El sur global emerge

El 15 y 16 de septiembre de 2023 se llevó a cabo en La Habana, Cuba, la Reunión del Grupo de los 77 + China, la mayor organización intergubernamental de países en desarrollo en las Naciones Unidas. Fue conformado en 1964 en el marco de una reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), integrado por mayoría de Estados vinculados al Movimiento de Países No Alineados, cuenta con 135 miembros.

La reunión del G77 + China, se desarrolló días posteriores a la XV Cumbre de los BRICS, que se llevó a cabo en Johanesburgo (Sudáfrica), en agosto pasado y en la previa de la Asamblea General de la ONU, realizada los días 18 y 19 de septiembre del presente. Esta sincronía de eventos internacionales de los máximos exponentes el orden global, no es una curiosa coincidencia, representa una coordinación significativa de un bloque de naciones que están disputando una nueva instancia de gobernanza mundial, ante la evidente crisis del sistema representativo surgido desde 1945.

El G77 con cerca de sesenta años de existencia, no se reunía aproximadamente hace una década, su último encuentro se llevó a cabo en la Paz, Bolivia, en el 2014.  La importancia de la cumbre es significativa, con sus 135 miembros, representa más de dos tercios del nivel de decisión de la organización de las Naciones Unidas con una fuerte capacidad de negociación económica, lo que se convierte en un contrapeso al G7, que agrupa a Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Italia, Francia y Canadá.

El hecho de que el G77 + China tome relieve en la política internacional, corresponde al claro declive del sistema de la multipolaridad que se impuso en el marco de la Guerra Fría y que se extendió hacia los tres primeros lustros del siglo XXI. Entre los factores que se podrían señalar del agotamiento del sistema multipolar, tienen que ver con el desgaste de la “guerra al terrorismo”, que sin duda develó intereses de las potencias del “eje del bien”, en sacar provecho de su ocupación en el medio oriente, para acaparar el mercado energético sin resistencias, este hecho tuvo su efecto boomerang en los acontecimientos posteriores en Siria, Afganistán e Irán.

A ello se suma el despertar del dragón comercial chino y su ascenso en el mercado mundial, cuyos nuevos socios corresponden a un bloque no alineado a los intereses de la Casa Blanca y sus aliados. Como también al renacer de un espíritu de autodeterminación y soberanía que se impulsó a raíz de los hechos del 11 de septiembre y sus efectos posteriores. Lo que se le agrega la caída económica norteamericana desde el 2008, que ha acelerado la preocupación de los países dependientes del dólar con relación a la suerte de sus economías.

Fin de la multipolaridad y ascenso del multilateralismo

Un orden multipolar es un esquema complejo, en cual existen más de dos focos de concentración del poder. El carácter bipolar del sistema internacional que funcionó durante el periodo de Guerra Fría y se instaló en el relacionamiento de la gobernanza global que se amplió a otros focos de poder del cual comparten intereses comunes, como son las potencias de Alemania, Estados Unidos, Francia, Japón y Reino Unido, entraron en crisis dentro su proyecto de dominación.

Sin duda, la crisis del sistema de gobernanza global se ha hecho más evidente a raíz de por lo menos tres sucesos acaecidos durante el último periodo de 2001- 2015, que hoy hacen posible el impulso de un nuevo campo de relaciones políticas y económicas entre naciones: la derrota a  la guerra norteamericana en Siria, la fallida ofensiva de desestabilización a Venezuela para retomar el control de las reservas petroleras y el ascenso de los BRICS, como centro de disputa de un proyecto de cooperación y desarrollo no dependiente del actual sistema internacional.

Se está acelerando un cambio en el sistema mundial y cada vez, toma más fuerza una agenda emergente desde el campo multilateral, basadas de reglas de convivencia respetuosas de la autodeterminación de los pueblos, cuyos principios de no injerencia, ni utilización de la fuerza para la resolución de conflictos, se contraponen a la actual dinámica del G7 y sus sillas asentadas en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Cobra importancia, que el G77 proponga un nuevo marco de inclusión para proyectos de cooperación y desarrollo sostenible a países que siempre fueron relegados de las agendas del FMI por su poco impacto en la economía mundial. Contrario a ello, se ha propuesto una alianza para ampliar mercados con una política comercial que permita romper las barreras del sistema de divisas a nivel internacional y promover un sistema de intercambio bajo otros parámetros no dependientes del dólar. Ello ha surgido como respuesta al FMI y su negativa de ampliar la participación de países no pertenecientes a la Unión Europea y la alianza con EEUU.

Una nueva arquitectura económica y financiera está en desarrollo, ello surge como parte de los nuevos acercamientos que el G77 viene haciendo hacia países del denominado Sur Global, en donde los aspectos de ciencia, tecnología, innovación y desarrollo sostenible con relación al cambio climático se ven como parte de un proyecto de ampliación para garantizar sociedades más justas en lo social, económico, político y cultural. Todo esto corresponde al diseño de un nuevo proyecto de construcción de consensos basados en el proyecto de la multilateralidad que, sin duda, rompen el casi centenario periodo de entreguerras que se instaló desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de la ONU.

Todo parece indicar que el siglo XXI no repite la experiencia del siglo anterior: un sistema de gobernanza global creado para la justicia de los vencedores. Este proceso de una nueva arquitectura económica, política y financiera está empezando a nacer justamente allí, donde el periodo colonial en el que surgió el capitalismo pudo expandirse como sistema mundo y se abrió paso usurpando territorios y riquezas naturales a costa de la pobreza de naciones, ubicadas en ese sur, el cual ahora levanta cabeza ante el mundo para reclamar su lugar dignamente. Se abren esperanzas para no repetir la triste historia que acompañó la última centuria de la humanidad.

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