Todos los colombianos debemos saludar y apoyar las iniciativas de paz de parte del gobierno del presidente Duque. Sin duda, como dice Thomas Mann, “la guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”, y ella (la guerra), de por sí contradice los postulados mismos de la civilidad, las teorías de la negociación de conflictos y la visión moderna de una sociedad, más si ésta se ubica entre las lindes de un Estado de Derecho. Algunos estadistas de parroquia saben (y de ello sacan provecho), que es más fácil mandar inocentes a la guerra, que asumir los retos del desarrollo y de la paz. Afortunadamente, a ello se opone el grueso de la población colombiana y buena parte de la comunidad internacional, en cabeza de los Estados Unidos, la Secretaría General de la ONU, la Unión Europea, la OEA, Unasur, y los gobiernos amigos, entre ellos muchos de Europa. En este contexto, la elección del presidente Joe Biden, es importante.

Todo lo que se haga por la búsqueda de la paz (dentro de un marco legal y racional), debe ser plenamente apoyado, más si la iniciativa está sustentada en principios claros, como los planteados de tiempo atrás, y ahora, por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, el doctor Juan Camilo Restrepo Gómez, a saber: aprender de los errores del pasado, conversaciones bajo la idea de la terminación del conflicto armado como punto de llegada, la advertencia de que la Fuerza Pública no dejará de operar en ninguna parte del territorio nacional, la Paz con Legalidad y la puerta abierta a otras fuerzas levantadas en armas, que demuestren clara voluntad de paz.

La guerra es odiosa: “¡Claro que es odiosa la guerra! pero más aquellos que la cantan sin hacerla”, como dice Romain Rollan, escritor, dramaturgo, ensayista, historiador, novelista, gran pacifista y militante francés, de contera, Premio Nobel de literatura 2015. Esto lo debe entender una minoría poderosa que se opone a cualquier salida negociada, por mero asunto personal o el cálculo infame de réditos políticos o económicos. La terminación del conflicto armado, conocido comúnmente como “la Paz”, es un imperativo ético, moral y social, que debemos exigir y querer todos.

Así pues, saludamos el que, en el marco de la celebración del Día Internacional por la Paz, el pasado 21 de septiembre, en el auditorio del Instituto para el Desarrollo de Antioquia, IDEA, el doctor Juan Camilo Restrepo Gómez, Alto Comisionado para la Paz, reiteró la voluntad del Gobierno Nacional para garantizar el cumplimiento de los Acuerdos firmados en La Habana, e indicó que se continúa en el proceso de exigir gestos reales de paz al ELN, para iniciar con ellos una eventual ruta de entendimiento. Horas después, en el marco de la citada Conmemoración del Día Internacional de la Paz (organizada por la Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia), en el Teatro al aire libre El Pedregal, de Medellín, el Alto Comisionado subrayó los avances logrados en materia de la implementación de los Acuerdos, así:

«Hemos trabajado por los derechos de las víctimas, y ahora tenemos 350 mil indemnizaciones individuales. La ley de restitución irá hasta 2031, y más del 95% de los excombatientes tienen hoy seguridad social. Con la puesta en marcha de los PDET, 8 billones de pesos se invierten en 170 municipios, gracias a su planeación juiciosa y ejecución puntual. Más 13 mil combatientes están hoy en la legalidad, y contamos con el fortalecimiento de ofertas de empleo para ellos, gracias a 1.400 obras y proyectos productivos que están en curso».

Así mismo, fue enfático al decir: “ante la comunidad internacional, y en tono mayor, ratifico el compromiso con la implementación de los Acuerdos (de Paz), porque todavía tenemos que garantizar los derechos de las víctimas. Puede que hoy veamos el vaso medio lleno o medio vacío, pero estamos construyendo la línea base para los próximos 10 años. Este proceso ya no tiene manera de echarse para atrás».

Para cerrar con uno de mis autores preferidos, el citado Romain Rollan, autor de bellísimas biografías de excelsos personajes como Beethoven, Miguel Ángel, Tolstói, Gandhi, San Luis y Péguy, quiero recomendar sus famosos Carnets, que, comenzados en 1906, son su diario íntimo, de singular valor autobiográfico, donde retrata su vida y su obra como una constante aspiración hacia la luz, y donde trató de expresar una concepción de la vida y de los valores individuales superiores dentro de la realidad histórica, la convivencia social y el más decidido pacifismo e internacionalismo.

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