Justo cuando se arraigaba indebidamente y por vox populi, eso de que la importancia de los ediles era temporal, y que su protagonismo se reducía a unos cuantos cálculos electorales dentro de la mecánica de campañas territoriales, aparecería una respuesta, a las múltiples inquietudes formuladas por los miembros de la Juntas Administradoras Locales de todo el país, quienes por el hecho de ser elegidos popularmente y estar al servicio de las comunidades, consideraban a bien, que debían ser tratados de forma similar, al engranaje legislativo en que se soporta la democracia, y por tanto, tener derecho a un mínimo de ingresos para sufragar los  múltiples gastos en que deben incurrir para el adecuado ejercicio de las funciones más que legales e impuestas, de carácter social y elegidas como vocación personal[1].

Un primer intento por atender el llamado, surgió en el año 2015, cuando la idea de proyecto de ley, se radicó ante el Congreso, de allí, y hasta hace poco, parecía que los territorios tendrían que esperarla como realidad, mientras que los tramites de escritorios y el casi perdido papeleo, así lo permitiera, como dando a entender, que los mandatarios locales de las épocas, las corporaciones públicas y el mismo Congreso, la miraban desde lejos y no con los mejores ojos.

Medellín, se pondría en el primer lugar de los buenos insistentes, Alcalde, Secretarios y hasta Congresistas de diferentes colores, asumirían la tarea, de sacar de los cajones, la intención, que significaba tal vez, el mayor por no decir único, acto de reconocimiento significativo, a los liderazgos sociales, que revestidos de ediles, acompañan los procesos, articulan gestiones y acercan a los más necesitados a la oferta, servicios y servidores de las administraciones, y no era para menos, en Medellín por ejemplo, ya se tenía claro, que no era posible gobernar sin ellos, y que la gratitud y compromiso del edil, es proporcional a la que manifiestan casi siempre las comunidades.

Reconocer al líder, es sin duda, exaltar la democracia, y no podría pensarse como suficiente una remuneración  como la que hoy se plantea, pero tampoco negarla como un avance certero y afirmativo, que el mismo sistema político territorial venia reclamando ya hacía años, desentendiendo algo así, como que un liderazgo invisible, hace invisible un territorio, como que desconocerlos seria negar que cuando el Estado no ha llegado a los territorios, han llegado sus líderes, que cuando los recursos no se han visto reflejados, han surgido los convites comunitarios, que cuando las puertas de la educación se han cerrado, son ellos, quienes a través de la participación y la priorización de presupuestos, han hecho posible el sueño de muchos, casi siempre jóvenes, quienes a hoy ven en ellos, referentes de superación y liderazgo.

El ejercicio de los ediles en Medellín, y en todo el país, es muy valioso, generalmente confluye con un montón de necesidades personales que poco se conocen, por ello, la remuneración que se aprueba para ellos, es apenas una de las acciones necesarias, para dignificar la labor de los jalonadores del desarrollo territorial-comunal, un avance que corresponde celebrar como ciudadanos.

Y luego de un trasegar callado, lento y hay que decir inseguro, transcurrió la Ley 2086 de 2021, hoy toda una realidad.

[1] Ver exposición de motivos: https://docs.google.com/viewerng/viewer?url=http://leyes.senado.gov.co/proyectos/images/documentos/Textos+Radicados/proyectos+de+ley/2015+-+2016/PL+054-15+Honorarios+Miembros+JAL.pdf

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Redacción Minuto30

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