Crece la decepción con el llamado Pacto Histórico. Al día de hoy, no hay ningún pacto saludable, porque las fuerzas que se unieron a él, están desconcertadas. El estado de salud del Pacto, me lleva a recordar al respetado Partido Liberal, en el lejano año de 1924: por aquellas calendas, circuló en los cafetines bogotanos una coplilla, que, según el admirado cronista bogotano Álvaro Salom Becerra, atribuían a Cuchuco, célebre personaje folclórico de entonces, y que decía: «De luto está la liberal bandera, porque ha muerto el General Herrera. Y como si lo anterior no fuera bastante, está gravemente enfermo el General Bustamante».

Vamos a hablar del aserto: todos recordamos aquel 7 de agosto de 2022, los asistentes y televidentes, vimos cómo Roy Barreras, el recién nombrado presidente del senado, le imponía la banda presidencial a Petro, con un aire de rimbombancia y renovada esperanza.

Pero el barco, el dia de la posesión, en el mismo lugar, hora, día y año, empezó a hacer agua: el primer síntoma se dio al tiempo de la posesión del gobierno del cambio, cuando, en plena ceremonia, Petro ordenó la traída de la espada de Bolívar, robada mucho tiempo atrás del cantón Norte por la guerrilla del entonces denominado M-19.

Todos vimos cómo Roy Barreras, el veleidoso, el rey del transfuguismo, el recién nombrado presidente del senado, le imponía, de la mano con la senadora María José Pizarro, hija del asesinado líder del M-19 Carlos Pizarro Leongómez, la banda presidencial, y, claro, con la espada del Libertador Simón Bolívar, blandiendo al aire de la “nueva” institucionalidad.

Se siguió después, el bochornoso espectáculo de los costosos plumones y los electrodomésticos por $150 millones de pesos, protagonizados por la vicepresidenta, apenas empezando el gobierno, y contra todo presupuesto, pues la vice había jurado mesura en el gasto, y dicho antes sentirse avergonzada por llegar al Cauca en costosos carros blindados.

Luego se vino la escandalosa propuesta planteada por Petro, de la excarcelación automática de miembros de la Primera Línea que certificaba lo denunciado en campaña por los opositores, de un pacto con fuerzas delincuenciales en la cárcel La Picota; después, la polémica reanudación de relaciones diplomáticas con Venezuela, a sabiendas de que esa nación le daba apoyo a la insurgencia colombiana, como hoy se certifica, luego que el pasado 30 de junio de 2023, el General (r) venezolano, Clíver Alcalá, que se entregó a la DEA en Colombia luego de ser acusado por el delito de narcotráfico, confesó al gobierno norteamericano que entregó armas a Timochenko e Iván Márquez; y, además, impidió sus arrestos en el vecino país. La transcripción de su más reciente declaración, en este sentido, se conoció el pasado 7 de julio de 2023.

Tiempo después, tras el polémico nombramiento de Irene Vélez en la cartera de Minas y Energía, lo que se asimiló más a un pago de trabajo en la campaña Petro Presidente, que una mirada juiciosa y técnica a la fundamental política de hidrocarburos, vinieron las torpes declaraciones de la señora Vélez, sobre la transición energética, lo que prendió alarmas y puso a tambalear la economía, al anunciar la terminación de la política (necesaria en el contexto mundial) de la exploración y explotación de petróleo y gas en Colombia, mediante la decisión de no firmar nuevos contratos de exploración.

En diciembre pasado, la Casa de Nariño propició un papelón, al publicitar un acuerdo de cese el fuego entre el Gobierno Nacional y las disidencias de las Farc y el ELN, al igual que con bandas como El Clan del Golfo y Los Pachenca; en enero de 2023, el ELN negó cualquier tregua de este tipo, y el gobierno nacional, con el ingenuo comisionado de paz Danilo Rueda, tuvo que retractarse al punto de tener que derogar el decreto, propinándole un sablazo a la llamada paz total.

Después, uno de los alfiles del cambio, el entonces ministro de Transporte, Guillermo Reyes, amenazó al Distrito y a Claudia López, alcaldesa de Bogotá, ante el estupor de los bogotanos, con no financiar el 70% del costo de la obra, pese a ser una obligación legal.

A poco, el presidente dio por terminada la coalición política en el Congreso de la República, lo que desató una tormenta política. “La coalición política pactada como mayoría ha terminado en el día de hoy, por decisión de unos presidentes de partido, alguno de los cuales amenaza a la mayoría de su propia bancada”, escribió el presidente en Twitter.

Andando el tiempo, llegó el vendaval de abril llevándose 7 cabezas, entre ellas algunas que daban algo de tranquilidad y gobernanza al país: La guillotina presidencial alcanzó a José Antonio Ocampo, Cecilia López, Alfonso Prada, Carolina Corcho, Arturo Luna, María Isabel Urrutia y Guillermo Reyes; y, cosa rara, sin tocar un pelo a personajes como Irene Vélez o Iván Velásquez.

