Empecemos por descartar a los candidatos que van a perder.

Humberto De La Calle, un señor serio, con una trayectoria política y jurídica importante, empezó su campaña de manera prematura con un aborto de consulta para elegir candidato. El cuento de los 40 mil millones lo enterró antes de haber nacido (ni hablar de sus 365 mil votos). Además de esto, el ex vicepresidente de Samper no puede quitarse el “inri” de haber negociado los acuerdos de paz en La Habana, de haber sido el protagonista de esos tratados a los que el país les dijo “NO” en octubre de 2017 debido a su estructura de impunidad y elegibilidad; cada vez que el país ve al señor De La Calle le viene a la memoria sus caminatas por los pasillos de “El Laguito” sonriente junto a alias “Iván Márquez”, alias “Jesús Santrich”, y alias “El Médico”. Eso no le permitió desplegar su verdadero perfil de estadista, de hombre con experiencia en asuntos de gobierno y de Estado. Trató de ser prudente, de hacer una campaña decente y eso estaba cautivando a algunos, estaba haciendo pasar a un segundo plano su papel de negociador en jefe, hasta que empezó a fungir de kamikaze y tirarse en plancha sobre Iván Duque, asunto que este último sorteó de manera impecable y volteó a su favor. Por último, sus amagues para pasarse a donde Fajardo a pesar de los ascos hechos por este último a quien se le vio forzado e incomodo (como se le ve ante todo lo que hace) frente al candidato liberal, terminaron convirtiendo a un candidato con potencial en un arlequín en el debate.

Fajardo se equivocó al pensar que en Antioquia “nos morimos por él”, todo lo contrario, durante su alcaldía y gobernación se dedicó a sembrar odios, odios políticos, odios ciudadanos, odios en periodistas, y no calculó que los odios políticos son inmortales, los políticos tienen una pésima memoria para las cosas buenas, pero para las malas… Los cuestionamientos que fue dejando como migas de pan en los dos cargos mencionados se las recogieron y guardaron con paciencia, en el momento justo, las exhibieron y eso le debilitó las bases con que contaba para arrancar, las bases antioqueñas. Cuando fue a reclamar los “éxitos” de su gestión, sus pirámides, bibliotecas, secretario de Infraestructura, concesión minera, funcionarios de Bancolombia, gastos en publicidad, categoría fiscal del departamento, le habían hecho un daño tremendo en el departamento sobre el que construyó su castillo de naipes.

Luego de ese “cace” eligió sus compañeros: Robledo, otro señor serio, inteligente, agudo, de debates estructurados en el Senado de la República, valiente y con estructura intelectual, fue superado en la memoria de los colombianos por Claudia López a quien nadie ve gobernando, a quien todos recordamos gritando y gesticulando de manera casi ridícula en el Capitolio (¿Moreno de Caro II?), a quien el tiempo le debilitó sus “rigurosas investigaciones” a quien todos recuerdan en la foto del asado junto a Cepeda, Valencia, la Tocarruncho y Cia. A quien todos vemos como un divertidísimo personaje de la política nacional, pero de ahí a votar por ella para que nos gobierne, no. Eso sin mencionar que le ha hecho un daño enorme el no haber renunciado a su curul para hacer campaña, aspecto que mezcla dos faltas: el ausentismo y el estar haciendo proselitismo con salario de senador (y carro de senador, escolta de senador, tiquetes de senador y UTL de senador).

De Germán Vargas Lleras no hay mucho que decir, desaprovechó las oportunidades de salir de manera digna del peor gobierno que recuerde este país desde Marroquín (que al igual que Santos, recibió un país y entregó dos) y no contento con esperar hasta el último momento, no ha ahorrado esfuerzos para identificarse con el Gobierno Santos, es en el imaginario colectivo, la sucesión del actual presidente. Nada más qué agregar (ni si quiera el coscorrón o su partido, cosas que palidecen en tratándose de negativismo frente a la sombra de su exjefe).

Petro, sin necesidad de gritar ni de gesticular en demasía, con un tono pausado, tranquilo, sin exaltarse, ha logrado ser pugnaz, sarcástico, rayano en lo violento, ha esparcido mensajes de odio de clases, de populismo y lo peor, no ha logrado (o mejor, no logró) desmarcarse de Venezuela. En el imaginario se le ve con boina roja y eso inmediatamente trae a la mente los miles de hermanos venezolanos haciendo malabares en los semáforos, tocando flauta en las esquinas o vendiendo confites en los tacos. Trató de quedar bien con Dios y con el diablo al hablar mal de Maduro en oportunidades, pero se le ve forzado, actuando mal, fingido, no ha manifestado con claridad un esquema de separación. Su Colombia Humana basada en la beligerancia y el resentimiento no va a lograr calar en las mayorías a quienes en segunda vuelta (si la hay) los moverá el miedo para salir a votar por Duque (así algunos mamertos reflexivos lo hagan tapándose la nariz).

Así las cosas, Duque va a ganar porque ha logrado mantener a Álvaro Uribe en su distancia exacta, ni muy allá, ni muy acá, se ha mostrado fresco, no ha caído en el juego del odio de caricaturistas, columnistas y periodistas a quienes ha sido evidente que ha movido más el resentimiento personal hacia el propio Uribe que hacia Duque (quien se ha mostrado impertérrito y ha seguido adelante sin detenerse a pelear, para eso está Uribe). Es un “pela’o” inteligente, tranquilo, no se le ha escuchado un solo grito (a diferencia de López) no hace gestos fingidos con los que trata de esconder su incomodidad al dar la mano en la calle (como a Fajardo), no ha tratado de exacerbar sentimientos de odio ni de desprecio hacia nadie ni por nada (como Petro) y no gobernó con Santos. Tiene un programa claro, coherente con la realidad macroeconómica del país, un programa hecho conociendo la volatilidad del precio del petróleo y el dólar (que dice a qué profundidad hay que cavar las pilas a la hora de edificar tal documento), tiene sustancia académica en diversos temas, tiene discurso (a diferencia -otra vez- de Fajardo) y ha sabido voltear lo que le han endilgado como inexperiencia en “intachabilidad”.

Ese alineamiento de astros va a poner a Duque en la Presidencia, y esperemos que lo que se le ve en la campaña, perdure en la presidencia y se recupere el camino porque las cosas no van bien… no van bien.

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Redacción Minuto30

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