Edgar Artunduaga

Siempre se ha dicho que la frase fue de Monseñor Rubiano, pero Carlos Castillo Cardona –vocero del entonces asediado gobierno de Samper- dice hoy que fue creada por los llamados conspiretas (“Es imposible que no haya visto un elefante en el jardín de la casa”).

Edgar Artunduaga

Edgar Artunduaga

Castillo, con quien hablamos a propósito del lanzamiento de su libro “Los días que se arrastran, el secuestro de La Chiva Cortés- dice que la frase en referencia es inglesa y se pregunta qué tanto conocía esa lengua su eminencia, el cardenal.

“Las cosas no le iban muy bien a ese grupo que, en ciertos círculos, despectivamente lo llamaban “los conspiretas”. El presidente Samper, a pesar de los ataques periodísticos, la intervención de algunos gobiernos extranjeros, a través de sus embajadores, y de movimientos y acciones de los políticos de oposición, se mantenía en el poder. Su frase “Aquí estoy y aquí me quedo” acabó por convertirse en una clara afirmación de que no iba a renunciar. La frustración de los que lo querían ver fuera del poder aumentó día tras día.  No es de extrañar que ese conjunto de políticos, periodistas, religiosos y embajador desearan reforzar su campaña con un lema que los identificaría y ridiculizaría al presidente, para debilitarlo más y para que perdiera más adeptos”.

Complementa Castillo:

“Me puedo imaginar, tal vez febrilmente, cómo la frase inglesa, “Elephant in the room”, podía ser la elegida. Esa frase es un modismo, o lo que los ingleses llaman “Idiom”, con el que se quiere decir que se está ignorando y no se quiere discutir, lo que es evidente y palpable. Debieron pensar que, traducida al español, con alguna variante, “¿Cómo no vio un elefante en el jardín?”, cumpliría el propósito. Siendo así, el único que tenía conocimiento del inglés, a tal profundidad, era el embajador norteamericano, el señor Frechet, que tan activo fue en el despojo de la visa americana al presidente y que no paraba de dar declaraciones virulentas, más allá de lo que la diplomacia permite. Uno puede imaginar, que después de varias voces de aprobación, de júbilo y carcajadas, el grupo adoptó la frase. Pero, ¿quién era el más adecuado para decirla? Pues monseñor Rubiano, que podría dar la impresión de transparencia, desinterés y espontaneidad. Así lo dijo, como si fuera un gran lector de Mark Twain, al que se le atribuye ser uno de sus creadores.

Aunque con posteriormente le fueron cambiando “jardín” (no sé si dicho equivocadamente por monseñor), por sala, más acorde al “room” en inglés. La frase voló, como volaban esos chistes que pretendían tumbar a Rojas Pinilla o desacreditar a Julio Cesar Turbay.  Finalmente, fue tan exitoso el “reclame”  publicitario, que la sola imagen del “elefante”, llegó a sintetizar para el público, todo lo imaginable, cierto o falso, en el gobierno de Ernesto Samper.

¿Se mantiene en su creencia de que Samper es inocente?

Sin la menor duda, si no, no hubiera estado en su gobierno.

¿Por qué le niega la autoría de la frase a Monseñor Rubiano?

Monseñor Rubiano no tenía ni idea que era un elefante en la sala, ni en la casa, ni en el jardín. Eso es un elemento trabajado mediáticamente.

¿Por qué se vino de España a ayudarle a Samper a salir de semejante rollo?

Pensé que le debía tanto a Colombia que debía hacerlo, además porque creía que él estaba en una encrucijada, no era que yo pudiera salvarlo ni mucho menos, pero creía que había que apoyar un gobierno que hablaba de igualdad, de justicia, de distribución del ingreso, de todos esos elementos en los que creo.

Llegué un año después del proceso 8.000. Curiosamente en el mismo avión –Nueva York- Bogotá- venía Fernando Botero, quien dos días después lanzaría su ataque a Samper.

