Tomar la decisión de construir una relación puede verse como uno de los retos más grandes que dos personas asumen. Es un desafío de distintos roles que se comple­jiza y en la medida en que el vínculo se fortalece, trae consigo nuevas responsabilidades. Una de ellas es el momento en el que se debe asumir la llegada de los hijos. “Hoy día, es más fácil que las parejas tomen la opción de tener familia o quedarse solas. Quienes deciden tener hijos, de­ben estar dispuestos a los cam­bios que tendrá la relación frente a la nueva perspectiva de familia que habrá”, comenta Constanza Bernal de la Oz, psicóloga adscri­ta a MedPlus.

Las nuevas situaciones traen ciertos niveles de estrés, inseguri­dad para tratar dificultades, las expectativas que cada uno tenga hacia el otro, el nerviosismo y en ocasiones la frustración. Puede haber distanciamiento en la rela­ción, enfriamiento sexual, agota­miento físico y falta de tiempo para compartir, pero “normal­mente los padres se adaptan a través de las costumbres que genera este nuevo ser con rapi­dez. Adquieren una rutina que les proporciona normalidad y mientras esto llega (suele ser al cabo de un mes y medio) el mejor consejo para asumir el cambio es no perder la calma”, asegura la doctora Bernal.

Según la doctora Bernal, es importante mantener presente que tanto antes como después de la llegada de los hijos, existe una pareja que se debe conservar y mantener. Independientemente de que haya un nuevo rol de pa­dres, deben crearse espacios para disfrutar de la intimidad y fortale­cer el vínculo que desde un co­mienzo formó su constitución fa­miliar. “Un hijo implica cambios y mientras la pareja fortalezca los lazos de comunicación y dé priori­dad al tiempo para compartir momentos con y sin hijos, podrá tener una fructuosa relación”, afir­ma la especialista.

Es importante conversar so­bre las funciones que tiene cada uno dentro de su rol como pa­pás y con respecto a los cambios que ha traído la llegada de los hijos. La doctora Gloria Casas Maldonado, psicóloga adscrita a MedPlus asegura que: “Es impor­tante tener en cuenta las carac­terísticas personales de cada uno, ver cómo reaccionan emocional­mente frente a los factores de estrés para enfrentar problemáti­cas. Esto se ve antes y después de la llegada de un hijo”.

La doctora Casas plantea que un hijo puede ser un factor de estrés dentro de la pareja que se resuelve dependiendo de las características de personalidad, emocionalidad y de cómo estos resuelven los problemas. Ahí es donde se pone a prueba el co­nocimiento, la aceptación y la capacidad de enfrentar los cam­bios, que debió construir la pare­ja desde su génesis. Se trata de ver las posibles maneras de afrontar y aceptar el nuevo rol, sin perder la estructura inicial de pareja que desde un principio existe y que debe seguirse man­teniendo.

Pero en el caso en que la relación de pareja ya se ha visto afectada por los cambios que genera la llegada de los hijos, debe tenerse en cuenta que “la separación real surge después de mucho tiempo de haber sucedi­do la separación emocional; esa separación emocional o afectiva sucede en el espacio común, cuando conviven juntos y cada uno se aleja generando distancias y resentimientos. En ese caso lo más importante es buscar el diálogo y revisar acuerdos que nazcan de la forma en que cada uno exprese sus emociones”, sostiene Casas.

Aceptar y generar transfor­maciones son claves para mante­ner la vida de pareja después de los hijos. Los principales pilares del amor: la pasión, el compromi­so y la intimidad deben conser­varse en toda pareja y deben primar y tener cabida en los es­pacios que puedan llegar a propi­ciar luego de la llegada de un hijo; “es importante tener en cuenta aquello que puede ser cambiable o aceptable dentro de la relación. Saber manejar las presiones sería algo cambiable y determinar có­mo resuelven los problemas ven­dría siendo parte de lo acepta­ble”, dice la doctora Casas.

bebe en familia appEs fundamental crear espa­cios para la pareja y optimizarlos según las nuevas circunstancias. “Deben buscarse esos momen­tos donde sea posible generar intimidad y no permitir que la rutina evite disfrutar de esta nueva etapa que llega a la rela­ción. El hecho de ser mamá y papá no quiere decir que han dejado de ser pareja”, concluye la doctora Casas.

Las especialistas recomiendan

  1. Propiciar momentos de intimidad y de comunicación: establecer horarios y costumbres en los niños que permitan a la pareja tener un espacio de tiempo a solas de manera regular.
  2. Negociar la incidencia de las familias externas para que exista cola­boración en momentos donde la pareja busque generar espacios para compartir juntos (puede ser un día a la semana).
  3. Establecer actividades que como pareja sea costumbre realizar al margen del núcleo familiar.
  4. No olvidar las actividades que hacían antes. Más que buscar nuevos espacios para estar juntos, es mantener aquellos en los que solían disfrutar como pareja antes de la llegada de los hijos.
  5. No solamente la madre es la única que debe asumir las responsabi­lidades del bebé, hay que darle al padre la oportunidad de que también participe. Esto genera un equilibrio en los niveles de estrés y propicia los espacios de comunicación en la pareja.

Fuente: Revista MedPlus
ED 86

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