Históricamente, en el avance económico de los países en el siglo XX y XXI, las economías en desarrollo experimentaron un fenómeno que captó la atención de los economistas y que hoy se le conoce como “Empleo informal”.
Éste comenzó a presentarse cuando en el mercado se distinguían dos sectores: el primer sector se caracterizaba por contar con altos niveles de capital y poca mano de obra, mientras que por el contrario, el segundo sector, contaba con mucha mano de obra pero con escaso capital, lo cual generó la creación de trabajos con bajos niveles de productividad y precarias condiciones laborales.

Para la década de 1960 se creía que el fenómeno de la informalidad laboral era transitorio y propio de las economías en vía de desarrollo, pero sorprendentemente la informalidad se arraigó dentro de las economías alcanzando una importancia tal, que hoy por hoy es en muchos países el principal receptor de mano de obra.
Lo anterior se debe, en gran medida, a que una de las principales características del trabajo informal es que se toma como una forma de escape para la mano de obra no calificada, en especial cuando la economía de los países se encuentra en periodos de recesión y el sector formal no es capaz de crear nuevos empleos, obligando a muchas personas a recurrir a lo que se conoce como el “rebusque”.

Pero este fenómeno también acarrea grandes problemas para una economía, debido a los altos costos que tiene en términos de productividad, ya que para ser trabajador informal no se requieren grandes capitales, sino únicamente tener habilidad para realizar un determinado oficio, creando una producción a baja escala con un margen estrecho para la innovación y por consiguiente una gran pérdida de competitividad de la economía.

Según informe revelado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la política económica implementada en los últimos 3 años en el país ha logrado que la informalidad en el mercado laboral haya disminuido, obteniendo como resultado unas cifras satisfactorias como puede observarse en el siguiente gráfico.

Fuente: Elaboración propia con datos tomados de www.dane.gov.co

Dentro de las políticas adoptadas, la flexibilización de los costos laborales para los empresarios ha dado como resultado que en cierta medida se haya formalizado la fuerza laboral.

Un claro ejemplo de flexibilización de costos fue la ley del nuevo empleo, que además tuvo un gran impacto dentro de la opinión pública, y redujo de manera sustancial los costos laborales en aquellas empresas que contrataron a jóvenes que entraban al mercado laboral por primera vez, por ejemplo a profesionales recién graduados.

Por otra parte, aunque a primera vista el comportamiento del indicador sobre el descenso de la informalidad laboral es positivo, su reducción no implica necesariamente un aumento en el empleo formal. Así, la reducción del indicador puede deberse a muchos factores, como por ejemplo cuando una persona deja de desempeñar un oficio porque éste no cumple sus expectativas salariales, o cuando una mujer se dedica solamente a la crianza de sus hijos y al cuidado de su hogar (aunque en muchos países esto cuenta como trabajo informal).

Cabe mencionar también, que los índices de empleo informal son más altos en mujeres, puesto que éstas por las características propias del modelo de familia en el país, requieren de horarios flexibles, de manera que recurren a la informalidad con el fin de complementar los ingresos necesarios para la supervivencia de su hogar o en no pocos casos, encargarse totalmente del mismo.

Ya en un contexto nacional, fuera de las causas expuestas de la informalidad laboral, debe sumarse el fenómeno del desplazamiento forzado por parte de los grupos armados al margen de la ley, que obliga a que la mano de obra campesina llegue a las zonas urbanas con grandes desventajas a la hora de aspirar a nuevos empleos en la ciudad.

Además, el sector formal de la economía no tiene la capacidad de absorber la nueva mano de obra, ya que por ejemplo, para el año 2015 se presentaron en las bolsas de empleo oficiales alrededor de 1’630.000 personas, pero de éstas, sólo 270.000 personas lograron entrar al mercado laboral (El Tiempo, 2015).

Con todo este contexto, podemos afirmar que aunque los costos laborales son sin duda uno de los determinantes de la aparición de la informalidad laboral, no es su mayor causante.

Los excesivos controles por parte de los gobiernos a las empresas formales como en el caso de los derechos de propiedad y la excesiva regulación del empleo, impulsan a muchos empresarios a operar dentro de la informalidad con los costos sociales que este hecho implica, como por ejemplo los costos referentes a la economía, a la salud subsidiada y a largo plazo las pensiones de sus trabajadores.

Pero por otro lado, la evidencia empírica muestra otros resultados. La reducción de los costos laborales es apenas un estimulo para la informalidad, ya que el problema es más de fondo, puesto que las grandes empresas requieren de mano de obra más calificada para poder operar con eficiencia, mano de obra que inevitablemente es más costosa, demostrando así que no necesariamente menores costos de producción son generadores de más empleo formal.

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Especialista en Derecho Empresarial
Magister en Economía Aplicada
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Redacción Minuto30

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