Los salvajes métodos de los sicarios para ejecutar a sus víctimas hacen en muchas ocasiones casi imposible su identificación (por eso lo hacen). Y, aunque tras las detenciones y condenas, ellos no vuelven habitualmente a los titulares de los medios, las investigaciones continúan hasta dar con los nombres y apellidos de los cadáveres. A veces, sólo con una extremidad disponible.

Es lo que ha ocurrido con el apodado ‘El Pozolero’, bautizado como Santiago Meza y que estremeció al país tras confesar hace años haber disuelto en ácido a unas 300 personas. La técnica deja poco que rastrear, claro está, pero la búsqueda acaba de dar con algunos restos de sus víctimas.

Enterradas en la casa que tenía el ‘verdugo’ en Tijuana han encontrado tres cestas de huesos y medio centenar de dientes. Y se presume que son de algunos de aquéllos a los que ‘El Pozolero’ mató y disolvió en ácido ejecutando órdenes del capo Teodoro García Simental, alias ‘El Teo’, que trabajaba para el cártel de los Arellano Félix y que también fue capturado el año pasado.

El fiscal de Atención a Personas Desaparecidas en el estado de Baja California, Miguel Ángel Guerrero, e integrantes de la Asociación Ciudadana contra la Impunidad han hecho público tan espeluznante hallazgo tras realizar las excavaciones en la investigación para averiguar la identidad de sus víctimas.

Según la confesión de ‘El Pozolero’, al menos 300 personas que fueron hechas «prisioneras» y disueltas en ácido en lo que fue la más cruenta guerra que libraron narcotraficantes en los años 2008 y 2009 por el control del territorio de Tijuana, vecina de la estadounidense San Diego (California).

Su trabajo ‘cocinando’ los restos de las víctimas le valió el apodo por el que se le conoce, en honor al tradicional platillo de la gastronomía mexicana, el pozole, una especie de cocido mexicano con maíz y chile . Pero, oficialmente, era albañil. Cuando lo detuvieron, ‘cocinaba’ en sus ‘cacerolas’ 10 cuerpos.

Fue tan famoso, que hicieron hasta una película de bajo presupuesto sobre sus ‘habilidades’ para hacer desparecer a los muertos en barriles repletos de ácido.

«Yo no los maté, ya estaban muertos», se excusaba el protagonista en la cinta, «después de los 200, como que perdí la cuenta, la guerra entre los cárteles es feroz y hay muchos enemigos que estorbaban a mi patrón». En la ficción, era un agricultor que se ponía a sueldo del cártel tras empezar a matar para vengar la violación de su hermana.

En México, hoy, hay más de 5.000 personas desaparecidas, muchas de ellas víctimas del ‘narco’, que después de ejecutadas son descuartizadas, enterradas o disueltas en ácido.

Con información de elmundo.es

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Redacción Minuto30

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