Los rebeldes libios, que se acercaban a Sirte, un bastión de Muamar Gadafi, afirmaron el domingo que unas 50.000 personas detenidas en los últimos meses por el régimen permanecían desaparecidas en Trípoli, donde además escaseaba el agua potable.

©AFP / eric feferberg Un niño llora en una calle vacía de Bengasi, en el este de Libia, el 28 de agosto de 2011.

«Se estima que entre 57.000 y 60.000 personas fueron arrestadas en los últimos meses», dijo el portavoz militar de los rebeldes, Ahmed Omar Bani, en rueda de prensa en Bengasi (este). «Entre diez y once mil fueron liberados (…) ¿Dónde están los demás?», agregó.

«Muchos habitantes de Trípoli están descubriendo fosas comunes», declaró.

Ocho días después del inicio de la ofensiva militar rebelde contra la capital, hubo nuevos incidentes en la noche del sábado en Trípoli, donde se oyeron explosiones aisladas y ráfagas de disparos de armas automáticas, sin que se supiera si se trataba de festejos o de tiroteos. Posteriormente, la ciudad amaneció en calma el domingo.

Alrededor del 70% de los habitantes del centro de Trípoli están sin agua potable o tienen muy poca, pero se les reparte en las mezquitas, por lo cual no sufren de sed, indicó un dirigente rebelde. En cambio, en los suburbios prácticamente no escasea el agua, ya que cada casa tiene pozo y bomba, afirmó.

En Trípoli, la vida volvía poco a poco a la normalidad y algunos comercios abrieron sus puertas, pero la falta de alimentos y productos básicos provocó un aumento de precios. Así, la gasolina cuesta 20 veces más que antes de la insurrección y la leche vale el doble.

Además, «los partidarios de Gadafi tienen muchas armas en su poder», afirmó el sábado un portavoz de los rebeldes, Mahmud Shamam, quien reconoció que los gadafistas seguían resistiendo en algunos lugares de la capital.

Desde Bengasi, el jefe del CNT, Mustafá Abdeljalil, pidió el sábado que se brinde ayuda humanitaria urgente para la capital, donde se necesitan «medicamentos, productos de primeros auxilios y material de cirugía», así como alimentos de primera necesidad.

En el este del país, los rebeldes se acercaban por ambos lados a Sirte el domingo, afirmando estar a sólo 30 km al oeste y a cien kilómetros al este de dicho bastión de los partidarios de Gadafi.

«Estamos negociando con las tribus de la zona para que Sirte se rinda pacíficamente», declaró Mohamed al Fortiya, comandante de las fuerzas rebeldes de la región.

No obstante, «no habrá negociaciones interminables» en Sirte, advirtió en Trípoli el portavoz del CNT, quien pidió «llegar a un acuerdo» lo antes posible, ya que, de lo contrario, habrá una intervención militar.

En el oriente del país, los rebeldes anunciaron este domingo la caída de Ben Yauad, a 140 km al este de Sirte, un escollo que no habían logrado superar en las muchas fluctuaciones del frente desde el comienzo del conflicto en febrero.

En el oeste sin embargo, los rebeldes cayeron en una emboscada en la localidad de Ragdalin, a unos 60 km de la frontera tunecina, donde libraban combates con armas pesadas.

Los rebeldes habían tomado el viernes el control del principal paso fronterizo con Túnez, tras lo cual ganaron más terreno el sábado.

En El Cairo, el presidente del consejo ejecutivo (gobierno) del Consejo Nacional de Transición (CNT, órgano político de la rebelión), Mahmud Jibril, encabezó por primera vez el sábado la delegación libia en una reunión extraordinaria de la Liga Arabe.

El número dos de la rebelión recalcó que el CNT necesita con urgencia una ayuda financiera y advirtió que puede haber «inestabilidad» en su país si los rebeldes no consiguen volver a pagar los sueldos ni restablecer los servicios a la población.

Los ministros árabes instaron a la ONU y a los países que la aplican a «revocar la decisión de bloquear los fondos, los haberes y los bienes pertenecientes al Estado libio» y pidieron que se permita al CNT «ocupar el escaño de Libia en la ONU y en sus diversas organizaciones».

TRÍPOLI | AFP

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Redacción Minuto30

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