Sentado en la banca de atrás de un bus urbano rumbo al cumplimiento de mis funciones contractuales escuché una canción que otrora fue un éxito total y que a pesar de los años aún sigue sonando, me propuse escucharla, no oírla, tratando de entender mejor el mensaje allí implícito: “En el mundo en que yo vivo siempre hay cuatro esquinas, pero entre esquina y esquina siempre habrá lo mismo, para mí no existe el cielo ni luna ni estrellas, para mí no alumbra el sol, pa’ mi todo es tinieblas”.  Indiscutiblemente “El Preso” del maestro Fruko y sus Tesos, nos transporta al mundo carcelario, al mundo de la soledad y el tormento.  Como negar que ese estribillo sonaba y sonaba en mi cabeza cual disco rayado, como cuando a uno se le pega una canción y solo canta y canta un pedacito, el que se sabe. La verdad pasé todo el día no solo cantándola mentalmente sino pensando en la situación carcelaria que viven tantos compatriotas nuestros.

Siempre escuché de mi padre que nadie está libre de caer en una cárcel, decía sabiamente que un error puede cometerse en cuestión de segundos, tan solo, por no saber controlar la ira.  Al respecto conviene decir que como humanos todos los días nos equivocamos de pensamiento, palabra, obra u omisión, pero hay desaciertos que por su gravedad debemos pagarlos entre rejas “…donde no llega el cariño ni la voz de nadie.” De mi parte no voy a entrar en defensa de nadie, pero, sí me cuestiona el saber que muchos de los presos, sean estos sindicados o condenados, reposan en estos lúgubres lugares siendo inocentes, si, para nadie es un secreto que muchos de ellos son señalados de haber cometido un acto ilícito solo por haber estado en el lugar equivocado o con la persona menos indicada.  Sea cual sea la razón por la cual hoy están presos, lo importante es saber que ellos son seres humanos que erraron, eso nadie lo desconoce, pero no somos nosotros, los ciudadanos de a pie, los llamados a juzgarlos y menos maltratarlos.

Reiteradamente se viene denunciando que las comidas en algunas cárceles no tienen las condiciones mínimas de higiene, poniendo en peligro la salud de los que allí residen, se habla de sopa con gusanos, cucarachas dentro del arroz, carne descompuesta, panes con hongos, en fin… no hay derecho a tanta ignominia, ellos se equivocaron, pero merecen comer adecuadamente, el hambre no tiene raza, credo o partido político, el hambre nos da a todos por igual.  Ahora, como no mencionar el hacinamiento y la forma como tienen que dormir algunos de ellos, pasan la noche en el suelo, en rincones e incluso hasta dentro de los mismos baños. “Aquí me paso los días y la noche entera, sólo vivo del recuerdo eterno de mi madre”.  Quiero reiterar que no estoy haciendo apología al delito y menos defendiendo a nadie, “el que la hace la paga” y, así debe ser, pero, con relación al tema carcelario, no estoy de acuerdo con las injusticias, concretamente como purgan las penas los más pobres de este país, a diferencia de como lo hacen los delincuentes de cuello blanco, exactamente los adinerados y los políticos corruptos, hay que ver la miseria que arrastran los primeros y las extravagancias de los segundos, ni punto de comparación.

Ay que solo estoy sólo me espera la muerte, ay que solo estoy cuando cambiara mi suerte”. Es infame como algunos descarados aprovechando el desespero de los reclusos, aparecen como mercaderes de religiones salvíficas para catequizarlos y convertirlos en seguidores incondicionales de uno de los tantos dioses o religiones que se han inventado en los últimos tiempos.  Algo con lo que tampoco estoy de acuerdo es que hablen de resocialización, palabra que ni siquiera aparece en el diccionario, o mejor no es aceptada por la RAE (Real Academia de la Lengua), ¿resocializar?, ellos no han dejado de pertenecer a la sociedad.

Hace algunos años pensé y escribí un proyecto de lectura que beneficiara a la población carcelaria, en él propuse que de acuerdo con lo leído el reo fuera redimiendo pena, es decir, de acuerdo con los libros leídos tendría una rebaja de días, claro está, no siendo igual leer a Paulo Coelho que al ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.  Propuse en el proyecto que el recluso lee y luego debe dar cuenta de lo leído tanto en forma oral como escrita, todo esto en medio de una tertulia literaria, servida por los mejores profesores de literatura de las universidades de la ciudad.  Por efectos de espacio en esta columna no puedo contar detalles, pero, todos ganaríamos, al preso se le harían amenos los días, redimiría pena, ganaría conocimientos y, la sociedad recibiría otra persona cuando este empiece a restablecer su vida social y familiar.  Siempre he creído que al que lee se le nota, por eso presenté el proyecto a dos universidades, pero, nadie me creyó, bueno como no soy famoso, ni politiquero, “ay que solo estoy…”

Coda: Ningún candidato habla del tema carcelario, ah, eso no da votos.

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Redacción Minuto30

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