Medellín es una ciudad que nació en un idílico valle, a 1500 metros de altura, con un clima primaveral y con una fuente inagotable de recursos hídricos. Con los años esta pequeña villa se fue expandiendo hasta convertirse en una gran ciudad. A finales del siglo XX se consolida en el Valle de Aburrá la conurbanización de la gran ciudad, Medellín, con lo que hace una centuria eran pequeños pueblos vecinos. Hoy este conglomerado urbano cuenta con una población que supera los cuatro millones de habitantes.

Precisamente por esa consolidación de una población concentrada en este angosto valle del Río Medellín, o Aburrá como se denominaba este en épocas de nuestros ancestros indígenas, y lo que para algunos más bien podría considerarse un cañón, hoy nuestra ciudad es considerada la tercera con más densidad poblacional del mundo, luego de las ciudades asiáticas de Dhaka en Bangladesh y Mumbai en la India. Según las estadísticas Medellín tiene 19.700 habitantes por kilómetro cuadrado.

Esta situación de alta densidad poblacional ha conducido a que nuestra ciudad sea a su vez de las que menos espacio público por habitante tiene del mundo, pues mientras la recomendación de la Organización Mundial de la Salud habla de trece metros cuadrados por habitante, Medellín apenas se acerca a los cuatro. Sin embargo, la meta para el 2030 es llegar a los siete metros. ¿La pregunta es dónde están esas áreas para aumentar el espacio público en una ciudad que ya no tiene para donde expandirse? Definitivamente no hay sino una sola alternativa que podría permitir mejorar ese déficit de espacio público que tiene la ciudad, y es el aeropuerto Olaya Herrera.

Este aeropuerto ocupa un área que equivale a más de un millón de metros cuadrados. Desde hace un buen tiempo la ciudad ha venido debatiendo la continuidad de este aeropuerto en el epicentro de lo que es hoy el Valle de Aburrá. Se ha venido planteando su cierre y la reubicación de las operaciones aéreas comerciales en el aeropuerto José María Córdova de Rionegro, al cual se le construiría una segunda pista y el traslado de algunas de las operaciones aéreas como las de aviación general y las escuelas de aviación a un nuevo aeródromo ubicado en alguno de los municipios aledaños al Valle de Aburrá. Su cierre y conversión del Olaya Herrera en un parque, definitivamente generaría un gran impacto en el mejoramiento del área destinada para espacio público en la ciudad.

La idea es entonces a través de un proceso gradual ir acondicionando el espacio que ocupa hoy el aeropuerto de Medellín para que éste, en unos años, se convierta en un parque. La idea es realizar algo similar a lo que en su momento se hizo por ejemplo en la ciudad de Quito cuando se dio el traslado del aeropuerto Mariscal Sucre del centro de esa ciudad a las afueras de la misma. Hoy por hoy la municipalidad de Quito ha convertido el viejo aeropuerto en un espacio para el sano disfrute de sus habitantes. Algo parecido debemos hacer en Medellín cuando se dé entonces el traslado de las operaciones aéreas del Olaya Herrera a otros aeropuertos.

El debate sobre la creación de este nuevo parque para la ciudad debe hacerse con altura y sin apasionamientos políticos. Es un tema de suprema importancia, porque cualquier decisión que se tome a este respecto trascenderá a las siguientes generaciones. Esta es la razón por la que hago un llamado a que los medios de comunicación, los dirigentes políticos y los líderes de nuestra ciudad asuman el compromiso de poner sobre el tapete el tema de la creación de un nuevo parque, y explorar de esta manera la mejor solución, buscando que en últimas la gran ganadora sea Medellín, ya que hoy por hoy, como lo dijimos al inicio, nuestra ciudad es la tercera con más densidad poblacional del mundo y de las que menos espacio púbico tiene por habitante.

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Redacción Minuto30

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