El pasado 12 de Julio fue un día negro para los amantes de los animales, desde Ecuador se gestaba una noticia lamentablemente trágica y dolorosa; Varios albergues de la ciudad de Quito fueron el blanco de un ataque sin precedentes, un biociodio atroz donde las víctimas, no podrían tener un origen más humilde e inocente. Alrededor de 31 animales de tres reconocidos albergues fallecieron a causa de una donación de alimento envenenado y otros, se debatieron entre la vida y la muerte con todo el dolor que esto trae consigo. ¿A quién podría caberle en la cabeza, que una donación que se recibe con total gratitud entre quienes luchamos por sacar adelante con las uñas a tantos animales, podría traer consigo el infame signo de la muerte?

Como integrante de la fundación O.R.C.A, quien comparte con los hermanos ecuatorianos de los albergues afectados, la misión de brindar oportunidades a animales que proceden de situaciones vulnerables, no dejo de pensar en la angustia que pudo sacudir a los miembros de dichas organizaciones, la impotencia que debió acompañar sus sentidos al encontrar agónicos a estos nobles seres, al interior de las paredes que fungen de hogar para ellos en donde se supone yacían tranquilos, libres del miedo, del dolor, de la indiferencia, de la crueldad. Enfrentarse a un maquiavélico plan que roe las esperanzas y que hace mella en la confianza hacia aquellos que hacen parte del proceso de ayudar a recuperar y rehabilitar animales callejeros, es algo indescriptible. ¿Cuánta tristeza pudo pasar por sus corazones? ¿Cómo entender que se rescatan para brindarles una mejor oportunidad y verlos agonizar frente a sus propios ojos?

Muchos albergues, fundaciones, organizaciones, logran sus acciones gracias al apoyo de personas que generosamente y de manera solidaria, donan un poco de alimento, de dinero, medicaciones, entre otros para apoyar la senda que deben atravesar no solo los animales rescatados, sino también, los rescatistas que ponen su empeño en la recuperación de estos animales. La situación en Ecuador medió esa misma generosidad a través de la cual hicieron llegar a varios albergues, entre ellos: Defensa vida animal, Fundación Lucky bienestar animal y Acción animal Ecuador; bolsas con alimento como aporte a la labor que tan loablemente realizan, pero que infortunadamente contenía material clorado que terminó afectando la vida de los caninos que la consumieron. Un acto ruin y premeditado.

Es triste saber que se alberga con bastante esfuerzo animales ante los cuales no se ha sido indiferente, que llegan dejando atrás un pasado oscuro enmarcado por la violencia, la crueldad, el abandono para resurgir como el Fenix en búsqueda de una nueva vida, para que de la nada persona o personas indolentes, sin amor ni respeto por la vida, lleguen a atentar de esta forma tan inhumana contra la vida de las más indefensas creaturas.

Ojeando las páginas de las organizaciones hermanas, encontré casos que hacen mella en el corazón, que generan escozor y dolor, donde terminamos sensibilizándonos y solidarizándonos hasta las lágrimas. Encontré el caso de Bones, un perrito criollo rescatado tras un atropellamiento al lado de su hermano canino, un cruce de poodle que jamás lo abandonó (muestra de la hermosa lealtad que profesan los animales). El perrito (Bones) tenía sus huesos totalmente expuestos al momento de ser alejado de las calles, relatan sus rescatistas que debió ser intervenido quirúrgicamente a causa de la gravedad de sus heridas, en una intervención cruenta y dolorosa que se alargó durante horas, por la complejidad de sus fracturas. Bones, pudo salir victorioso de esa dura prueba y junto con su amigo canino residían en uno de los albergues donde la mano tenebrosa atacó el 12 de julio.¿qué puede sentir sus protectores al verlo superar esa situación para estar luego enfréntandose de nuevo a la muerte al ser víctima de un envenenamiento sin sentido?

Nuevamente Bones demostró que es todo un campeón de la vida y logró salir adelante de esta nueva afrenta que la vida le puso, pero ni Reina, ni Pasita pudieron salvarse, al igual que otros veintinueve caninos de los albergues mencionados.

Osa Caramelosa era una de las huéspedes más queridas de Lucky Bienestar animal, la describen como un ser demasiado dulce que siempre salía al encuentro de sus humanos, con la mayor felicidad posible de albergar en el cuerpo de un perrito. Ahora Osa, se encuentra a las puertas del Puente Arco Iris, como la feliz anfitriona de un lugar mejor para ellos.

¿Qué cabe en la cabeza de una persona para perpetrar un acto tan ruin y aberrante?

No solo en Ecuador hubo manifestaciones de rechazo, esta historia traspasó barreras y encontró eco en muchos países; algo lógico al tratarse de un acto que sobrepasa la comprensión humana. ¿Quién en pleno uso de sus facultades, es capaz de aprovecharse de la inocencia y de las necesidades de benefactores y protegidos, para entregar en sus propias manos el puñal que segaría sus vidas?

En Ecuador, según lo que pude encontrar en páginas del país, el envenenamiento de animales se encuentra como sancionable en las páginas de Código Orgánico Integral Penal; pero dicha sanción se reserva a 50 o 100 horas de servicio comunitario, según el dictamen y acaeciendo la muerte del animal, podría ser susceptible de privación de libertad por tres a siete días. Sanciones de poca cuantía para la magnitud del daño proferido; La legislaciones mundiales están en mora de endurecerse a beneficio de la vida.

Hemos comprobado de múltiples formas que aquellos que se alzan en contra de un animal inocente, son los mismos que empuñarán un arma en el futuro para descargarla contra un ser humano o harán cualquier otra cantidad de acciones violentas en contra de la sociedad. Solo este hecho comprobado desde el punto de vista psiquiátrico y judicial, amerita una visión diferente frente las acciones que se hacen en contra de los animales, al igual que la necesidad de incluir en las cátedras educativas desde la primera infancia, pedagogía a favor del buen trato animal.

Queridos compañeros Ecuatorianos, nuestro saludo solidario y afectuoso para todos ustedes, los acompañamos con el alma arrugada y el corazón en la mano desde nuestro país, Colombia y esperamos que afrentas tan crueles como las que acaban de sobrepasar no diezmen sus esperanzas ni el deseo de hacer más por ellos que tanto nos necesitan, sino que al contrario generen un impulso que los lleve a trabajar con mayor ahínco por cambiar la realidad de los animales de su país. Un homenaje para ustedes y para los honrosos habitantes del Puente Arco Iris, que ahora sirven de faro y guía para los animales que esperan aún en tierra por una oportunidad.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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