La envidia es un sentimiento que libera las más poderosas perversiones humanas, sin limites los sentimientos que provienen de la envidia pueden hacer mucho daño pues es la compulsión a destruir lo que no se puede tener, como el Moro de Venecia la derecha colombiana ha insistido en destruir el país cuando no puedo gobernar. La historia colombiana esta plagada de poderosos ejemplos de la derecha envidiosa y su acción que pone primero su partido.

En la postrimería de la guerra de los mil días cuando el general Benjamín Herrera perseguía los últimos reductos conservadores por las selvas del Darién se encontró en las playas de Panamá las corbetas de la armada de los Estados Unidos pues los conservadores derrotados habían propiciado su ingreso para que invadieran el país con el febril propósito de que no gobernaran los liberales; el talante moral que tuvo Herrera en preferir la patria a los partidos  es, precisamente, el que el revanchismo de la derecha en Colombia nunca ha tenido.

Laureano Gómez, el representante mas recalcitrante de la derecha de mediados del siglo anterior que amenazó siempre con una guerra civil para chantajear, que estableció lapidariamente que haría “inviable la república” en el caso en el que sus chantajes no fueran reconocidos.

Así mismo, por envidia y revanchismo el expresidente Uribe dividió el país y engañó a las mayorías para que negaran en las urnas la posibilidad de la paz, por la exclusiva razón de que no fue su gobierno el que hizo el acuerdo.

En nuestra historia, la doctrina política de la derecha ha sido la revancha, la envidia y el chantaje, en este momento en una intrépida campaña que busca rescatar de los terribles resultados del gobierno nacional el partido de gobierno pretende convertir a Medellín en la presa de un debate político desgastante, violento y  sin vocación de prosperidad con la única motivación de destruir lo que la voluntad popular no les entregó y a lo que sienten que tienen derecho natural: la administración de la ciudad.

Paradójicamente se enarbola la idea del amor por Medellín, de su protección, para destruirla como Otelo que por su amor romántico mató a Desdémona por no poder tenerla.  No podemos permitir que en Medellín triunfe la tragedia de la envidia.

Si la ciudadanía se deja arrastras por esa perfidia y permite que nuevamente el engaño, el revanchismo y la envidia triunfen, pagará con su futuro el chantaje al que la someten. #NoPasaran #NoMas.

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