No contentos con que Santos les haya permitido hacer el mejor negocio de sus vidas, el tal proceso de paz, pues como se sabe los guerrilleros de las Farc (ahora la Farc) legalizaron sus fortunas, van a poder participar en política, se inventaron un tribunal a su imagen y semejanza, no le han pedido perdón a nadie y tampoco han indemnizado a sus víctimas, ni lo harán nunca, algunos de ellos, como Jesús Santrich, pretenden además, que nadie les recuerde su pasado y que no los traten de delincuentes, pues según sus palabras “resulta que yo estoy amnistiado y no hay manera que pruebes que yo soy asesino”. Esta fue la respuesta que le dió por twitter al representante a la cámara, Edward Rodríguez, cuando éste en la sede del órgano deliberativo, lo llamó asesino.

Hay que recordar que el jefe guerrillero, no se sabe por invitación de quién, hizo presencia en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes y cuando quiso intervenir, quien presidía la comisión, no le dió la palabra y se retiró de la sesión, luego una homóloga de ambos, Angélica Lozano, le permitió la palabra al delincuente y fue cuando el corporado Rodríguez lo llamó “asesino”. Dicho término fue replicado en twitter por los periodistas Salud Hernández Mora y Gustavo Rugeles al referirse a Santrich, el cual presentó acción de tutela contra el representante y los dos periodistas porque al llamarlo asesino le habían lesionado su honor y el derecho al buen nombre.

La acción constitucional se presentó ante el Tribunal Superior de Bogotá, pretendiendo que los accionados se retractaran, quien la negó con los siguientes argumentos: frente a los periodistas Salud Hernández y Gustavo Rugeles, consideró que el demandante no había agotado el requisito de procedibilidad previo, es decir, solicitar la rectificación de aquellas manifestaciones que se consideraban ofensivas a su buen nombre.

Con relación a las declaraciones realizadas por Rodríguez en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes, consideró que la tutela de Santrich tampoco era precedente, pues el congresista usó tales expresiones en el marco de un debate, por lo que está amparado por la invulnerabilidad parlamentaria. Por tal razón, el Tribunal Superior de Bogotá consideró que no se violaban los derechos a la honra y al buen nombre del exjefe guerrillero.

Aunque el tribunal negó las pretensiones del demandante y por ende la tutela, como debía ser, la verdad es que el pronunciamiento es tibio, pues deja la sensación que por unos temas de forma el guerrillero no salió adelante con su demanda. Para ser claros, el delito de calumnia se configura cuando una persona le imputa falsamente a otro la comisión de un delito y al haber sido tildado de asesino no se le está diciendo nada que no sea verdad, le caben muchos otros calificativos. Y en este sentido es que debió pronunciarse el tribunal, pues es de público conocimiento que en su contra existen varias sentencias condenatorias.

Todo esto obedece a las alas que él y sus compañeros de fechorías han cogido con la negociación que hicieron con el gobierno y con la férrea defensa que de ellos han desplegado líderes políticos cercanos al ejecutivo en este tema, pero no por convicción, sino porque su apetito burocrático siempre es satisfecho desde la Casa de Nariño. Y eso que apenas estamos a comienzos de este proceso, no quiero ni imaginarme cuando estén ocupando curules en el congreso de la república y otros cargos de elección popular.

Como van las cosas dentro de muy poco veremos a Santos y a sus lacayos, no pidiéndonos el favor, sino exigiéndonos que a los guerrilleros los llamemos “señores”, “caballeros”, y a Iván Márquez “don Iván” o a Santrich “don Jesús”. Qué cosas ocurren en este país, los pájaros tirándole a la escopeta.

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