Los nervios en la intervención televisada del presidente Santos, en la noche del jueves, para anunciar las objeciones presidenciales a su propio proyecto de reforma constitucional, expedido por el Congreso  al anochecer del 20 de junio, en la oscuridad, demuestran la pobreza y falta de recursos jurídicos del gobierno en la presentación de sus iniciativas.

Otro fracaso.

Primero fue con la polémica Ley de Educación que fue sepultada por un puñado de corajudos estudiantes que arrodillaron al Ejecutivo Nacional y, por intermedio de este, al poder Legislativo, debate en el que se impuso la masa estudiantil.

Golpe de estado.

Lo ocurrido con la reforma  a la Justicia y al Congreso no es más que un golpe de Estado a la institucionalidad, pues el Ejecutivo, si bien es co-legislador, según la propia Constitución, no tiene atribuciones de veto a las reformas constitucionales, pues estas (cualquiera que sea su origen) provienen en última instancia de la soberanía popular que está por encima de los poderes públicos.

Desautorizado.

Con su monserga, el presidente Santos desautorizó al ministro Juan Carlos Esguerra, quien a nombre del mismo Gobierno había solicitado a cada una de las cámaras la aprobación del proyecto de reforma ya conciliado.

Una comedia.

Resaltamos en esta comedia la ausencia del ministro Federico Renjifo, quien ejercía funciones como Ministro Delegatorio mientras se votaba un proyecto redactado por una secretaria de apellido Renjifo, cuyo nombre se le olvidó al director del liberalismo, Simón Gaviria, el joven presidente de la Cámara, quien reconoció no haber leído  el texto que votaba, demostrando la incuria, el descuido, la negligencia e improvisación por parte del equipo de la Unidad Nacional, compuesto por los miembros del gabinete y por los parlamentarios de las bancadas aglutinadas alrededor del panal de mermelada que  reparte el ministro Echeverri.

Otra torre.

Contradiciendo al ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, el propio ministro del Interior, Federico Renjifo, dijo que mientras la reforma no sea promulgada, no entrará en vigencia, señalando que el Congreso introdujo nuevos artículos a espaldas del Gobierno, llevándole la contraria al señor Esguerra.

Presidencialismo.

Con lo dicho por el presidente Santos y el ministro Renjifo se está formalizando un presidencialismo al mantener  una dictadura constitucional, pues el Presidente le está usurpando sus funciones de constituyente derivado, apareciendo como el nuevo reformador.

El Ejecutivo, con el pretexto de unas supuestas objeciones presidenciales que solo son pertinentes a los proyectos de ley, está impidiendo la vigencia de un acto legislativo que solo está pendiente de su promulgación a través del Diario Oficial para entrar a regir, y que el presidente de la Cámara, Simón Gaviria, para congraciarse con el Ejecutivo -brincándose la instancia de la Corte Constitucional- anticipó que no dará el visto bueno a este paso a seguir, materializando  así lo que  los ortodoxos de la doctrina constitucional califican como un “golpe de estado”.

Interrogantes.

¿Será que el presidente Santos, en su  desespero, ofrece un referendo o se le medirá a  una constituyente o pensará en cerrar el Congreso? Averígüelo Vargas…

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Redacción Minuto30

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