Del 21-23 de junio de 2023 se reúne en Washington esta Asamblea, que votará sobre temas de sexualidad contenidos en varios documentos.

Los textos no mencionan los términos aborto, interrupción del embarazo IVE, anticoncepción y contracepción, pero la práctica de esto está incluida en la interpretación que se da a otros términos utilizados.

El proyecto de “Declaración para la protección e integración de la niñez y adolescencia migrante y refugiada en las américas”, en el tema “Promover medidas que faciliten la integración social de niños, niñas y adolescentes migrantes, refugiados, solicitantes de asilo y apátridas en los países de acogida”, entre esas medidas introduce “avanzar en políticas con perspectiva de género que permitan el acceso equitativo y sin discriminación a la salud física y mental, prevención de las enfermedades y la atención sanitaria integral, incluyendo  servicios de salud sexual y reproductiva de acuerdo con el programa de acción de la conferencia internacional de población y desarrollo, con especial atención a aquellos con necesidad de atención médica urgente por enfermedades o padecimientos asociados o exacerbados por el proceso migratorio, incluyendo toda forma de violencia sexual y basada en género, a la vez que se promueven las alianzas necesarias con sociedad civil y organizaciones internacionales.”

El término “perspectiva de género” suele incluir significados que en la práctica discriminan a las personas, porque las hacen más egoístas, centradas en sus sensaciones placenteras reales, al punto de que se tratan a sí mismas como objetos, y también hacen esto con otras personas, llegando a relaciones pobremente afectivas, dependientes de sus impulsos y débiles en la autogestión de su emotividad.

El término “perspectiva de género” suele incluir, en el lenguaje proselitista -no el de los tratados internacionales de Derechos Humanos que contradice dicho proselitismo ideológico-, de la ONU y la OEA, el aborto, la interrupción voluntaria del embarazo IVE, la anticoncepción y la contracepción, porque son un negocio promovido por las ONG -como la Federación Internacional de Planificación Familiar, de la que Profamilia es la sucursal en Colombia-, que se lucran de la venta de toda clase de insumos y recursos como parte de su trata de seres humanos haciéndolos adictos a sensaciones sexuales desde el preescolar, y del negocio del aborto directamente procurado, que es la destrucción de los seres humanos más inocentes e indefensos.

Estas instituciones suelen asesorar a los Estados en temas de salud y educación sexual, propagando material “educativo”, acrecentando sus cuentas bancarias con la venta de insumos para prácticas sexuales y del el aborto. Otros ganan en el negocio de la promoción de la promiscuidad, con las empresas de fármacos, por la multiplicación de enfermedades de transmisión sexual y los problemas relacionados con el aborto.

Una adolescente que aborta y luego padezca un problema mental, hasta los posiblemente 80-90 años que viva, genera muchos gastos en tratamiento psiquiátrico -fármacos, consultas, hospitalización, incapacidades laborales y atención de las secuelas de sus intentos de autolesión y suicidio, entre otros. Su rendimiento laboral y producción social también se ven afectados, igual que su vida familiar y su relación con otras personas.

Su dolor de haber destruido a su propio hijo, cuando más la necesitaba, es uno de los más profundos que una mujer puede sentir, esa “salud” que predican los que promueven el “enfoque de género” no coincide con la que estudia científicamente el Talento Humano en Salud.

Cuando los papás viven bien su sexualidad, tienen con qué saber educar a sus hijos para que también la sepan vivirla. Esto incluye la castidad, que es la gestión de la sexualidad en beneficio del pleno desarrollo humano propio y de los demás, es ese desarrollo el atacado con esta clase de propuestas en la Asamblea de la OEA.

Vale la pena erradicar la hipersexualización en la que están polarizadas, algunas personas que trabajan en estos organismos internacionales, para que no trafiquen la injusticia contrabandeándola en textos sobre derechos humanos.

Parece irónico que afirmen “avanzar en políticas con perspectiva de género que permitan el acceso equitativo y sin discriminación a la salud física y mental”, si se tiene en cuenta que el aborto, incluido en las acciones a las que se llega cuando se aplica la “perspectiva de género”, afecta negativamente la salud física y mental, por ejemplo, porque aumenta en las mujeres las conductas de riesgo, la autolesión, los intentos de suicidio, el suicidio, las complicaciones psiquiátricas en las que ya tenían problemas en su salud mental u otros trastornos que se añaden a estas, o detona problemas psicológicos y psiquiátricos en mujeres que no los tenían, como depresión y psicosis maníaco depresiva, esquizofrenia, desórdenes de la alimentación y del sueño, y aumenta la tendencia a adicciones como alcohol, droga y sexo. DOI: 10.1177/2050312118807624

Antes de las votaciones, ¿qué estudian de salud quienes deciden a favor o en contra de esto? ¿Qué competencias está demandando una respuesta acertada a este tipo de propuestas dentro de textos que impactarán, en este caso, a cerca de 1.040 millones de personas que constituimos el pueblo americano? ¿Por qué tanta ignorancia? ¿Por qué el pueblo es cada vez más inerme y atacado en las propias entrañas de su cuerpo, de las que es parte su sexo, y de su espíritu, de las que un aspecto de gran importancia es su sexualidad?

