La vaca Lola, la vaca Lola, tiene cabeza y tiene cola…”. En estos últimos días los antioqueños hemos escuchado por radio, leído en la prensa y visto por la televisión varios debates que ha suscitado la vaca que se está promoviendo desde la gobernación de Antioquia con el fin de terminar unas obras inconclusas. Generalmente no acostumbro a escribir en términos de lo político, pero, esta vez me pica la mano para redactar algunas cosas que rondan en mi cabeza.

Inicialmente quiero hacer una pregunta, ¿dónde está el dinero que había para la elaboración de estas obras?, porque cuando una obra se planea, generalmente se elabora el diseño, y se separan los recursos económicos para su ejecución. No quiero con lo anterior decir que estoy en desacuerdo con la vaca, Antioquia ha sido un departamento donde la pujanza, el coraje y el tesón de quienes aquí habitamos, ha marcado la historia regional y también nacional. En varias ocasiones el sector privado ha adelantado obras ante la falta de recursos públicos, pero, no es el deber ser, para eso pagamos impuestos.

Siguiendo con mi opinadero, debo decir que me gustó la campaña adelantada por el señor gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón Cardona, invitando al pago del impuesto vehicular con el fin de invertir estos dineros en comida para los más necesitados. Aquí, sí estoy totalmente de acuerdo en hacer no una sino muchas vacas con el fin de saciar el hambre de tanta gente necesitada. En vez de llamar a Karol G, J. Balbin, Juanes, Maluma y otros artistas más para la vaca del cemento, mejor deberían convocarlos a una vaca para saciar el hambre; el hambre debe estar por encima del cemento. Como lo he dicho siempre, me gusta caminar la ciudad y, en una de mis andanzas se acercó a mí una madre muy joven, quien con sus dos pequeños hijos me pidió dinero aduciendo que tenían hambre; no acostumbro a dar dinero a nadie en la calle, pero ese cuadro de hambruna me conmovió.

En la historia de la humanidad, el hambre ha sido una constante desde el nacer hasta el morir, algo natural que hace parte del ciclo vital del ser humano. El hambre, como esa sensación incómoda y en ocasiones dolorosa, se vuelve crónica cuando el ser vivo deja de consumir con regularidad calorías y energías que le permitan llevar una vida normal, activa y saludable.

Hay quienes dicen que el hambre puede entenderse como esa alarma natural que pide recargar y potenciar el cuerpo para que este pueda responder a las actividades cotidianas, ahora, no se trata de ingerir o comer por comer, sino de alimentarse, porque no todo lo que el hombre ingiere es alimento, algunas cosas pueden mitigar el hambre sin alimentar, de ahí la importancia de saber diferenciar entre alimento y comida.

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En términos bíblicos, el hambre está considerada como esa necesidad diaria que vive el hombre y que solo dios le ayuda a resolver, así quedó escrito en los primeros libros del Antiguo Testamento (Éxodo), donde se dice que el Maná fue el alimento enviado por Dios para mantener con vida al pueblo judío mientras deambulaba por el desierto, cuarenta años, huyendo de los atropellos del Faraón.

Se refería al pan de cada día, el cual caía en las noches a manera de hojuelas blancas y en ocasiones en diminutos granos que cubrían el suelo en forma de escarcha, en realidad eran semillas de cilantro, olivo, uva, mostaza y muchas otras más. Según la Real Academia Española, el Maná se define como el “manjar milagroso” que, según las Sagradas Escrituras, fue enviado por Dios, para alimentar, socorrer y amparar a los israelitas; ya que atravesar un desierto durante tantos años y sin alimento sería imposible, máxime que los desiertos son áridos y la tierra allí poco produce.

Recurriendo a la historia, es propicio señalar que el hambre ha sido algo catastrófico e inhumano en aquellos lugares donde las hambrunas devastan parte de la población, dejando una huella indeleble de sufrimiento y dolor ante la muerte inminente de quienes carecen de lo básico para comer. Cuenta la historia que, en Camboya, un país del Sudeste Asiático, en la década de los años setenta, murieron más de dos millones de habitantes a causa del hambre padecida por culpa de una guerra civil y varios conflictos fronterizos que solo dejaron miseria y muchos asuntos humanitarios por resolver.

Igualmente ocurrió en Ucrania hacia el año de 1932, cuando el hambre azotó gran parte de la población, este suceso quedó registrado como el genocidio ucraniano donde más de cuatro millones de personas murieron de hambre, sin lugar a dudas, un hecho difícil de borrar de los anales de la historia de ese país; está escrito que en tan solo un día llegaron a morir más de veinticinco mil ucranianos por culpa del hambre. Y, así sucesivamente, se pueden seguir narrando episodios de hambrunas en el mundo entero, muchas de ellas sin registro en los libros de historia, pero, no por eso dejaron de ser degradantes.

Pd; hagamos una vaca para mitigar el hambre de muchos que hoy nada han comido.

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Redacción Minuto30

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