¡Oh soledad que perfumas la oscuridad de mi tierra, deja que salgan tus hijos del horror de la pandemia!  Con todo el debido respeto que siento por mi tierra, decidí parodiar el himno antioqueño, ya que venía escuchando y leyendo en diferentes medios de comunicación que la ciudad está sola, y no, la ciudad no está sola, todos estamos aquí y hoy más juntos que nunca, pero…, desafortunadamente, no pocos se sienten solos en medio de los suyos, de ahí que entre deseos, miedos y angustias solo quieran cantar ¡Oh libertad!  ¡Oh libertad!…

Estoy de acuerdo en que haya espacios de la ciudad vacíos, avenidas enteras donde los semáforos solo dan paso a la soledad, parques y calles donde nunca el silencio había reinado ni en medio de la noche.  Ah, lo triste es sentirse uno solo rodeado de tanta gente.

Considero que es el momento para pensar en la soledad que pueden estar viviendo algunas personas por efectos del encierro, de mi parte, no dejo de pensar en los ancianos, algunos de ellos olvidados y arrinconados, seres llenos de sabiduría que en algunos hogares poco les hablan haciéndolos sentir solos en medio de tantos hijos y nietos.

Pienso en la soledad que puede estar sintiendo aquella mujer maltratada por el verdugo que dice ser su compañero, en el adolescente incomprendido y a veces ignorado, en la doncella enamorada sedienta de besos y abrazos, pienso también en el dolor del enfermo, en la ansiedad y desespero del drogadicto ante la falta de sus dosis, en el encierro del jubilado que camina todo el día.  Indiscutiblemente el pasado, el presente y el futuro viven hoy bajo el mismo techo, tantas realidades juntas.

Pienso también que en este encierro obligado por el gobierno, no faltará quien o quienes pasen tristes y sobre todo muy solos al estar alejados de sus familias, y no por vivir lejos sino porque algunos problemas familiares los distancian.

Ah, triste realidad, todos en la misma casa, pero… cuántos primos, hermanos y hasta padres, con sus hijos, no se dirigen siquiera una mirada, menos una palabra, sí, mudos que saben hablar.

Es por esto que algunos se sienten solos en medio de un ambiente enrarecido, tenue y aburrido donde solo reina el silencio.  Ahora, no podemos pensar estúpidamente que este encierro lo viven todos con la misma intensidad, no, las circunstancias de todos son y serán muy diferentes, y estas se pueden medir en términos de abundancia y escasez.

Hay quienes su poder adquisitivo es tan alto y seguro que para nada les preocupa ese tal virus, en cambio otros quisieran poder tener lo necesario en medio de la pobreza, pero no tendrán con que comprar lo más mínimo así el gobierno les permita salir.

Con más de medio siglo de vida me di cuenta que es la primera vez que todos los terrícolas somos conscientes de habitar un planeta enfermo, devastado, agotado y muy contaminado, un planeta que nos está empezando a cobrar nuestros desmanes, mandándonos al encierro sin importar el continente, el país, la etnia, la posición social, la religión, el partido político y muchas diferencias más.

Lo que no pudo el socialismo ni tampoco el capitalismo, lo logró un virus, poner al mundo entero, en “igualdad de condiciones”, todos encerrados, eso sí, repito, guardando las diferencias en comodidades. Hoy los negros, los blancos, los amarillos, los colorados, los pálidos… todos estamos encerrados, así algunos tengan mucha fama o dinero, “somos iguales”, ¡qué rara homogeneidad!

Tal vez dentro de muchos años alguien leerá este artículo y sabrá que fue escrito en medio del encierro al que nos obligó la pandemia, un encierro que poco a poco nos fue haciendo perder la noción del tiempo, un tiempo revuelto donde las horas son las mismas sin importar si es sábado, lunes, o jueves, parece esa transición tan rara entre diciembre y enero cuando uno no dejaba de preguntar, ¿qué día es hoy? Cómo no traer a colación la novela de Daniel Defoe, escrita en el siglo XVIII, Robinson Crusoe, un náufrago perdido en una isla desértica, quien, para no perder la noción del tiempo, tuvo que marcar en el tronco de un árbol los días y los meses, así llevó el control del tiempo.  Nosotros será hacerlo en las paredes, porque ya ni almanaques dan en tiendas o almacenes, estamos perdiendo la noción del tiempo, ojalá no perdamos la oportunidad de compartir.

Pd: “…luchamos contra gigantes amigo Sancho, el miedo, la ignorancia y la injustica”, decía el Quijote a su compañero de aventuras. Hoy nosotros luchamos contra las bestias disfrazados de esposos que golpean las mujeres incrementando la violencia intrafamiliar.

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Redacción Minuto30

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