Desde el Centro Democrático siempre hemos concebido la necesidad de construir una economía fraterna, donde los incentivos a la inversión y al sector privado no sean un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar las condiciones sociales de los trabajadores y la población más vulnerable del País.

Y es precisamente ahí, en ese equilibrio, donde toda la población gana. Por ejemplo, de nada sirven las reducciones de impuestos a las empresas si solamente benefician a los accionistas de las sociedades y no generan un beneficio real para los empleados, así como el discurso de odio de clases, que pretende asfixiar al sector privado, termina ahuyentando a los inversionistas y privando al País del músculo empresarial capaz de generar puestos de trabajo.

Por esa razón, en búsqueda del punto medio, en el Centro Democrático, en cabeza del Presidente Uribe, hemos liderado el proyecto de ley que reduce la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, el cual aprobamos esta semana en el Senado y ahora pasará a la Cámara de Representantes. Una medida que les permitirá a los trabajadores compartir más tiempo en familia sin verse afectados por una disminución de sus ingresos.

Como tal, hoy en día en Colombia los empleados están laborando 8 horas más en promedio que en Estados Unidos y 10.5 horas más que en Europa, a lo que hay que adicionar el tiempo de desplazamiento entre el trabajo y la casa, donde en el caso de Bogotá una persona pierde 272 horas al año en trancones.

Es decir, si sumamos estos dos factores el espacio que tiene un trabajador para compartir en familia es mínimo y se reduce a escasos momentos a altas horas de la noche, más aún si tenemos en cuenta que el 55.3% de los empleados tienen jornadas laborales superiores a las 40 horas, lo que significa que la mayoría de la población ocupada del País debe sacrificar tiempo con sus hijos para generar ingresos, lo cual genera varios problemas.

Por un lado, cada vez será más difícil mejorar la tasa de vinculación laboral de las mujeres, dado que al no ser posible establecer un equilibrio entre la vida laboral y personal en muchas ocasiones ellas se ven obligadas a renunciar a sus aspiraciones profesionales para poder compartir más tiempo con sus hijos pequeños, con lo que se termina aumentando la brecha laboral entre géneros que hoy en día es de 8.9 puntos.

Por otro lado, está comprobado que la productividad del empleado no responde a una lógica de mayor tiempo de trabajo, sino que el cuerpo se desempeña mejor cuando debe cumplir más tareas en menor tiempo. Por ejemplo, alguien que trabaje 35 horas a la semana es un 50% menos productivo que quien labore 20 horas, razón por la que una disminución en la jornada de trabajo de 48 a 40 horas terminaría siendo una medida donde gana tanto el trabajador como el empleador, más aún si las compañías incorporan en su cadena de producción elementos tecnológicos que de la mano a lo anterior aumenten la efectividad del proceso.

Además, hay que tener en cuenta que una jornada de 8 horas o más puede elevar hasta tres veces el riesgo de depresión, así como también se incrementan los índices de sedentarismo al estar más de 6 horas sentado, lo cual termina en el mediano plazo generando una mayor presión al sistema de salud. De hecho, del 2006 al 2015 el porcentaje de Colombianos con obesidad pasó del 45.9% al 56.4%, indicador que está relacionado no solamente con los hábitos alimenticios de las personas, sino con las condiciones laborales y el tiempo libre que se tenga al día.

Esta iniciativa, cabe resaltar, va de la mano con los incentivos a la inversión que aprobamos en la Ley de Financiamiento y la Ley de Crecimiento Económico. Como lo dije anteriormente, los beneficios tributarios a las empresas deben ir acompañados de medidas que garanticen una mejor calidad de vida de los trabajadores.

Por una economía fraterna, solidaria y sin odio de clases: ¡reduzcamos la jornada laboral!

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Redacción Minuto30

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