Gobernar es, más que un privilegio, una enorme responsabilidad que debe enaltecerse mediante la ética, la moralidad, la estética, las buenas costumbres y la eficiencia. En razón de lo antecedente sabemos que los principios básicos de la buena gobernanza son la legalidad,  transparencia, e integridad, así como las políticas sólidas y plausibles susceptibles de ejecutarse en la realidad, la rendición de cuentas, la participación, y la ausencia de corrupción.

Así, pues, el buen gobernante es aquel que es rico tanto en formas como en contenido; lo que sugiere gozar de cualidades personales, morales y comportamentales, pero también capacidades y destrezas técnicas, académicas, profesionales y de conocimiento. Las formas y el contenido reúnen la noción de expertiz en la política. En términos simples: un dirigente idóneo dentro de la gestión pública debe ser una persona carismática, noble, transparente, decente y decorosa (formas) plenamente conocedora de la filosofía política, gobierno eficiente, vocación productiva, gobernanza estratégica, micro y macroeconomía, gestión por resultados, conformación de equipos de alto rendimiento, y toma de decisiones con evidencia científica (contenido), entre otras.

¿Qué tiene que ver Petro con lo mencionado? Todo. Es necesario elaborar el contraste porque su conducta está desierta tanto en formas como en contenido, lo que quiere decir que no goza ni de lo uno ni de lo otro, o más bien carece de ambas. Resaltando, eso si, su capacidad discursiva tendiente a embaucar a una gran porción de la masa incauta colombiana. Y es acá donde surge la inquietud: el problema con Petro no tiene su génesis en su calibre populista- el cual podría mejorarse si este quisiere hacerlo-, sino, en mayor medida, en su talante radical, intolerante, repulsivo, repelente y autoritario.

Petro es perverso en formas porque es un hombre radicalizado, ególatra, agitador, desmesurado, y lesivo. Ello quedó probado en su reciente discurso desfasado en el que amenaza a los ministros que tengan la más mínima objeción, a una revista y a la oposición. Del mismo modo, debe resaltarse la carencia de estética con su despido de gabinete, los ataques continuos a la prensa y el tratamiento a su hijo. Y recientemente con su fiel aliado de campaña, Benedetti, a quien- dicho sea de paso- abandonó a su suerte luego del apoyo brindado. Pero, además, es perverso en contenido porque sus tesis económicas son traídas de los hominidos (de hace siglos atrás); sus reformas son inconvenientes dentro de cada sector, puesto que no resuelve los problemas de la nación, sino que, contrario sensu, los agrava. Y su capacidad de ejecución siempre ha estado reducida a excesos ilusorios. ¡Un fiasco total!

Como si fuese poco, desde campaña y ahora en su desgobierno de menos de un año padece una enorme crisis de gobernabilidad y legitimidad. En campaña observamos deplorables eventos como: Pacto de la picota, apoyo del clan del golfo, campaña sucia en contra de los contendores (Petro-vídeos). Ahora en su desgobierno padecemos maltrato a su equipo de talento humano, sobornos en el congreso para aprobar las reformas del mal, fortalecimiento a la criminalidad, debilitamiento de las fuerzas militares y de policía, chuzadas al periodismo y oposición, y los audios de Benedetti en los que es factible entrever las escabrosas confesiones que aquel revela en medio de su ‘indignación’. Sin duda, una acumulación de eventos desagradables.

Ahora bien, de Benedetti habrá sido graciosa su pataleta, pero lo demás genera absoluta preocupación dado que los hechos presentados deberían ser objeto de investigación de la Corte Penal Internacional, en la medida en que recibir presuntamente 15 mil millones de Maduro (narcotraficante venezolano) y de narcotraficates colombianos configura un crimen internacional de amplísima gravedad. Esto ciertamente supera el 8 mil de Samper, pues estamos hablando de la indebida inferencia del máximo lider del narco- estado venezolano en el proceso electoral colombiano. De ser cierta la financiación de Venezuela, como creemos que lo es, la CPI debería estudiar el caso en última instancia y emitir condena en contra de Maduro y Petro en calidad de socios de una empresa criminal de carácter internacional. Recibir dinero caliente de Maduro es una conducta mafiosa que convertiría a Petro en aliado directo del Cartel de los Soles. ¡Qué barbaridad!

Esta situación huele a estiércol y no propiamente de vaca. El burro Maduro, el agitador Petro y el pataletoso Benedetti son un absoluto asco para el conglomerado social. En un mundo serio, de hallarse responsables, deberían podrirse los tres en una prisión federal. Ojalá esto no quede en la  impunidad.

Adenda #1: desde el inicio hemos sostenido que este desgobierno llegará a un 90% de desaprobación. Nos equivocamos; ahora creemos que excederá dicho porcentaje.

Adenda #2: ante tanta papaya e insumos que ofrece el desgobierno Petro, la endeble oposición política colombiana debería ser más fuerte. La oposición a Juan Manuel Santos fue supremamente férrea, ¿por qué con Petro no? ¿o acaso acordaron algo con él y no nos han contado?

@JuanDaEscobarC

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Redacción Minuto30

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