Aunque algunos micrófonos del establecimiento se han empecinado en presentar como un riesgo para la democracia y las instituciones la victoria de determinado candidato ese riesgo se materializó en 2018; el ascenso a la presidencia de Ivan Duque fue la debacle institucional, la hecatombe con la que su precursor amenazó algún día ocurrió por su mano, por su afán de mantener el poder y su capacidad de manipular la opinión pública. El uribismo por la vía de la corrupción o la ineptitud, la peor de las corrupciones, ha destruido cada institución que ha tocado.

Una paradoja, que quienes promueven la fortaleza de las instituciones y el orden hayan destruido a tal nivel la confianza en las instituciones de lo que hay varios ejemplos muy dolorosos. En este punto es importante decir que la institucionalidad colombiana siempre ha tenido dificultades, pero que han existido periodos y gobiernos en los que hay mayor rigor y, por lo tanto, mayor confianza.

La contradicción mas poderosa es la idea fundante del partido de gobierno: la destrucción de la paz, pues la idea misma de un Estado es precisamente la “institucionalización de los conflictos” y por tanto la conquista de la paz. Un partido político que en una democracia se organiza para destruir la paz, hacerla trizas para ser más precisos, representa la capacidad de la democracia para autodestruirse.

En el mismo sentido su militancia en contra de las libertades individuales representa la contradicción fundante, otra vez, con el Estado moderno de derecho que se basa, precisamente, en la garantía de esas libertades.

Este mismo partido destruyó la reputación y el honor de las fuerzas militares constituyéndolo en una empresa criminal para matar jóvenes y pasarlos por guerrilleros; puso a un petulante incompetente al frente de la fiscalía cuyo único resultado es la exaltación de su propia imagen; llevó el desprestigio del gobierno al Banco de la Republica nombrando a su ministro de hacienda destituido por las calles; puso un embajador en Estados Unidos que se interfirió en las elecciones de ese país; sin contar a los plagiarios de tesis en los cargos mas importantes del Estado.

Esa aplanadora de legitimidad se apoderó de la registraduría nacional del estado civil; sus procedimientos e improvisaciones y además la ideologización de la elección de jurados de votación (pues el gobierno sacó de ese servicio público a las y los maestros públicos a quienes acosa de enseñar doctrinas revolucionarias y terroristas) generó un escandalo que como cereza del pastel terminó con la legitimidad democracia colombiana.

Aunque la contundencia de los resultados contrarios al gobierno, la improvisación e ineptitud cubrieron con una sombra de ilegitimidad a la democracia de la que le será difícil recuperarse ¿será que ante su inminente derrota esperan decir, como lo hace la derecha en el mundo, que el candidato que no tiene ningún control sobre ninguna institución les ganó con trampa? ¿Sera que están preparando su plataforma de oposición?

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Redacción Minuto30

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