“Susceptible de empeorar”

En estos días en una conversación con amigos y hablando de la escasa popularidad del espurio le asignaban a Uribe gran parte de la responsabilidad de esta situación; creo que aunque Uribe no hubiese definido su oposición hacia este gobierno las cifras no serían muy diferentes puesto que el pueblo no tiene nada de estúpido y percibe con claridad cuál es el talante del que rige sus destinos.

Vamos por partes. En primer lugar del discurso de posesión al comportamiento casi inmediato hay un abismo ya que en el primero se extendió en alabanzas a su mentor y a renglón seguido se consiguió a su mejor amigo a quien hasta hacía muy poco, atacaba con uñas y dientes.

Poco después, a pesar de que su compromiso de campaña consistió en la continuación de la política de seguridad democrática impulsada en los ocho años de gobierno de URIBE, en un abrir y cerrar de ojos inició las tertulias para la jubilación de los ancianos jefes del narcoterrorismo que estaban hastiados de esconderse en cuevas y tugurios dentro de los montes de Colombia.

Para lograr esa supuesta ¿paz?, entregó a ese grupo delincuencial todo tipo de prebendas para blindarlos y evitar que la justicia nacional e internacional los obligase a pagar por sus delitos atroces; quiere además imbuir a la sociedad colombiana a convivir y a cohonestar esos delitos y, para colmo, quiere extender estos beneficios a todos aquellos delincuentes que tengan un supuesto control territorial y una estructura organizacional que defina jefes, subjefes y peones.

Cuando Uribe demostró que el estado estaba en capacidad de someter a los violentos y lo que faltaba era continuar con esas operaciones, este malhadado personaje decidió entregarles un aire revitalizador, los convirtió en oponentes válidos e ideológicos de la sociedad y parece, que para él todo tipo de delincuente tiene este carácter y lo amnistiará como dice el ciego que está, aunque el ministrico de justicia lo contradiga pues en la práctica se mueve como pez en el agua y actúa como si sobre él no pesase ninguna carga o deuda con la justicia.

El desastre económico de su des-administración, la inseguridad jurídica galopante, la corrupción de su elección y la subsiguiente de todos los órganos del poder público, que desde hace rato estaban a la vista del más desprevenido pero que tuvo que denunciar un organismo extranjero, para que las autoridades colombianas se pellizcaran y actuasen al respecto(aunque creo que muy tibiamente), la desconfianza en las instituciones del estado generalizada por lo inepto y paquidérmico, son suficientes motivos para que este individuo tenga una imagen desfavorable superior al 80% sin necesidad de que Uribe haya incidido en esa realidad.

Si hubiese un responsable diferente al Espurio, aquel hubiese capitalizado ese hecho a su favor y muy seguramente, estaríamos celebrando el cambio de presidente desde hace rato y no tendríamos las preocupaciones que ahora afrontamos con respecto al futuro del país.

Padres que tienen sus hijos en el exterior insinuándoles que no regresen por ahora, empresarios buscando horizontes diferentes para establecer sus empresas, capitalistas colombianos y extranjeros retirando su dinero de nuestro territorio y gran parte de los colombianos inquietos por lo que les deparará el futuro, son síntomas elocuentes y palpables de lo que en verdad vivimos y más cuando el espejo de la ideología de sus mejores amigos se ve en Cuba, Venezuela, Nicaragua, (esta que se quedó con 75.000 KM2 de nuestro mar) y esos otros países que han coqueteado con el trasnochado socialismo del siglo XXI.

Este infausto “presidente”, para mantener su imagen y propiciar este estupro de la falsa paz, corrompió a los medios capitalinos y a algunos provinciales para que divulgasen sus mentiras como verdades absolutas creyendo que con la reiteración sistemática el pueblo las aceptaría como tales. Ni con esta estrategia logró opacar el desastre de su ineptitud y falsedad.

Postre. Lo peor que puede sufrir un colombiano decente es el apoyo del espurio, los medios envilecidos y todos esos personajillos de la farándula procaz de la capital de la corrupción que piensan que son los dueños de las buenas costumbres, cuando en verdad están podridos por sus desviaciones comportamentales.