Hace poco, la exesposa de Nicolás Petro, el muy amado hijo, prendió ventilador o abanico, como lo llaman en Venezuela: el 3 de marzo, la Procuraduría General de la Nación abrió investigación contra Nicolás, como consecuencia de las acusaciones de su exesposa Days Vásquez, en el sentido de haber recibido dineros ilegales para la campaña presidencial del 2022, de manos de Santander Lopesierra, El hombre Marllboro; y de Alfonso el Turco Hilsaca, ya procesados por la justicia colombiana.

El autonombramiento de Petro, como Jefe del Fiscal, desde España, suscitó suspicacia ante un evidente atentado contra la división de poderes: “El fiscal olvida una cosa que la Constitución le ordena. Yo soy el jefe de Estado, por tanto, el jefe de él”. Desde entonces, la justicia ataca y el presidente contraataca, ante el estupor del pueblo colombiano.

Le siguieron pifias como el anunciar, el 17 de mayo, que niños indígenas desaparecidos en un accidente aéreo, “habían sido hallados con vida y estaban en poder de las fuerzas armadas”, esto como consecuencia de la desinformación ministerial e institucional en Palacio, esta vez protagonizada por la directora del Icbf.

El 11 de mayo, ante la arremetida presidencial contra la prensa, “la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), advirtió que el presidente Gustavo Petro estaba atacando y promovido de manera reiterada una imagen negativa sobre el periodismo y los medios de comunicación en su conjunto”.

Y ahora explotó el coctel Laura Sarabia, La niñera y el inefable Armandito Benedetti, el mismo que va y viene, sin pedir permiso a la cancillería, como ordena la norma. El inmortal Álvaro Leyva Durán, el mismo que ha sobrevivido a 32 insurrecciones, como el coronel Aureliano Buendía, parece decir para sus adentros: “¡con Armando no me meto!”.

Para colmo de males, lo que en otro gobierno sería un escándalo internacional y un incendiar el país por parte de la oposición, en este año, haciendo corte al 21 de junio de 2023, se han registrado 52 masacres, con un saldo de 170 víctimas. Y la delincuencia mandando en buena parte del territorio, en especial Santander, Chocó, Cauca, Casanare y buenaventura, la región idolatrada de la vice. Y el ministro de Defensa haciendo el oso con declaraciones delatoras y dilatoras.

Para ponerle moño al asunto, digamos que el presidente, por hacer bonito, hace feo, y ¡ante la comunidad internacional! Sabemos que la visita de un jefe de estado a otra nación, es para tratar temas trascendentes de colaboración mutua, mercadeo de la imagen, de programas y productos que requieren sendos países:

En su paso por Francia, donde fue recibido con brazos abiertos por Macrón, Petro volvió sobre el tema de la crisis climática (mientras que los que verdaderamente contaminan, hacen mutis por el foro), y sobre el tema lanzó la sombría advertencia de que la economía de mercado y el capitalismo, llevarán a la extinción de la humanidad. “Ni mi paisano, el boticario y adivino Nostradamus, llegó tan lejos», seguramente pensó Macrón, con una risilla discreta pero burlona, muy a tono con el romanticismo francés, que no termina aún de desaparecer.

Ya antes, en su vista a la república alemana, según nos cuenta Enrique Santos Calderón en su columna de Cambio del 25 Junio 2023, dijo el presidente, refiriéndose al carbón que nos compra esa nación:

“Sorprende que, refiriéndose a la exportación de carbón colombiano a Alemania, el presidente hubiera dicho que ese país “le compra a Colombia por desesperación un veneno” y que “ustedes, para no sufrir del frío invernal, prefieren envenenarse y envenenar el medio ambiente”. Algo que debió de parecer ofensivo, como bien observó el matemático José Fernando Isaza al recordar que las normas de cortesía indican que un invitado no debe hacer comentarios desobligantes hacia sus anfitriones».

En resumen, desde que asumió, en agosto pasado de 2022, el Jefe de Estado ha salido de Colombia 20 veces. Es decir que, en promedio, el Presidente está fuera del país ¡dos veces cada mes! De los resultados, poco o nada sabemos. Y ni hablar de la señora Márquez, que llegó hasta el África, con una comitiva memorable. ¿Los resultados? ¡Averígüelo Vargas!

…Y como si lo anterior no fuera bastante…, hace poco, el gobierno norteamericano ha dicho en tono paciente, pero perentorio, que: “el aumento de los narcocultivos en Colombia, es una amenaza para el mundo”. Más claro no canta un gallo de tierra fría: “esta advertencia es la distancia más tajante que ha colocado Washington frente al gobierno Petro y su política antidroga, la que considera ineficaz”.

Mientras tanto, las marchas se suceden. La calle, antes un activo del pacto Histórico, ahora lo es de la oposición.
El Pacto Histórico hace agua, y el barco sólo lleva 6.7 meses, navegando en aguas turbulentas, agitadas casi al interior mismo del gobierno del cambio.

Amanecerá y veremos, dijo el ciego…

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Redacción Minuto30

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