Así literal, sin tapujo alguno y con el conocimiento de ciento de personas, puedo decir que el Deportivo Independiente Medellín, el mismo que lleva el nombre de nuestra ciudad, el que arrastra gente sin compasión, al que denominan “Rey de corazones”, el ‘decano’ del fútbol profesional colombiano, al del que se es hincha no por moda sino por pasión, está secuestrado.

Su secuestrador es ampliamente conocido, a través de las diferentes redes sociales se le exige una y otra vez que libere al equipo, pero su ego, interés personal y constantes mentiras a la poderosa hinchada, lo mantienen en su rol sin vergüenza alguna.

Todos sabemos quien es pero no hacemos nada, por el contrario aparte de quejarnos y de exigir que libere al equipo, lo que forjamos es alimentar su permanencia como secuestrador pagándole intereses del rescate a través de la compra de una boleta que le alimenta sus bolsillos y su deseo de quedarse.

Como todo secuestrador, utiliza el engaño y la mentira para lograr su objetivo. Promete una pronta liberación y anuncia a través de sus intermediarios el deseo de liberar el equipo pero es solo una fachada para permanecer un tiempo indefinido. Aduce que la plata que se le ofrece no es la que espera y por tal motivo su prioridad es continuar ejerciendo su función sin importar el clamor de su hinchada para que libere al Medellín.

Desde el mismo momento que tomó la decisión de secuestrar al Medellín, analizó las consecuencias y las ventajas para cometer tal crimen. Entendió que los afectados por este vil acto, son cientos de hinchas que fielmente siguen al equipo, que tolerarían la situación y aceptarían a regañadientes lo que le hacen en su propia cara.

Muchos han buscado los culpables por aceptar este secuestro. Aducen que la misma prensa es tan culpable como la hinchada referente del equipo que se ha limitado a dejarse engañar y en acomodarse a las condiciones que impone el secuestrador.

Su pasividad ha llegado al punto de tan solo gritar con arengas a los menos culpables que son los jugadores y un cuerpo técnico que se deja comprar por las condiciones que le impone el secuestrador.

La escena del crimen y el lugar donde se tiene secuestrado al equipo también es conocido y lo que hacen los afectados es tan solo ir a mirar como está la víctima. Van, lo saludan y le agradecen al secuestrador dándole plata a través de la compra de una boleta.

El ‘Decano’ está secuestrado y lo mejor que pueden hacer los afectados es no alimentar los bolsillos del secuestrador o en su efecto manifestar públicamente en el lugar donde lo tienen a través de los trapos o pancartas, liberen al Medellín.

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Redacción Minuto30

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