Un palestino quema un neumático para bloquear una calle durante los enfrentamientos registrados con tropas israelíes en la ciudad cisjordana de Hebrón/EFE

Un palestino quema un neumático para bloquear una calle durante los enfrentamientos registrados con tropas israelíes en la ciudad cisjordana de Hebrón/EFE

El derecho al retorno de los refugiados, que reclaman hoy por quinto viernes consecutivo miles de gazatíes en la Franja a pocos metros de la frontera con Israel, es una de las principales reclamaciones palestinas y de los mayores escollos para un acuerdo de paz con los israelíes.

La creación de Israel y las guerras posteriores de 1947 a 1949, provocaron la expulsión y huida, en un éxodo que denominaron Nakba («Catástrofe», en árabe), de 700.000 palestinos, una cifra que, sumada a sus descendientes, supera ya los 5 millones de refugiados según la ONU.

La reclamación del retorno es uno de los pilares de las estancadas negociaciones, junto con la soberanía de Jerusalén, los asentamientos, el control de recursos hídricos, la demarcación de fronteras y la seguridad.

En diciembre de 1948, la Asamblea General de la ONU, mediante la Resolución 194 (no vinculante), declaró en su artículo 11 que los refugiados que desearan «regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos deberían poder hacerlo en la fecha más próxima posible», y quienes no lo hicieran deberían ser compensados.

Desde finales de 1960, el artículo 11 aparece de forma recurrente como base del derecho internacional, junto con la posterior Resolución de la Asamblea 3236, que en 1974 reafirmó el «inalienable derecho de los palestinos a regresar a sus hogares y propiedades, de los que habían sido desalojados y desarraigados».

Israel alude habitualmente a un «traslado voluntario» de las familias palestinas, que huyeron por miedo durante la guerra y tras ser movilizadas por los líderes árabes, y solo reconoce su derecho al retorno a un futuro Estado palestino.

Además, recuerda que en esos mismos años alrededor de 800.000 judíos tuvieron también que salir de países árabes como Marruecos, Yemen, Siria e Irak, donde vivían amenazados, y buscar refugio en el Estado hebreo, sin que fuesen nunca compensados por sus pérdidas.

Los palestinos, por su parte, entienden esta reivindicación como parte de su identidad nacional, presente desde su infancia en el imaginario social colectivo, y consideran su éxodo una injusticia histórica en espera de ser subsanada.

«Los israelíes dicen que ésta es su tierra, pero no es cierto; se la robaron a nuestros ancestros y creyeron que nos olvidaríamos de ella», afirmó a Efe una joven enmascarada en Gaza durante las protestas de la Gran Marcha del Retorno, antes de añadir que el derecho a regresar «sigue vivo en la mente de las nuevas generaciones».

La cuestión del los refugiados ha estado desde siempre presente en la mesa de negociaciones y no habrá acuerdo de paz que no contenga una solución para ellos.

«Cualquier resolución que no incluya la construcción de un Estado palestino con su capital en Jerusalén Este, basado en las fronteras de 1967, y con una solución justa para los refugiados no será aceptada y carecerá de legitimidad», reiteró esta semana Nabil Abu Rudaina, portavoz del presidente palestino, Mahmud Abás.

En total, unas 500 aldeas palestinas, como Qamun, Iqrit y Qastal, así como una decena de barrios urbanos fueron borrados del mapa entre 1947 y 1949, según el registro del historiador israelí Ilan Pappe en su obra «La limpieza étnica de Palestina», mientras que ciudades como Haifa y Acre y la zona árabe de Jerusalén Oeste fueron repoblados con población judía.

Con la Gran Marcha del Retorno, con un saldo de 40 palestinos muertos por fuego israelí hasta la fecha, tanto en las protestas como en incidentes violentos en la frontera, los refugiados de la Franja -el 70% de sus dos millones de habitantes- quieren recordar al mundo que su exilio continúa.

Patricia Martínez/EFE

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Redacción Minuto30

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