Si ves el ancla de un barco, notas que ella está fabricada en hierro forjado y es muy pesada, porque tiene la finalidad de que cuando la suelten se vaya al fondo del agua y el barco quede estático y no se pueda mover. De esta misma forma funcionan ciertas anclas mentales que tenemos en nuestro subconsciente, las cuales nos detienen, no nos dejen avanzar y hacen que nos estanquemos. En tu vida siempre tienes dos opciones: Puedes permanecer anclado a esas creencias limitantes o puedes elevar las velas, desprenderte, soltar y navegar libremente.

¿Alguna vez te has preguntado cómo estás viviendo tu vida? ¿Permaneces anclado y no puedes navegar o por el contrario elevas anclas, danzas con el viento y vas disfrutando de la vida? Muy probablemente de manera superficial puedes creer que no tienes anclas que te detengan, pero muchas veces cuando miras detenidamente en tu interior, te topas con gran cantidad de miedos que no dejan que el flujo de la vida siga de manera natural, esos miedos son las anclas que no te han dejado conseguir lo que tanto anhelabas y día a día se presentan frente a ti y tu prefieres ignorarlos, porque no quieres mirarlos cara a cara y enfrentarlos. Y definitivamente el miedo no es buen consejero, porque no te deja elegir lo que es bueno realmente para tu vida. Con miedo no llegas a ningún lado.

Todo lo que cargamos nos pesa, todo lo que pesa nos hunde, todo lo que nos hunde nos ahoga, todo lo que nos ahoga nos revienta y nos hace sufrir. Lo peor es que nos gusta cargar conflictos emocionales y situaciones que no fueron buenas y en lugar de soltarlas, las cargamos por años y todo el tiempo estamos hablando y contándole a todo el mundo eso que pasó hace mucho tiempo; incluso pareciera que disfrutáramos de ese sufrimiento. Cuando hacemos esto, el miedo entra a formar parte intrínseca de nuestro ser, y nuestro corazón, quien es quien nos debería guiar queda apagado y dejamos de escucharlo, y si el miedo se apodera de nuestro ser, abrimos las puertas a la enfermedad.

Tipos de anclas que puedes tener que te detienen y no te dejan ir por lo que quieres:
-Creer que no eres capaz: Esta es el ancla mayor, ya que cuando dejas de creer en ti, en tus dones y talentos, comienzas a creer que no eres capaz de hacer aquello que tanto quisieras.
-Recuerdos del pasado: Cuando concentras toda tu energía y tus pensamientos y emociones en cosas dolorosas que sucedieron en el pasado, pierdes tu paz y tu alegría de vivir. Tu corazón es sagrado, no guardes basura en él, porque lo contaminas y no puedes ser realmente feliz.
– Preocupación por el futuro: por más que te preocupes por cosas negativas que crees que van a suceder, tanto a ti como a quienes más amas, hasta que no sucedan no vas a poder hacer nada, entonces para qué te preocupas.

Solo cuando estás en equilibrio, dejas de querer controlar y te sueltas, todo puede cambiar. Al igual que el mar no lucha contra las olas, tu no debes luchar contra lo que está afuera de ti; en lugar de esto, debes dejar que aflore la belleza que llega del centro de tu corazón, donde puedes crear lo que quieres manifestar.

Lo que no está en tu mente, no te hace sufrir. Cuando tienes problema, es porque le das toda la atención con tu mente, a eso que sucedió. Cuando le quitas la atención al problema, el sufrimiento mental desaparece. Por eso desde hoy no te concentres en lo negativo, sino en lo que quieres lograr.

Puedes profundizar en este tema en la meditación guiada para liberar la mente, que encuentras en youtube.

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