Tuve la fortuna de ser alumno en la Universidad Externado del profesor Carlos Bernal Pulido, recientemente elegido magistrado de la Corte Constitucional, quien fuera ternado por el presidente de la república, y en el trato que tuve con él puedo decir que es un extraordinario académico, conocer como el que más del derecho constitucional y la filosofía del derecho, y como persona, intachable.

Hoy está en el ojo del huracán porque fue uno de los magistrados que hace unas pocas semanas votó por declarar inexequibles algunos aspectos del acto legislativo 01 de 2016, que es el soporte legal de los acuerdos firmados entre gobierno y guerrilla, lo han llamado traidor (un burro como Santos hablando de orejas) y enemigo del proceso de paz, hasta el rector del Externado, Juan Carlos Henao, asesor del gobierno en las conversaciones en La Habana, ha tenido que salir a decir que el magistrado Bernal Pulido, que fue por él recomendado para que Santos lo ternara, no es enemigo del proceso y menos de la paz.

Es sorprendente que hombres tan ideológicamente distintos como Humberto de la Calle, reconocido jurista, y Jesús Santrich, reconocido criminal, no compartan la decisión de la corte, y no solo eso, que se hayan venido en contra de la corporación de una manera que nadie comprende si se tiene en cuenta que en un estado de derecho las decisiones de los jueces se respetan y se acatan; en el guerrillero, porque la dirigencia a la que pertenece decidió, unos meses atrás, aceptar las decisiones que con ocasión del proceso de paz, emitiera este órgano judicial, y menos en alguien como de la Calle, conocedor de la ley y hombre de Estado, quien ha tildado de extremadamente grave la sentencia de la corte y que se ha puesto en riesgo la paz. Por su parte Santrich, ha dicho que el nuevo magistrado ha prejuzgado, es un enemigo del proceso, ha inclinado la balanza en contra de la reconciliación.

Lo que ha venido ocurriendo en los últimos días deja claro que Santos por intermedio de sus negociadores se comprometió con una serie de asuntos y le dió a entender a la guerrilla que nada de lo acordado sería objeto de modificación, ni por el congreso, ni por la corte y la realidad está mostrando otra cosa: la corte por primera vez declara la inexequibilidad de unos apartados del acto legislativo que le dió soporte jurídico a las negociaciones y el congreso ha tardado más tiempo del presupuestado por el gobierno debatiendo las leyes para la implementación de los acuerdos.

En una entrevista que le hizo Plinio Apuleyo Mendoza al periodista polaco Maciej Stasinski, quien ha viajado por varios países del mundo, entre ellos algunos de América Latina, incluído Colombia, cubriendo conflictos de diversa naturaleza, contó que entrevistó a Jesús Santrich estando ya en el proceso con el gobierno y al preguntarle por todos los crímenes cometidos por él y por su organización, el guerrillero se negó a aceptarlos, “no tenemos nada que rectificar” le dijo.

Quién lo creyera, un criminal de este calibre diciendo de qué manera debe fallar un órgano constitucionalmente establecido y lanzando opiniones respecto de un magistrado íntegro, este sí un hombre que respeta la ley. Pero por qué suceden estas cosas? Porque el gobierno nacional y personas como Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo les han dado alas a los negociadores de la guerrilla para que digan lo que quieran y hasta se vislumbre en ellos cierto chantaje cuando dicen que la paz está en peligro y que cuando se emiten opiniones contrarias a sus intereses, en este caso por intermedio de una decisión judicial, es porque no se quiere la reconciliación.

Lo que quieren gobierno y guerrilla es que todos los estamentos de este país, públicos y privados, que todos los sectores económicos, políticos, académicos, sociales y culturales se vuelquen para apoyar incondicionalmente el proceso de paz, como quien dice, el que no apoye el proceso, está contra el proceso.

Lo que sí está claro es que el gobierno ha dedicado todos sus esfuerzos en sacarlo adelante con evidente descuido de otras tareas, para no ir muy lejos no es sino mirar la situación de Buenaventura, de Tumaco, del Chocó, de los empleados públicos, la economía creció el primer trimestre de este año a un nivel tan bajo no visto en muchos años. Por dedicarse en cuerpo y alma al proceso de paz, el gobierno descuidó sus obligaciones en otros frentes y por eso el país está patas arriba, los hechos así lo demuestran.

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Redacción Minuto30

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