Fotos: Internet/Minuto30

Luego de que Medellín se estremeciera por la muerte del sacerdote Javier Eduardo González Pertuz, de 39, en un bar de la 70, todo ha sido ‘un mar’ de incertidumbre para sus familiares y amigos.

Como se recuerda, González ingresó al bar, donde horas después murió, en compañía de una persona, que se paró de la mesa, con la billetera, un reloj y otras pertenencias del formador, sin que hasta hoy se haya presentado para explicar lo ocurrido.

El extraño acompañante atrae por ahora la atención de las autoridades para que narre lo que sepa frente a los últimos minutos con vida del párroco oriundo del departamento de Córdoba.

La hipótesis más fuerte, frente al deceso del padre Javier, fue una sobredosis de escopolamina, por lo que el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, se encargó de realizar un minucioso examen al cuerpo del sacerdote que permitiera aclarar qué pasó.

Sin embargo la duda, por ahora, persistirá, pues en las últimas horas se ha conocido que pese a múltiples exámenes de orina y sangre, el cuerpo del sacerdote no da muestras de que alguna sustancia como la escopolamina o similares, estuviera relacionada con su muerte.

Esa conclusión lleva a las autoridades a pensar en una muerte natural, partiendo de la base de que el párroco tampoco presenta señales de violencia física.

Por ahora se esperan otros exámenes para tratar establecer la causa final de la muerte y mientras ese resultado se produce, las autoridades le siguen la pista al hombre que acompañó al sacerdote en sus últimas horas.

Para ello se revisan cámaras de seguridad del establecimiento y del sector que permitan a las autoridades encontrar al ‘hombre fantasma’. Lo cierto es que incluso, en este momento, se está descartando el homicidio como la causa de la muerte del sacerdote.

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Alejandro Rincón

Librepensador. Amante de la fotografía, la escritura, la radio y el detrás de cámaras. Periodista por pasión hace 25 años, abogado de profesión. Amante del trabajo de campo, la reportería, la calle.

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