¿Se arrepiente de haber trabajado para un gobierno en la cuerda floja?

Fue una época para mí muy importante, un poco lo que le pasaba a los cuerpos de paz, que los traían a Colombia, no ayudaban en nada a las comunidades en las cuales estaban, pero aprendían un jurgo de América Latina y después se volvían expertos. Yo soy experto en política hoy en día.

¿Qué piensa de la clase política colombiana?

Pienso mal. Recuerdo ahora una película española buenísima que se llamaba El desencanto.

Yo que tuve contacto con muchos políticos estando en la Presidencia, pues era de confianza del presidente Samper y participaba en reuniones con ministros, y asesores, y trabajábamos 18 horas diarias, estoy desencantado de la clase política colombiana.

¿Por lo que le tocó o por lo que ha visto después?

Soy sociólogo y estudié ciencia política, además ingenuo no soy. Me parece que hay un proceso de deterioro político en el país bastante grave.

¿Le parece a usted que el país seguiría creciendo y mejorando con Juan Manuel Santos?

¿Qué tipo de Baloto es ese?

¿Si no es Santos quién?

Yo no tengo respuesta. Me interesa mucho más que gane Santos si logra llegar a la firma de un proceso de paz. La oposición se muestra indecisa, oportunista. Algunos decididamente en contra.

Después de escribir el libro del secuestro de ‘La Chiva’ Cortés, «Los días que se arrastran», ¿qué piensa acerca de las posibilidades de paz en el país?

Yo no creo que simplemente con la firma, la frase, se solucionan los problemas ni mucho menos. Tenemos ejemplos recientes de gente que ha firmado ciertos procesos de paz y están muchos de ellos de manera incontrolada delinquiendo, secuestrando, amenazando, comerciantes, cobrando seguros. Eso históricamente sabemos que es así, es decir, los samurai eran eso, los samurai se volvieron eso. Eran protectores de los señores feudales pero finalmente acabaron en una situación bastante complicada.

Después de una guerra de ese tipo, de tipo civil, hay la tendencia a que grupos sigan en la actividad que han conocido, en la actividad que se han formado que es la guerra, y pasó con los paras recientemente.

¿Sus nietos conocerán la paz?

Mientras existan diferencias sociales, injusticias, desigualdades, obviamente la paz no es una cosa fácil.

¿Quién secuestró a ‘La Chiva’ Cortés y por qué?

Ocurrió en su finca de Choachi, frente a mi casa. Mi esposa estaba con él en ese momento. Entran dos, tres muchachos y lo cogen y se lo llevan con otra señora que estaba ahí, ‘La Flaca’, otra heroína de la historia, porque en el momento que lo van a meter al carro dicen ¿quién acompaña a este señor? Quizá por que lo vieron muy viejito, tenía 72 años.

‘La Flaca’, Stella, por proteger a su hija, que la estaba mirando mucho uno de los secuestradores, se subió con la chiva y lo acompañó hasta que lo entregaron por allá arriba.

Esos dos muchachos no eran propiamente guerrilleros, eran gente que secuestraba y que le vendía el secuestrado a la guerrilla. Las FARC, aunque lo negaron por mucho tiempo, fueron los verdaderos secuestradores. Hasta su hijo Carlos en un hecho heroico baja hasta El Caguán, se entrevista con la guerrilla, coincide con una especie de reunión que hay del secretariado, tiene que discutir con ellos el secuestro de su papá.

¿Querían secuestrarlo a él o a otra persona?

Pudo haber una equivocación. Pacheco estuvo muy preocupado mucho tiempo sintiendo que habían secuestrado a su primo en vez de llevárselo a él, tanto así que en un momento dado con esa tensión y esa preocupación se va del país por unos meses.

¿Cuál es la gran lección del relato y la experiencia?

La Chiva Cortés decía que el país necesitaba establecer una conversación, un diálogo, necesitaba de un traductor para poder congeniar esos dos idiomas distintos. @Artunduaga_

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Redacción Minuto30

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