Hace pocos días se me acercó una persona conversadora, de esas que si le tapan la boca le salen letreros por todos lados. En medio de su parloteo y con palabras disonantes, entendí que la idea central de su discurso era lo extenso que se estaba volviendo el cese de actividades de los profesores en el país, fue así como concluyó diciendo que, “…lo que inicialmente era un parito terminó siendo un parote”. “A un buen entendedor pocas palabras bastan”, decía mi madre. A pesar del atropello a nuestra lengua española estuve de acuerdo con mi interlocutor, ah, me quedaron sonando esas palabras. Algo claro para mí, es que si el paro o huelga de un determinado sector afecta a la ciudadanía ésta reacciona, de lo contrario no. Al parecer el cese de actividades de los profesores en Colombia no afecta a nadie, pasaron los días y todo seguía igual, ni el gobierno, ni los ciudadanos y, menos el sector empresarial manifiestaron angustias o pesares, una indiferencia total. Si a todos nos preocupara la educación, la magnitud del problema sería otro.

Recuerdo que en mi niñez hubo en la ciudad una huelga en las Empresas Varias de Medellín, entidad encargada de recoger las basuras, la entonces “tacita de plata”, como otrora llamaban la ciudad, se veía fea, sucia y olía horrible en los cuatro puntos cardinales, los ciudadanos eran incómodos y, porque no, histéricos con tanta suciedad en casas, calles, andenes, parques, escuelas… todos nos vimos afectados, los perjuicios eran indescriptibles. No se puede negar que afecta más un paro de las empresas de aseo que de profesores, triste saberlo pero es la verdad, la indiferencia con nuestro sistema educativo es fatal.

La semana pasada, al sentir la indiferencia del gobierno frente al paro de profesores del sector oficial, pensaba o mejor me preguntaba, ¿qué tal si el país viviera una huelga de Facebook y WhatsApp?, ¿cuántos días podría durar el paro?, ¿cómo sería el día a día de un colombiano sin Facebook y WhatsApp?, ¿marcharía la gente en las calles pidiendo a gritos redes sociales las 24 horas al día? Imaginaba las calles abarrotadas de ciudadanos con pitos, pancartas, arengas y todos gritando enardecidos. Tal vez me equivoque, pero, creo que mucha gente apoyaría la manifestación. En medio de mi “locura temporal” ratifiqué que hay huelgas que poco interesan al pueblo, de ahí que el gobierno aproveche para ignorarlas y dilatarlas, es el caso de los profesores de mi país, marchan, marcharon y marcharan, pero poco importan sus arengas, desde niño he sido testigo de sus protestas, al parecer inacabables, por la indiferencia del gobierno central al sector educativo.

Como colombiano me enerva saber que algunos conciudadanos esgrimen como argumento fundamental para no estar de acuerdo con el paro del sector educativo, el que los niños sean lo más perjudicados, aducen algunos padres de familia no saber qué hacer con sus hijos en la casa. Muy triste que la escuela se convierta para algunos papás en el botadero de sus hijos, y, digo botadero, porque algunos no se preocupan nunca por saber cómo van sus hijos y menos asistir a reuniones.

Indudablemente somos una sociedad rara, bueno, tal vez el raro sea yo, hace un par años escribí algo acerca de la feria del libro y me preguntaba por qué nunca atracan las bibliotecas, no se ven ladrones corriendo con libros en la mano después de un atraco a mano armada, pero bueno, locos y cuerdos debemos saber que la protesta social se entiende como una manifestación de irritación y descontento de una parte de la ciudadanía que quiere decirle algo al Estado o mejor al gobierno de turno. El derecho a la protesta debe mantenerse y defenderse en cualquier instancia de la vida social y comunitaria, lo importante es que toda queja o reclamo se haga con altura y respeto por los derechos del otro.

En ninguna protesta será válida la violencia y la represión en contra de la dignidad humana, alcemos la voz pero desarmemos nuestros corazones, y, sobre todo las palabras.  A propósito del tema, sea esta la oportunidad para invitarlos a leer a Lisístrata, una obra de la Grecia clásica escrita por Aristófanes, en la que con prudencia y altura, Lisístrata convoca a todas las mujeres de Esparta y Atenas a detener la guerra del Peloponeso. Pensando que los hombres deberían permanecer más tiempo con sus mujeres y no haciendo la guerra, esta destacada mujer propone un pacto, el cual, por lo extraño que resultó ser, las mujeres inicialmente se escandalizaron, pero, al prolongarse la guerra y ver que sus maridos no regresaban, aceptaron y pactaron, bajo la gravedad de juramento, excitar al máximo a sus maridos cuando estos vinieran a sus casas y, luego negarse rotundamente a tener sexo con ellos, sí, huelga sexual, nada más humillante para un hombre. A los pocos días se acabó la guerra.

CODA: ¿Algún día habrá parito o parote de congresistas reclamando mejores condiciones laborales?

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Redacción Minuto30

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