Estos temas deberían verse en todos los niveles de las instancias educativas y cada papá y mamá debería sentarse a gastar las horas necesarias para estudiar a fondo asuntos de los que depende tanto su felicidad y las de cada miembro de su familia.

Afirmar que el enfoque de género previene enfermedades, cuando promoviendo la promiscuidad -es de lo que nutren su negocio- se multiplican las enfermedades venéreas, porque no existe insumo que proteja al cien por ciento, es sencillamente engañarse y falsear los contenidos de la mencionada Declaración de derechos Y las demás en que intentan introducir el término “enfoque de género”.

La atención sanitaria integral no incluye, desde el punto de vista de los actos profesionales en salud basados en evidencia científica, promover la promiscuidad, porque no es sano promocionar una ruptura entre lo que en la realidad no se puede romper: nunca es inocua una conducta sexual egoísta, respecto del modo como esta se relaciona con el desarrollo de la afectividad, porque respetar a un ser humano implica no usarlo, sino promover siempre lo mejor para él.

Que las relaciones sexuales se usan de modo egoísta y que las personas se expongan al riesgo de adquirir enfermedades de transmisión sexual, es violencia, no es libre desarrollo de la personalidad, porque no libera, sino que encadena de egoísmo, involuciona porque lo que no desarrolla empobrece y no mejora la personalidad porque la violencia de usar en vez de servir, a nadie lo hace mejor persona.

Una atención sanitaria integral siempre contribuye al pleno desarrollo humano, que es imposible lograr sin saber respetar y amar, a sí mismo y a los demás.

Los “servicios de salud sexual y reproductiva” en el “enfoque de género”, incluyen promover la promiscuidad y la disminución de la natalidad como negocio de recursos de enriquecimiento y dominio, de personas, instituciones y de unos países sobre otros; el modo como se trama lograr esto a través de la promiscuidad, quedó evidenciado detalladamente en el informe Kissinger

https://pdf.usaid.gov/pdf_docs/Pcaab500.pdf

Los servicios de salud no deben incluir la promoción de la promiscuidad, que es un atentado contra la salud sexual y reproductiva que se presenta falsamente como “derecho” y “servicio”, por ejemplo, incluyen que el personal de salud promueva métodos anticonceptivos, con argumento de educar en salud y no hay un anticonceptivo hormonal que no sea abortivo. A esto se añade el negocio de la píldora abortiva.

El fragmento aquí comentado del material, sobre el que decidirán los representantes de los países miembros de la OEA del 21 al 23 de junio y los demás textos, se pueden leer  en

https://www.oas.org/es/council/AG/regular/53RGA/documents.asp?q=&e=&evento=

¿Por qué cada vez más población civil se deja robar de estos traficantes, su propia estabilidad y desarrollo personal y familiar, su felicidad y la de los suyos, en lo que depende de su sexualidad, al punto de quedar convencida -inerme- de que estos atropellos son sus “derechos sexuales y reproductivos”?

Además, tiene que padecer que las instancias estatales y transnacionales de alto impacto como la ONU y la OEA, utilicen su poder para hundir aún más a las personas en el egoísmo de una vida promiscua.

Para madurar afectivamente hay que gerenciar bien la propia sexualidad, según su razón de ser, no con el modo como en la OEA se está interpretando el “enfoque de género con las consecuencias prácticas que actualmente tiene, sino con la perspectiva del desarrollo personal, propio y de los demás, sin excluir a algún ser humano, independientemente de la etapa de su vida, sea la constitutiva o la consecutiva, hasta su muerte natural.

La OEA parece no darse cuenta de que, al permitir la promoción del “enfoque de género” con las acciones que este conlleva actualmente, está “incluyendo toda forma de violencia sexual y basada en género”; la complicidad pactada no es justicia.

En el fragmento analizado, sobre el que también se va a votar esta semana en la OEA, se nota que una característica de quienes promueven sus negocios de adicción al sexo, es presentar, con los términos propios con que se deben señalar el beneficio del que privan, cada uno de los daños que causan. Probablemente, la única solución a esto sea tomar decisiones basadas en la evidencia científica más actual y ser coherente con la dotación de humanidad en que consiste cada uno, incluyendo la propia sexualidad.

Respecto a las “alianzas necesarias con sociedad civil y organizaciones internacionales”, como población civil podemos pensar de qué modo desarrollamos instituciones más competentes que las que son promotoras del negocio de la promiscuidad y están haciendo un gran daño en sus alianzas con los países y con las ONG, a la vez que se llevan el dinero que, con buena educación en salud, no se tendría que gastar en enfermedades prevenibles, como las venéreas y las mentales causadas por el aborto, sino en enfermedades no prevenibles.

Con esto hay que plantearse si estamos ante un profundo fracaso desde el punto de vista de la salud pública y en quienes se relacionan con la educación y el trabajo en salud, referente a la sexualidad.

La OEA, como la ONU y las instancias gubernamentales, jurídicas y legislativas, de las naciones, necesitan explicitar en sus textos los contenidos y aplicaciones respaldándolos en evidencia científica, corroborable por todos, para que no se solapen errores como pasa con el término  “enfoque de género”, garantizando así que sean plenamente acordes con lo que más estimula el desarrollo humano completo según las características propias de cada miembro de la familia humana, sin excluir a alguno. Valdría la pena que cada uno de estos documentos tuviera en su propio glosario.

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Redacción Minuto30

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