A mi edad, cuchi joven, creía haberlo visto y escuchado todo, pero, la vida misma me enseña que no todo se sabe y que todos los días debo aprender.  La verdad estoy anonadado y realmente confundido, pues resulta que en una institución educativa del país, en junio del año anterior, una pareja de estudiantes, adolescentes, decidieron tener relaciones sexuales en su aula escolar, acto que fue grabado por el vigilante de la institución, quien de inmediato comunicó el hecho a las directivas institucionales, las cuales no dudaron en expulsar la pareja de enamorados por considerar el acto como algo indebido. Por esta razón los estudiantes, invocando su derecho a la educación, interpusieron una acción de tutela obteniendo de la Corte Constitucional una respuesta favorable para ellos. Aunque la posición de la Corte ha sido que las instituciones educativas sí pueden imponer sanciones, incluso expulsión, en el caso de faltas gravísimas contra sus manuales de convivencia, el fallo de hace una semana protegió a estos estudiantes expulsados, abriendo un boquete inmenso en materia de futuras sanciones.

Ante el pronunciamiento de la Corte, emanado en la Sentencia T-364 de 2018, el país convulsionó, aduciendo desde diferentes instancias que ahora las aulas de clase se convertirían en los nuevos moteles, donde, sin lugar a dudas, el respeto por el otro se degradaría cada día más. Frente al desbordado número de comentarios, la Corte vía Twitter, manifestó: «El colegio no aplicó debidamente los criterios que había establecido en su propio manual de convivencia para imponer una sanción ante una falta gravísima».  La Sala señaló que la expulsión era una sanción desproporcionada teniendo en cuenta que esa conducta, si bien puede ser reprochada por el manual de convivencia, hacía parte de la esfera íntima de las personas y no afectó a terceros. Admito que no soy mojigato, santurrón o puritano, pero pido respeto por la escuela porque considero que cada cosa en su lugar.

Aunque lo que acabo de relatar me parece grave, más grave aún considero lo que tengo por decir, pues resulta que en medio de diálogos e interlocuciones con mis estudiantes de pedagogía, colegas y amigos, me enteré que también hace pocos días  en una institución educativa, del departamento de Antioquia, un niño de primero de primaria le pagó a una de sus compañeritas de curso doscientos pesos para que accediera a hacer el amor con él, la niña recibe la moneda y acude a la cita en el baño, donde ya desnuditos fueron sorprendidos por los profesores.  No había acabado de asimilar semejante relato, cuando empezando la semana me llega la noticia que dos niños de diez años abusaron sexualmente de una de sus compañeritas de curso de escasos ocho años, acto carnal abusivo con penetración incluida…  la verdad quedé mudo, y, sumergido en un mar de preguntas.

De mi parte, hace años vengo pregonando en diferentes escenarios, donde me han invitado que “la escuela está enferma”, pero me estoy dando cuenta que a mi frase le puedo agregar, “la escuela está enferma y la familia está muerta”.  Sólo quiero dejar un interrogante, ¿qué viven, oyen o ven niños y jóvenes en sus casas para actuar de esta manera, convirtiendo desde niños sus cuerpos en una mercancía?  Y pregunto porque no faltará el mermado que le eche la culpa a la escuela y por ende a sus profesores de las conductas sexuales adoptadas por estos niños y jóvenes. “A mal tiempo buena cara” decían nuestros abuelos.  Frente a este sombrío panorama no dejo de hacerme preguntas y de pensar y… repensar en mi niñez, la verdad no entiendo si yo fui retardado o estos niños, pre modernos, muy adelantados.

Para terminar, quiero decir que al interior de las instituciones educativas debe hacerse un trabajo bien estructurado con las familias, independientemente de su conformación. Hoy más que nunca los padres de familia deben participar del proceso formativo de sus hijos, no más padres ausentes, la escuela no es un depósito donde se guardan estudiantes como se guardan los carros o las motos, no, la escuela es un lugar donde la comunidad educativa vela por el bienestar y la formación de niños y jóvenes, ah, la familia también hace parte de la comunidad educativa. Qué bueno sería rescatar las “escuelas para padres”, pero hablo de verdaderas “escuelas para padres” y no de sermones o conferencias refritas donde algunos psicólogos y curas se creen con autoridad para hablar del tema cuando en verdad nunca han tenido hijos, lo mejor es hacerlo de forma vivencial y con temas o talleres pertinentes a cada problema. Hagamos algo, propongamos formas de involucrar la familia en la escuela para evitar ver de nuevo a Romeo y Julieta en el baño.

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Redacción Minuto30

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