Así se pueden identificar muchos individuos reconocidos en Colombia que ejercen el periodismo, fungen como representantes del pueblo en los órganos legislativos, rama judicial y en el ejecutivo sin descartar claro está, muchos del sector privado para quienes por encima de cualquier principio está el lucro.

Es definitivamente un axioma: El Poder legislativo en Colombia es una fábrica de palabras insulsas, desobligantes en muchas ocasiones, agresivas y lo peor: mentirosas.

Desde la independencia en las altas cámaras así como en las asambleas y concejos, se escuchan voces de ignorancia suprema emitidas por casi todos sus integrantes. Allí pontifican, dicen unas barbaridades que ni un niño apenas iniciando el uso de la razón podría expresar. La estupidez es directamente proporcional al EGO de esos individuos que pretenden escuchar su voz sin importar la coherencia,  la razón o el discernimiento. Lo importante es que su voz quede grabada en los anales del órgano al que pertenecen.

Muchos de ellos en vez de senadores, representantes, diputados o concejales podrían dedicarse al periodismo que en la actualidad se practica en Colombia en donde el chisme, el montaje, la mala fe y la mentira son el pan de cada día. Aquí las investigaciones periodísticas rara vez buscan la verdad, Buscan eso sí, una víctima en la cual por su morbosidad enfermiza se cebarán para destruirla.

No importa si son personas o colectividades pero desde el inicio toman partido en favor y en contra. El sesgo es tan notorio que hasta los menos ilustrados perciben las inclinaciones tan dañinas para el descubrimiento de la verdad verdadera y no aquella que ellos fabrican.

Así como muchos periodistas, se comportan la mayoría de los integrantes del legislativo y otros de la rama judicial (la JEP es el mejor ejemplo de sesgo torcido y favorecedor de unos narcoterroristas en desmedro de la verdad, justicia y reparación) Para  esos individuos de principios laxos y bolsillo ambicioso prima siempre: COMO ME BENEFICIO DE ESTO.

Los comunicadores incluidos en esta mafia van en busca del rating, sus derivaciones económicas y el reconocimiento público, los de las ramas legislativas y judicial son más frenteros y buscan engordar sus fortunas y su patrimonio a costa del erario público. Unos roban fama y los otros roban dinero pero en el fondo la retribución que impera es el dinero que se percibirá en el negocio.

Por esto del COVID-19 se ha visto con suficiente claridad que mientras el ejecutivo trabaja los del legislativo pelean; el resultado es un posicionamiento real y creciente del Presidente y su equipo de gobierno ante la opinión pública que no se deja influenciar por el otro virus reinante en Colombia desde 1810: La envidia, la ambición el correvedile y la mala intención. Este indudablemente ha sido el que ha generado mayor cantidad de víctimas fatales en toda la historia.

Es cierto eso sí que no todos los periodistas ni representantes a los órganos legislativos, los jueces y el sector privado cabe en esta canasta de principios laxos y bolsillos ambiciosos. Hay muchos que nunca entraron en la bolsa que la ha surtido, pero infortunadamente, los dañinos siempre con su escándalo hacen más ruido y originan desconfianza generalizad.

Reduciendo los órganos legislativos en un 50% y las cortes unificadas, muy posiblemente se conseguirán más eficiencia y eficacia, menos palabrería y más acciones concretas en favor del pueblo y la justicia real y verdadera en menos tiempo acabando así, con ese dicho de los abogados: “la vida útil de un abogado es equivalente a 2 procesos concluidos ante las altas cortes”

POSTRE: Antioquia concentra en el Valle de Aburrá la casi totalidad de los enfermos del COVID 19 pero, para llegar a los municipios no contagiados por medio el transporte público, las personas deben desplazarse hasta el valle de Aburrá para tomar el bus. Los llevamos a la fuente de contagio para que así se reparta hacia donde no lo hay.

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Redacción Minuto30

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