Sobre la accidentalidad vial

Debiéramos esperar los colombianos que las aterradoras cifras que dió el director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, Alejandro Maya, no hayan pasado desapercibidas y sean tomadas, muy a pecho, por los conductores de vehículos y motocicletas, especialmente por estos últimos, que son la mayor parte de los casi 6.500 decesos que esta actividad produjo el año pasado, incluyendo peatones. Según sus palabras, la inseguridad vial puso más muertos que los generados por el conflicto con las guerrillas, paramilitares y delincuencia común juntos. Y el asunto es que no aprendemos, en lugar de tener la lección aprendida es como si fuéramos primíparos en esta materia: no se puede conducir a exceso de velocidad, luego de haber ingerido cualquier cantidad de licor, tampoco un vehículo que no esté en óptimas condiciones técnicas, se deben respetar las señales de tránsito, usar cinturón de seguridad y en el caso de las motos, casco.

Errores que cada día se multiplican, porque como en Colombia existe un grupo grande de personas que no le gusta obedecer ningún tipo de norma y cada día hay más conductores por la compra de vehículos, en especial motocicletas, entonces los errores y la infracción consciente de las normas de tránsito seguirán en aumento hasta llegar no se a dónde y las personas tomen conciencia; incluso la sola publicidad de una cifra tan alta de muertos debiera ser suficiente campaña pedagógica para tomar en serio el tema.

Algunos datos suministrados por el funcionario son los siguientes: “El 82 por ciento de las personas que mueren por siniestros viales en Colombia son hombres, y la mitad tienen entre 18 y 39 años. El 60 % de las muertes en accidentes de tránsito están directamente relacionadas con el uso de la motocicleta. En 2006 había 2 millones de motos, hoy tenemos 8 millones en todo el país. Es un vehículo estimulado en Colombia, no paga impuestos, no paga IVA, no paga impuesto al consumo, no paga impuesto de rodamiento, no tiene restricciones en muchas ciudades. El 70 % de los registros iniciales de vehículos nuevos en 2018 corresponde a motos. En seis regiones se concentra el 53 por ciento de la problemática: en primer lugar, Antioquia, seguido por Valle, Bogotá, Cundinamarca, Santander y Tolima”.

Como puede verse, las motocicletas son la principal causa de la accidentalidad vial en Colombia y desde luego no por el solo hecho de ser este tipo de vehículo, sino porque, y no es sino verlo en la calles de ciudades y pueblos, una cantidad muy grande de quienes las conducen no respetan las señales de tránsito, es que hasta cruzar una calle cuando el semáforo se ha puesto en verde para los peatones se volvió un peligro: en normal y usual que uno que otro carro, pero principalmente los motos, continúen su camino con el semáforo en rojo sin importarles qué pueda pasar; conozco de personas con familiares que han muerto o resultado gravemente heridas en situaciones como la acabada de describir, lo que sumado a la ingesta o consumo de sustancias que producen embriaguez y a personas que no saben conducir un vehículo o motocicleta, pese a lo cual lo hacen porque es bastante fácil obtener licencia de conducción, han hecho que estar en la calle, como conductor o peatón prudente que respeta las normas, sea un verdadero peligro. Para algunos es más asustador esta circunstancia que la posibilidad de ser robados o asaltados.

Cuál es la solución entonces? Las campañas de concientización deben incrementarse, la legislación reguladora de la materia, que se ha endurecido, debe serlo más, de ser necesario, somos un país donde la prevención no hace parte de los cálculos de la gran mayoría, por ello se deben endurecer las consecuencias del mal uso de los automotores, incluidas las motos, y de no respetar las normas de tránsito, pero sin lugar a dudas, la mejor manera de prevenir tanta fatalidad en una actividad calificada de peligrosa, es la conciencia que deben tener todos los participantes del tráfico rodado, de ser responsables para evitarse tragedias y evitárselas a los demás, hay que entender que debe respetarse la vida propia y la ajena, por qué cuesta tanto trabajo entender algo tan elemental.