Remontándome a los inicios de la Fundación, no puedo evitar recordar algunos de los peluditos que han pasado por nuestras manos dejando historias y recuerdos. Una de ellas fue una perrita que la llamamos: Milagros, básicamente porque se constituyó en eso, un milagro, el mismo que la mantenía aferrada a la vida.
Fue una tarde cuando mi compañera de faenas me llamó angustiada a compartirme la cruel realidad que estaba afrontando esta noble peludita. Ella, Milagros, estaba en una calle de la ciudad, moribunda, totalmente decaída, con tan solo un hilo de esperanza, entre la triste realidad que debió padecer durante el tránsito por este planeta.

La perrita estuvo a merced de transeúntes que, indolentes, cambiaron de horizonte su vista para ignorar aquello que era evidente, su dolor. La indiferencia, como en muchos casos, es lo que más daño suele hacer a los animales. Llegó al centro de atención que nos apoyaba, donde fue posible evidenciar los estragos que habían hecho mella en su cuerpo agonizante. Ella, presa de su miedo, permaneció amenazante todo el tiempo mostrando su dentadura robando fuerzas de donde no las tenía intentando defenderse con temor de esos seres humanos que jamás se apiadaron de ella, inocente de que en nosotros, encontraría sosiego.

El origen de sus dolencias fue un gran tumor que colgaba pendular de sus glándulas mamarias, un cáncer que se había esparcido por su cuerpecito, invadiendo su parénquima pulmonar y algunas estructuras óseas. Era una perrita anciana y estaba adolorida. Lo que nos carcomía el alma, era saber que se iba a ir irremediablemente sin haber perdonado, sin haber recibido amor y sin entender que no todos los humanos son iguales, que algunos aún conservan la nobleza y saben brindar amor.

Milagros debía ser sacrificada. Paola (mi compañera) y yo no quisimos que ese fuera el final, por ello apelamos, frente a los médicos, la oportunidad para enviarla a un hogar de paso por el fin de semana y poder retornar saneada su alma para tomar el camino que irremediablemente debía transitar. Así llegó Diana, que fue un ángel para Milagros, la llevó a casa donde lo imposible ocurrió. Milagros empezó a mejorar, a comer con avidez, a caminar tras su benefactora, a sentirse amada, a engordar. De ser un hogar de paso de un fin de semana, se convirtió en su hogar durante poco más de tres meses, donde pudo convivir con su hermanito de cuatro patas, compartir con más humanos que la admiraban, logró incluso estar en una fiesta de cumpleaños sintiendo todo el amor que la rodeaba y hacerse parte de una familia. Una noche muy tranquila, partió rumbo al venerado puente arco iris, lo hizo sola sin necesidad de ser asistida en esa evolución del alma, agradecida con Diana, con sus padrinos, con su familia y reivindicada con todo el amor humano que aún existe en el mundo para muchos animales.

Sufrió cáncer de mama, patología comúnmente desencadenada por exceso hormonal de estrógenos que se aloja en las glándulas corporales, originando un crecimiento excesivo que, en ocasiones, puede ser atípico y termina convirtiéndose en masas amorfas, con células dispuestas de forma irregular que se alojan de forma invasora en el organismo dejando en evidencia tumoraciones de tipo cancerígeno. ¿Saben cuál es una de las formas de evitarlo?, la esterilización u ovariohisterectomía en las hembras caninas y felinas.

Analicemos el caso particular de Milagros, ¿cuántas camadas debió dejar en su paso por la tierra?. El haber sido hembra con ovarios presentes, la hizo propensa a ser receptora de los machos que permanecen ávidos del celo de las hembras para procrear y claro, ella debió sufrir de los calores que en los caninos se puede presentar cada seis meses durante toda su vida y cada tres meses aproximadamente (variando según factores externos) en los felinos. Ello, significa que Milagros debió haber sido mamá en más de una ocasión por todo el curso de su vida y si pensamos que una hembra canina en una preñez llega a tener alrededor de uno a doce animales por camada en el peor de los escenarios, nos daría a suponer que nuestra protagonista debió haber dejado en la mejor de las situaciones alrededor de 144 animales (a razón de dos celos al año, en doce años y seis cachorros por camada) como hijos suyos en el mundo, sumándole a estos vástagos, su progenie que emana de manera exponencial entre niegos, bisnietos, tataranietos y demás de nuestra Milagros que aún deben deambular por las calles de la ciudad.

Siendo así el panorama, llegaríamos a la conclusión lógica y certera acerca de los beneficios de la esterilización. Se ha dicho de una forma romántica que la esterilización es un acto de amor, el cual, al pensarlo bien obedece a una realidad tácita, pues se constituye en la mejor forma de prevenir ciertas enfermedades en nuestros animales, evitando a su vez el crecimiento exponencial de la población canina y felina, con sus debidas consecuencias en términos de abandono, maltrato, violencia y a su vez, en el orden de la salud pública, todo lo que puede acarrear al interior de la sociedad donde cohabitamos humanos y no humanos.

Perros y gatos son adorable , pero generan responsabilidades que, lamentablemente, pocos estamos aún en disposición de asumir. La crianza responsable de estos animales no ha sido el norte de muchos humanos que solo por diversión, capricho o generación fácil de dinero, se han encargado de fomentar los casos de abandono, de crueldad y de violencia hacia los animales al interior de nuestras ciudades.

La no esterilización de los animales de compañía, puede traer consecuencias adversas para todos, además que se constituye en un riesgo par ala propagación de problemas subsecuentes o conexos a los animales, donde ellos pugnan de responsables pero son realmente víctimas de la irresponsabilidad humana, entre ellos zoonosis y otros problemas de salud pública como vestigio de la sobrepoblación que puede germinar ante la ausencia de control por esterilización.
Adicional, y hablando de casos puntuales que afectan la calidad de vida de los animales, podemos encontrar: Cáncer de próstata, cáncer de mama (ambos generados a causa del influjo hormonal de estrógenos en el organismo), problemas de comportamiento al interior de los hogares con animales que son dominantes y difíciles de manejar a causa de excesos hormonales, la proliferación de enfermedades de transmisión sexual, entre ellos: el conocido TVT o tumor venéreo transmisible que tiene un tiempo largo de manejo médico y costos elevados para su recuperación. También están los riesgos de pérdida de animales al salir a buscar su congénere en calor y el marcaje territorial que los machos generan en diversos lugares, generando molestias frecuentes y afectaciones a la convivencia.

Este documento es un abrebocas a una columna donde con mayor amplitud pueda tocar el tema de las esterilizaciones de animales, pues es un tema con mucha tela que cortar; por ello quise empezar con el relato de una de sus consecuencias, el abandono que debió padecer la protagonista, sus hijos y todos los que continuaron de allí en adelante en este camino tortuoso en la tierra, además de las afecciones de salud que menguaron la calidad de vida de ella, nuestro ángel que transita más allá del puente Arco Iris, desde hace unos ocho años atrás.

*Si se pueden generar inquietudes al respecto, con todo gusto podremos brindarles respuestas en un futuro documento.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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