Hace pocos días con motivo de mi cumpleaños recibí muchas  felicitaciones y también regalos, entre ellos un libro maravilloso escrito por el premio Nobel de Literatura (2003) John Maxwell Coetzee, titulado Siete Cuentos Morales.  Con la pasión que me caracteriza al tener un libro nuevo en mis manos, empecé a explorarlo, leí su lomo, las solapas, el índice, las referencias del autor en la contraportada, en fin, me dispuse entonces a empezar a leer. El segundo cuento, escrito en el año 2014, lo tituló Una Historia, y la verdad es un cuento atrapador de principio a fin: “Una vez por semana, a veces dos, va a la ciudad, al departamento de ese hombre, se desviste, le hace el amor, vuelve a vestirse, sale del departamento y conduce hasta la escuela para recoger a su hija y a la de una vecina…” Aunque es una historia de infidelidad en ocasiones parece no serlo, está escrito de una forma tan fina, tan elegante que por ningún lado se percibe vulgaridad o engaño. Seguía leyendo y en mi mente rondaba la mujer protagonista del cuento, nunca la juzgué ni me pareció perniciosa, muestra el autor todo con tanta naturalidad que la verdad queda uno confundido.

Haciendo una pausa en mi lectura fui a la cocina y disponiéndome a servir un tinto, la grabadora vieja que me acompaña informándome todas las mañanas, empezó a emitir una noticia que con el paso de los días no he podido asimilar, decía el locutor que un nuevo caso de feminicidio se había presentado la noche anterior, esta vez en la localidad de Suba, en Bogotá, donde un hombre después de herir a su esposa con un puñal la empujó y la arrojó al vacío desde un octavo piso, la mujer de 29 años dejó una hija. Según el informe preliminar, las peleas entre la pareja eran frecuentes y el maltrato físico el pan de cada día, debido a los celos enfermizos de quien le quitó la vida.  Al escuchar semejante noticia, no podía creer que un ser humano llamado “hombre” fuese capaz de cometer tan vil asesinato. Volví al cuento y por un momento pensé que la mujer había sido descubierta por su marido.

No logro entender por qué tanta violencia contra la mujer. No las matemos, amémoslas, es la mejor manera de agradecerles tanta felicidad que nos brindan, tantas cosas bellas que nos enseñan. De mi parte, invito a todos los hombres, absolutamente a todos, para que por un momento pensemos, reflexionemos, pero sobre todo aceptemos que estamos en este mundo por una mujer, ella y sólo ella tiene en su vientre el taller donde se forja la vida, nadie más tiene ese don, ellas son libres, como lo somos todos los seres humanos de amar, sentir, apreciar y entregarse en el momento que quiera al ser que ame. Nadie es dueño de ninguna de ellas, a nadie le han escriturado una mujer, les recuerdo que la esclavitud fue abolida en el siglo XIX y, por favor, algunos hombres lean bien, muy bien la partida de matrimonio, en ningún ítem se dice que la mujer tenga dueño. La mujer no pertenece a nadie, se pertenece a sí misma.

Innegable que la violencia contra la mujer esté tan arraigada en estos tiempos cuando creíamos haber superado la sumisión, la servidumbre y el sometimiento femenino, el machismo crece como esa maleza que no deja pelechar el jardín. Debemos erradicar de la sociedad toda violencia física, psíquica y verbal en contra de la mujer, debemos enseñar a las generaciones futuras que las mujeres se respetan, todo es un aprendizaje, recuerdo no hace muchos años, uno se montaba en un bus urbano y dentro de ese cajón de latas había varias personas  fumando cigarrillo, todos nos tragábamos ese humero, hubo necesidad de hacer muchas campañas y la gente aprendió.  Por qué no hacer una campaña fuerte que enseñe a amar y respetar las mujeres. De qué vale tanta algarabía un 8 de marzo, en colegios y universidades si no les enseñan que el día de la mujer son todos los días y que nunca tendremos con que pagar tantas cosas que ellas hacen  por nosotros los hombres.

Termino el tema con un informe extenso que leí en el periódico El Colombiano con fecha del 30 de junio del presente año, donde prenden alarmas ante la multiplicación abrumadora de violencia contra la mujer en Colombia: “A 50.242 mujeres las violentaron, de una u otra manera, entre enero y mayo del 2018, y ninguna de ellas se lo buscó, como muchas veces les responden cuando denuncian o como se rumora en un vecindario que se entera de lo que pasa en determinada familia”. Uh, han maltratado más mujeres que las que caben en un estadio de fútbol de los nuestros. Qué triste realidad, pero no la debemos ocultar sino afrontarla, más triste aún saber que no pocos niños crecen en hogares violentos, les toca ver como el papá trata mal o golpea a la mamá, en este ambiente enrarecido ellos aprenderán que la única forma de ganar un espacio en la sociedad será reproduciendo ese violencia aprendida.

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Redacción Minuto30

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