No niego que sentí un escozor tremendo cuando escuché decir “masacres académicas”, obvio que sabía a qué se referían mis interlocutores, pero, a pesar de la magnitud del problema el lenguaje no me pareció el apropiado. Siempre he sostenido de manera verbal y escrita que detesto los eufemismos y también las exageraciones, los eufemismos por disfrazar la realidad con palabras o frases menos ofensivas y las exageraciones por sobrepasar los límites de lo real.  Averiguando sobre el tema, no de “masacres académicas”, sino repitencia y no aprobación, como denominan hoy la perdida del año, me llamaron la atención las cifras exageradas que a nivel nacional, departamental y municipal muestran cuantos niños y adolescentes salen del sistema escolar año tras año.

Sorprendido y desconcertado busqué a mi amigo Jorge Iván Ríos Rivera para hablar del tema y, no lo hice por su posición de subsecretario de educación sino porque se le nota que ama y siente eso de la pedagogía, pero, cuál sería mi sorpresa al saber que más preocupado estaba él que yo, luego de un corto diálogo, la primera conclusión a la que llegamos fue que las actuales tasas de no aprobación en las instituciones educativas oficiales del país están dando indicios o síntomas de que algo no está funcionando como debe ser en el sistema educativo. La escuela está enferma.

La no aprobación o repitencia se presenta cuando un estudiante tiene que cursar por segunda o más veces un mismo grado, debido a que no fue promovido por bajo rendimiento escolar. Ahora, cómo desconocer que el impacto de la repitencia escolar recae en gran medida sobre el niño o adolescente quien se desanima y, con seguridad, en no pocas ocasiones, decide no volver al sistema educativo. Sin eufemismos ni exageraciones, se puede asegurar que las cifras tan altas de no aprobación y repitencia escolar afectan significativamente el PIB (Producto Interno Bruto) del país.  Primero, porque formar estudiantes le cuesta al Estado que paga por cada uno de ellos, segundo se le quita el puesto a un estudiante regular y tercero, el estudiante tarda más en graduarse y llegar al mundo laboral y productivo, esto sin contar las afectaciones familiares.

Está finalizando el año escolar y sería bueno y oportuno analizar de donde puede provenir el problema, con el fin de buscar soluciones de fondo que impidan las mal llamadas “masacres académicas”. Para nadie es un secreto que todo radica en el sistema evaluativo y en la forma como éste se aplica. Inicialmente, debemos reconocer que los estudiantes, como sujetos educables, están en cambio permanente y que la evaluación no debe convertirse en un arma de sometimiento para la demostración de poder por parte de ningún profesor. Bueno, aún no logro entender como en pleno siglo XXI puedan existir profesores que se alegren y ufanen al saber que más de la mitad del grupo perdió su asignatura.

Hoy más que nunca se hace necesario y urgente que las instituciones educativas revisen el SIEE (Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes), el cual sigue siendo una tarea que exige estudio, reflexión, análisis y sobre todo, negociaciones y acuerdos plenos entre la comunidad educativa, debido a que este se constituye en un gran desafío para cada institución. Las políticas de evaluación vienen emanadas del SIEE, de ahí que debe hacerse a conciencia y con mucho respeto por los estudiantes. No se trata de regalarles el año y promoverlos mediocremente, pero tampoco de hacer las cosas tan difíciles para que nadie gane y luego decir que es un colegio de altura.

Por favor, es el momento de volver a leer el decreto 1290 de abril 16 de 2009 y la Directiva Ministerial 029 de noviembre 10 de 2010. En ambos reza muy claro que la evaluación es un proceso integral no algo acumulativo, si el estudiante el último día demostró saber, eso debe valorarse, por favor, no hagamos de la evaluación algo acumulativo, no, el ser humano es ágil para acumular odios y resentimientos, de ahí que no miremos sólo lo malo, es importante hablar de procesos, de una verdadera evaluación integral. Rectores, coordinadores y profesores, no solo de Medellín sino de todo el país, hagamos un SOS por la no aprobación y la repitencia, si otros temas son importantes porque ocultar este que es trascendental.  De mi parte propongo generar espacios de reflexión colectiva sobre la problemática de la no aprobación y repitencia escolar que coadyuven a generar un estado de alerta en los que se sensibilice a directivos y profesores acerca de la dimensión del problema, ojalá algún día me escuchen.

CODA: Tristemente aún hay profesores que no caminan sino que levitan creyéndose los dueños del saber.

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Redacción Minuto30

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