Descansando de tanto descansar, me senté a pensar qué seguía después del descanso y, fue ahí donde, por un momento, recordé la imagen de mi padre en quimbas o arrastraderas caminando por toda la casa, me parecía escuchar el ruido de sus pasos, lo digo porque cada uno de nosotros tenemos nuestro propio estilo al caminar, por eso desde la alcoba, agudizando el oído, se puede identificar quien se aproxima por el corredor.

Caminar tiene su estilo, no caminamos igual, lo diferente es que hoy no se usan las quimbas sino las chanclas, las sandalias o las babuchas, es decir, cubrimos nuestros pies con otros materiales, estilos y texturas. Parodiando a Michael Foucault, quiero decir que “las palabras y las cosas” hoy son distintas a tiempos pretéritos, por ejemplo, ya no se escucha decir taburete, portacomidas o bacinillas, de la misma forma, con relación a la cocina, ya no se habla de peroles, pailas, cacerolas, poncheras, olletas y cocas, no; hoy se dice batería de cocina.

Hace un par de años, en un curso de antropología, leí con los estudiantes el texto, “Los guardianes de la sabiduría ancestral” del etnógrafo y escritor canadiense, Wade Davis, libro que aprovecho para recomendar, en él, el autor es contundente al señalar que, “…de las siete mil lenguas que se hablan actualmente, la mitad no se están enseñando a los niños.

Sí, la mitad de los idiomas del mundo están en peligro de extinción.  En promedio, cada quince días muere un anciano o anciana que se lleva consigo a la tumba las últimas sílabas de una lengua antigua”. Triste, pero cierto, no me refiero a que todo siga igual y que los pueblos en su forma de pensar, sentir y obrar no puedan cambiar, de lo que se trata es de respetar aquellas singularidades culturales de algunos pueblos.

De mi parte, considero que al ritmo tan acelerado que vamos y en medio de una sociedad centrada en el mercado, poco a poco la memoria se ha ido perdiendo y con ella, no solo los lenguajes verbales sino también los simbólicos, por ejemplo, casi nadie habla hoy del lenguaje de las trenzas de las negras en sus cabelleras, sí, es que los negros para huir del esclavizador trazaban con trenzas, en la cabeza, la ruta de escape, por eso todos iban detrás de la negra leyendo el mapa cifrado al ritmo del tambor.

Esos lenguajes de símbolos y signos han ido desapareciendo, me refiero a las danzas, los juegos y las fiestas tradicionales, ¡ah! tanto por aprender en esas formas y acentos particulares de cada una de nuestras regiones, cada vez más, sigo añorando el día que me siente a la mesa a conversar a la vez, con un guajiro, un pastuso y un llanero, será sensacional ese diálogo donde, con seguridad, habrá muchas palabras por aprender.

Ya no se escuchan vocablos como apelotardado, aquel que hace referencia a la persona medio mermada o demorada para pensar, en otras palabras, de escaso desarrollo mental y que los vecinos utilizaban para que les hiciera los mandados, tampoco se escuchan términos como atisbar, verriondo, cosiampiro, jetón, maluquera, pendejo, tragao, voltiarepas, zumbambico y muchos otros más.

Con todo lo anterior, cabe anotar que al paso que vamos quedaremos mudos, esto porque el hombre posmoderno está aprendiendo a manifestar sus estados de ánimo por medio de muñecos o símbolos, llamados emoticones, en ellos expresa rabias, emociones o alegrías, sin hacer uso de la palabra articulada o escrita. No podemos olvidar que un buen diálogo se enriquece y se hace ameno en la medida que sepamos utilizar adecuadamente sinónimos y antónimos, bueno, no es por demás saber diferenciar las parónimas y sobre todo las homófonas que tanto nos confunden.

Para terminar, por falta de espacio mas no de ideas, ya que el tema es amplio, quiero anotar que en medio de tantos recuerdos me puse a escuchar una de esas canciones lindas, que otrora, cantaba Carlos Vives, Compae Chipuco: “Viajando para Fonseca yo me detuve en Valledupar, viajando para Fonseca yo me detuve en Valledupar; y allá en la plaza me encontré con un viejito conversón, y, al pasar le pregunté, ¿oiga compa cómo se llama usted?” Que tanta falta hacen esos viejitos conversones, sigo pensando que vamos a quedar mudos con eso de la carita triste o la carita feliz, nos inundaron de emoticones.

Pd: “La palabra “Amazona” se deriva de “a-madzon”, que significa sin seno, y durante largo tiempo había hecho referencia a una legendaria nación de mujeres guerreras que habitaban más allá del mundo Mediterráneo que se conocía, y de quienes se decía que se cortaban el seno derecho para facilitar el uso del arco durante las batallas”. (Wade Davis)

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Redacción Minuto30

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