El 12 de octubre del 2013 la torre 6 del Edifico Space colapsó, falleciendo en ese trágico accidente 12 personas. El 14 de junio el Edificio Bernavento ubicado en la Loma de los Bernal tuvo que ser derrumbado por fallas estructurales. El 23 de octubre del 2019, 750 personas fueron evacuadas del edificio Atalaya de la Mota, por posibles fallas en la estructura del edificio.

Este trágico escenario se repitió con el Edificio Babilonia en Itagüí, el Edifico Altos del Lago en Rionegro, y lo peor es que en Medellín hay más de 5000 solicitudes anuales de inspección a edificaciones por posibles riesgos estructurales. ¿Nos estamos convirtiendo en la capital de los edificios enfermos?

Por encima de los líos jurídicos que pueda haber en cada caso en particular, aquí lo que tenemos que ver es el drama de cientos de familias que están en eventual riesgo al habitar una vivienda que no está en óptimas condiciones, y de miles de personas a las que se les destruye ese sueño de tener un hogar propia.

Invertir en vivienda propia debería ser, en teoría, una inversión segura, que se hace para obtener patrimonio y tener una estabilidad económica y emocional; bajo ninguna circunstancia debería ser una inversión de alto riesgo, y menos que pueda traer consecuencias trágicas.

Es realmente dramático escuchar a familias que tras un evento como estos pierden todos sus ahorros, sus esperanzas, incluso hasta la salud mental y a sus seres queridos, y encima de todo, tienen que pagar impuesto predial por una propiedad que no existe, hecho por el que hice un pronunciamiento en el Concejo de Medellín el pasado 15 de octubre, pidiéndole a la Secretaria de Hacienda que se examinara este tema.

Y es que esto no puede quedar titulares de prensa no más, ni de acciones jurídicas individuales, aquí debe haber todo un acompañamiento institucional mancomunado para que no se afecte ni la vida de las familias ni se altere la planeación urbana de la ciudad, máxime cuando algunos proyectos pueden tener subsidios del Estado, sea la Nación o el Municipio.

Este ejercicio conjunto no debería verse solo dentro de un rol de control y vigilancia a la construcción de edificaciones, sino a la generación de confianza, teniendo en cuenta que es precisamente este renglón de la economía, uno de los principales llamados a recuperar la economía de la ciudad y del país ¿Pero qué recuperación puede haber si no hay confianza?

Confianza, recuperación económica y ética tienen que ir de la mano si nos queremos recuperar de la pandemia, y esto nos lleva a que tanto sector privado y público estrechen lazos para fortalecer nuestro aparato productivo y evitar que se juegue con los sueños de las familias de tener una vivienda propia.

Ver link: https://www.youtube.com/watch?v=enEQ7AbAD-g

@LinaGarciaGanan

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Redacción Minuto30

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