De niño quién no soñaba con manejar un Lamborghini; aquel carro potente, parecido a los vehículos de Fórmula 1 que se robaba el aliento de grandes y chicos por su diseño y su carrocería. Un carro escaso en Colombia pues no más hay dos y ambos traídos por encargo -porque acá no hay concesionario- Un carro que para muchos de nosotros fue un sueño, para la Fiscalía fue la pista clave para destapar uno de los mayores escándalos de corrupción en la DIAN.

Increíblemente el sueño de tener un “murciélago rojo” se le hizo realidad a Jenny Ambuila. La joven es hija de Omar Ambuila, exfuncionario de la DIAN que actuaba de cómplice con los contrabandistas en el puerto de Buenaventura, y a cambio le pagaban coimas de hasta 560 millones de dólares por su silencio en la entrada de mercancía ilegal. Un negocio redondo que beneficiaba a las partes, pero que afectaba el recaudo en uno de los puertos más importantes del país.

Ese dinero hizo que la joven Ambuila tuviera bienes y lujos imposibles de pagar para más del 70% de los colombianos que ganan entre 1 y 3 salarios mínimos. Paradójicamente, el dinero con el que Ambuila presumía en sus redes sociales, era dinero de nosotros, de todos los colombianos, dinero que dejamos de percibir en forma de impuestos y aranceles.

Entre champaña, Rolex, festivales de música y viajes se la pasaba Ambuila antes de ser capturada junto con su familia con los que hoy enfrenta cargos por favorecimiento del contrabando, enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir.

Una vida de lujos que era inviable con los ingresos corrientes de sus padres y menos con sus ingresos como “influencier” en redes sociales. Según la Fiscalía, Omar Ambuila y su esposa ganaban 10 millones de pesos al mes y sin embargo, registraron ingresos y compras por montos muy superiores con relación a sus ingresos sin una clara justificación. Lo anterior despertó la alerta de las autoridades locales y norteamericanas.

Aquí vale la pena recordar que, las dinámicas evasivas y corruptas han sido analizadas por diversos actores a lo largo de la historia del país. Una de las más comunes es la creación de sociedades fachada como las que tenia Jenny y su madre en Estados Unidos, donde los carros y los bienes de lujo los hacen pasar como gastos y no como dividendos para no registrarlos dentro de su patrimonio, esto dificulta el seguimiento de las autoridades en materia de control fiscal y hace casi imposible su seguimiento en una jurisdicción extranjera.

Lo más grave de todo esto es que la DIAN no actuó de forma oportuna para detener al hampón de Omar Ambuila, y fue incapaz de denunciar la red de coimas que se gestaba en el puerto de Buenaventura. Es muy grave que mientras los colombianos pagamos nuestros impuestos, la DIAN no sea capaz de elegir funcionarios idóneos, capaces de hacer valer nuestros derechos fiscales, de recaudar dinero que podría haber sido usado para inversión, para obras públicas, transferencias para los más pobres o el saneamiento progresivo del déficit fiscal del país.

Mientras que los colombianos en materia de recaudo de impuestos vamos en un carro modelo 91, la DIAN en materia de corrupción va en Lamborghini.

PD: el problema de la corrupción se arregla en casa, padres corruptos criaran hijos corruptos.

@DanielPBayona

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Redacción Minuto30

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