Por Edgar Artunduaga

Además de fundar el programa de humor de mayor audiencia en la televisión colombiana, Alfonso Lizarazo Sánchez  lo dirigió por 27 años, de los 40 que acaba de celebrar con bombos y platillos.

Por Edgar Artunduaga

Campañas como “lleva una escuelita en tu corazón”, le permitieron al consagrado hombre de radio y televisión convertirse en Senador de la República.

Lizarazo, el otrora locutor juvenil, el alma de Radio 15 y promotor de grandes estrellas del canto, se mueve muy bien a sus 72 años (que cumple los 29 de diciembre) y viene preparando varios programas de humor internacional.

¿Cómo ha evolucionado el humor en Colombia, desde la época en que usted fundó Sábados Felices, a los tiempos de hoy?

Yo creo que el humor ha sido siempre el mismo. Ha evolucionado el comportamiento de los actores del humor, de los humoristas, de las personas que hoy día se llaman comediantes y hacen stand up comedy. Los discursos humorísticos han mejorado, han tenido más consciencia de la actualidad, aunque también se ha llegado a la simpleza, al humor fácil, al humor del cuenta huesos. Lo más triste es el facilismo del humor. Esa parte ya no es humor, es tratar de llegarle a la gente y hacerla reír con vulgaridades.

¿Pasa en Sábados Felices?

Sí. Lamentablemente está pasando y eso es lo que no pasaba antes. De las cosas buebas que tuvo Sábados Felices, era que la gente lo veía como un un encuentro familiar.  A mí me llegaban cartas diciéndome «es el punto del encuentro de la familia. Desde el abuelo hasta el último nieto, estamos reunidos para ver el programa», porque se hacía un humor general donde cabían todos y donde se respetaba al televidente.

¿A usted le decepciona el Sábados Felices de hoy?

Me da nostalgia el anterior, no porque yo estuviera, sino porque uno espera que las cosas vayan creciendo en calidad. Me parece que antes se vigilaban más los contenidos. Ahora se lleva a la gente a la risa a través de la risa. Se ríen más los que cuentan los chistes, que la gente. Duran riéndose un rato y uno resulta riéndose. El humor necesita cómplices para que se rían, pero no de esa forma, no profesionales de la risa porque se ríen. Muy risueños pero flojos de contenido.

¿Lamenta que hayan desaparecido las campañas cívicas de entonces?

Dejaron de lado todo ese esfuerzo. Hicimos cientos de escuelitas por el país. Llenábamos el Campín, el Pascual Guerrero, el Atanasio. Llenamos todos los estadios, jugando fútbol alternativo, únicamente para ayudar a levantar escuelitas. La gente nos acompañaba. Iban 40 mil personas al Campín, a vernos jugar fútbol, sin saber jugarlo, pero todos sabían que el objetivo era bien intencionado.

¿Falta humor político, de la realidad nacional? ¿Nos hemos quedado simplemente en contar chistes de la calle?

Sí. En contar chistes, en inventarse lo que ahora llaman stand up comedy, unos discursos críticos, que hablan contra la mujer, o contra los hombres. Es algo que no tiene ningún sentido.

¿Si usted fuera el Director, qué cambios haría?

Falta dirección y respeto por los televidentes.

Yo creo que el problema no es de los comediantes, de los actores, es de quién les deja pasar ese material, quién lo escoge, quién los ubica y les dice «usted es bueno para esto, usted para esto». Han perdido identidad. Ya la gente no identifica los humoristas como debe ser. Es que una persona que actúa, no necesariamente es humorista. Es triste decir que Sábados Felices ya no tiene identidad.

¿Entonces usted cambiaría a Alí Humar?

Yo no tengo nada que ver con el director de esa vaina. A lo mejor tiene detrás personas que no lo dejan actuar. Sé que hay muchachos buenos, hay promesas y gente que tiene talento para el humor.

¿Cuál le gusta?

Me gusta el personaje que hace la gorda Fabiola con Polilla. Polilla es un excelente humorista, es un imitador muy bueno, lo hace con expresiones, discursos y textos. Ellos son los más destacados en este momento. Hay varios que deberían irse, pero no los menciono por la crisis de trabajo.

¿En el país hay más cuenta chistes que humoristas?

Sí, efectivamente. Y más gente que actúa el humor.

Lo que usted dice es que hay actores que echan chistes. ¿Es la idea?

Claro. Hay mucho actor que puede hacer de cómico, pero no más.

¿Fue una equivocación su paso por la política?

Yo entré a la política sin buscarlo. Hice una campaña de “Lleva una escuelita en tu corazón”, durante 20 años, recorrí todo el país desde La Guajira hasta el Amazonas, desde el Chocó hasta Arauca y me di cuenta de las necesidades. Trabajaba por la educación y fui al Congreso creyendo que podía ayudar más.

Y se dio cuenta de que allá no se puede lograr nada…

A los seis meses me di cuenta de que eso (el Congreso) tiene dueño y que solamente se hace lo que quieren los propietarios. Podría uno trabajar 24 horas con los mejores asesores, presentar los mejores proyectos, buscar cosas que sí necesite el país, pero si los dueños no autorizan, nada pasa.

¿Qué piensa del Congreso hoy?

Se trabaja para que nada cambie y se trabaja para beneficio de los dueños que no quieren que las cosas cambien.

No ha sido buena la experiencia de gente de la farándula en la política….

Es que no es buena la experiencia para la gente que va a trabajar por el país, no solamente para los que vienen del mundo el espectáculo. Los que van de otros medios, de la literatura, el empresarial, ven que ese trabajo es bueno pero no pueden hacer nada por el país, porque hay cosas que ya están manejadas. Para qué nos decimos mentiras. Eso no es de ahora, es de siempre. Casi igual en todas partes.

 

Edgar Artunduaga Sanchez

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Redacción Minuto30

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