Fotografía de referencia/PixaBay

Fotografía de referencia/PixaBay

Los problemas de visión, congénitos o por edad, eran una limitación sin remedio antes del siglo XIV. Sobretodo para aquellos que por su oficio dependían de su visión. Por lo que gracias al interés por la óptica y los avances en cristal, llevaron a los supremos conservadores del saber occidental, los monjes, a la invención que revolucionó los oficios que dependían de la visión.

Las gafas fueron inventadas a finales del siglo XIII, cuyas bases teóricas se deben al científico árabe, Ibn al-Haytham o Alhacén, en el siglo XI con un estudio sobre la córnea humana y los efectos de los rayos de luz en espejos y lentes. Después de que sus estudios fueran traducidos al latín despertando el interés por su aplicación práctica, se inventó el precedente de las gafas, las «piedras de lectura» o lentes planoconvexos (semiesféricos) usados como lupas.

El primer modelo inventado consistía en dos lentes con una montura de madera o de asta. Los círculos de este material se unían con un remache que iba sobre el tabique. Esta primera versión fue más popular entre los mayores, puesto que era un modelo para mejorar la visión de cerca. Cuando llegó el modelo para la visión lejana, se hizo popular en los jóvenes.

Dado que el modelo para la visión lejana se podía llevar puesto todo el tiempo, se empezó a mejorar la montura, mejorando las técnicas para que se sostuviera en el rostro.

Con información de National Geographic

Detalle de un retablo de Conrad von Soest en Bad Wildungen/Tomada de National Geographic

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