En el debate celebrado entre la tarde y la noche del martes en el Senado de la República sobre la polémica Ley de Víctimas quedaron varias preguntas flotando en el ambiente, necesarias para enriquecer el desarrollo de la más importante iniciativa de la Era Santos.

El pastorcito mentiroso. El promotor del debate Jorge Enrique Robledo Castillo le demostró al país con cifras en la mano que estamos en el gobierno del pastorcito mentiroso, pues resulta que las fallas en el sistema son notorias.

El divorcio que se tiene entre el Ministerio del Interior, cartera que se siente dueña de la iniciativa, y el Ministerio de Agricultura, forma el nudo gordiano que nadie ha podido desatar, cuando vemos que se han enfrascado en una reyerta el Incoder y la Superintendencia de Notariado y Registro, enfrentamiento que le costó la cabeza a Juan Manuel Ospina Restrepo.

Las preguntas pendientes. La gente se pregunta: ¿Por qué sacrificaron a Ospina si era tan buen amigo del ministro Juan Camilo?

También se preguntan los conocedores del tema, como el ex ministro Fernando Londoño, por la conocida Ley de Extinción de Dominio que se perdió en los anaqueles del Ministerio del Interior cuando oficiaba como titular de esa cartera el dirigente gremial Sabas Pretelt De La Vega y que le dieron entierro de tercera ante la mirada indiferente del ministro Vargas Lleras. Qué bueno sería que hubiera respuestas para estas preguntas que le faltaron al debate del Capitolio entre Salazar y Robledo.

Volvió la guerrilla al Tolima. En el Tolima, de norte a sur, se siente el regreso de la guerrilla más vieja del mundo. Por el norte, además de la amenaza latente del volcán nevado del Ruiz, comenzaron a intimidar a los concejales paisanos del embajador en Portugal Germán Santamaría, del municipio de Líbano, en cuyas laderas creció y se reprodujo el Eln; hoy siente pasos de animal grande con el regreso de los bolcheviques y de las Farc. Las bombas en Ibagué aturden a la gente. Se calientan las plazas en poblaciones como Dolores, Natagaima, Chaparral, Montoso, San Andrés y Alpujarra, que son hoy tierra de nadie.

Periodistas de segunda. Por solidaridad gremial, hemos vivido con mucha expectación el manejo que los distintos medios le han dado al secuestro del periodista francés Roméo Langlois en el sur del país.

El cubrimiento mediático que se le ha dado al episodio es apenas comparable con una visita papal: muchas cámaras de televisión, los micrófonos de todas las cadenas radiales, enviados especiales de todos los medios y el tema del plagio todos los días en las primeras planas.

Ya quisiera cualquier “cargaladrillos” del Chocó, Buenaventura, Tumaco o Caquetá, hecho cautivo por los insurgentes, recibir, al menos, 5 por ciento del tratamiento que recibe, por su arbitraria retención, el colega francés.

Es muy triste que aquí, donde se secuestra, amordaza, acorrala y asesina a los periodistas criollos, ellos no sean del mismo estrato del reportero galo.

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