El Colombiano oct.8/20, p. 4.

Con el paso de los años y después de mucho leer, analizar y escuchar diversos puntos de vista, confieso no estar de acuerdo con la violencia, los malos tratos y las humillaciones hacia los niños, esto porque cada vez estoy más convencido que la violencia genera violencia.

Algunos dirán que eso ni siquiera debe pensarse y estoy de acuerdo, pero lo que pasa es que yo hago parte de esa generación nalgoterapiada a quienes nos castigaron físicamente, no solo me pegaron en la casa sino también en la escuela.

Ya es hora que la sociedad se despoje de tantos prejuicios y atropellos, que las formas violentas de educar desaparezcan. Sé que algunos no están de acuerdo con mis argumentos, pero, cómo asegurar que pegando, golpeando, maltratando a los niños ellos construirán una mejor sociedad.

Imposible negar que los traumas se puedan dar, de mi parte no me siento traumatizado por haber sido castigado, pero en mi época aprender las tablas de multiplicar era una tortura indecible, salirse del margen o hacer la plana torcida era algo catastrófico, no estoy queriendo decir que no se corrija, ¡claro, que se debe corregir!, pero no con violencia.

Viene a mi memoria aquella época cuando los hijos éramos sentenciados a leer por castigo, “siga jodiendo y lo pongo a leer o hacer planas”. Imposible amar la lectura y la escritura si estas eran vistas como una imposición.

No se trata de castigar sino de formar, quienes leen mis escritos saben que no estoy de acuerdo en afirmar que todo tiempo pasado fue mejor, no, cada día trae su afán. En medio de las comparaciones, que siempre serán odiosas, pero a veces necesarias, la gran pregunta es: ¿quién tuvo la culpa en la formación de estas nuevas generaciones, para que el respeto en todas sus formas desapareciera y tuviera cabida tanta violencia?

Bueno, tampoco se trata de buscar culpables, cada quien hará su propia reflexión, lo importante será entender que prohibir o castigar no es la fórmula mágica, de mi parte siempre he creído que el ejemplo es y será la mejor forma de educar.

No podemos seguir repitiendo ciclos violentos y lo digo porque llevo muchos años formando profesores y con ellos he leído a Paulo Freire y su “Pedagogía del Oprimido”, la cual reza muy claro que el oprimido solo sabe oprimir, lo que vulgarmente llamamos desquitarse, eso es lo que hacen algunos padres de familia y algunos profesores, según Freire.

Tampoco estoy de acuerdo en que algunos quieran hacer ver esta como la peor de las épocas, aduciendo que todo es malo y perverso. La maldad es proporcional a la imaginación de aquellos que juzgan sin saber, por ejemplo, recuerdo que a mi colegio “salesiano” llevaron un señor encopetado dizque “experto” en mensajes subliminales.

Los curitas nos juntaron en un auditorio a los estudiantes de sexto y séptimo grado y, el tal “experto” hacía sonar discos de rock al revés muy despacio, según él, se escuchaba la voz del demonio, ¡la verdad yo no la escuché!

Después empezó a mostrarnos botellas de gaseosas y nos decía que tenían la forma de una mujer desnuda, en resumidas cuentas, era pecado escuchar rock y tomar gaseosas.

Ahora entiendo que cada quien ve la maldad a su manera y que cada época inventa sus demonios, sino recuerden que el tango fue prohibido por muchos años, la iglesia lo satanizó por vulgar y erótico.

Repito y una mil veces, los niños se deben corregir, así lo he expresado en mis clases de pedagogía, existen una gran variedad de formas para enseñar y educar contrarias a la violencia. Recuerdo que un par de años atrás un padre de familia y su esposa se fueron a la cárcel por haber asesinado a su niño, de escasos tres añitos, en medio de un castigo físico. El país ya se olvidó de eso. Ojalá llegue el fin de la nalgoterapia, no más violencia.

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Redacción Minuto30

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